Lo primero que deseo compartir es un dato objetivo: el Taller de la artista Diana Aisenberg es uno de los lugares de encuentro para la formación de artistas plásticos más reconocidos que existen en Buenos Aires desde hace aproximadamente tres décadas. Ese dato se constata en los nombres de muchos de los que se aproximaron e ingresaron a la escena del arte contemporáneo argentino desde allí. […]

Lo segundo, es que esta reunión de información elaborada y transpirada parte de una necesidad de su autora. Después de muchos años de enseñanza sintió que debía agrupar en formato de libro sus experiencias docentes para socializarlas con la mayor cantidad de gente posible, comunicando un mensaje que se encuentra más allá de lo que habitualmente se pueden enseñar en un taller donde van aquellos que quieren aprender a pintar. 

La intención de este libro, entonces, es otorgarle difusión y visibilidad a un “método” de enseñanza y aprendizaje de cómo podemos aproximarnos a intentar realizar lo que hoy denominamos “obras de arte”, con toda la confusión que ello representa a casi 100 años de la boutade de Duchamp con su mingitorio invertido. De esta forma debe quedar claro que su pretensión central no es sólo darnos pistas para aprender las destrezas correspondientes para dibujar, pintar, esculpir, bordar, fotografiar, tejer, filmar, hacer performance o exteriorizar de cualquier forma, incluso desde el silencio o la oscuridad, lo que queremos representar con imágenes; es algo más. 

Este libro es, en ese contexto, un aporte para comprender, desde este margen, el proceso de formación de los artistas plásticos a los que les tocó vivir entre fines del siglo XX y comienzos del XXI. Si bien es una mirada individual y puede ser leído desde el lugar donde se desarrolló, tiene alcances que exceden esa especificidad. […]

El MDA es, en realidad, un discurso contra el método, como diría Feyerabend. Una forma de enseñanza y de trabajo que, de antemano, no quiere responder ni depender del orden de ningún discurso para poder llegar a los niveles de libertad necesarios para seguir creando, para seguir inventando, para modificar al mundo expresando algo de la manera que sea, o solamente para embellecerlo. Porque el del arte es un territorio del quehacer humano donde la libertad es indispensable y la sutiliza en transitar los límites tiene algo de osadía. 

Su taller, sobre la avenida Corrientes, en el deslinde entre el Abasto y Almagro, nace en tiempos de la post?dictadura, durante la Primavera Alfonsinista, y se mantiene vivo y en crecimiento hasta el presente. El método de enseñanza que se fue forjando en ese lugar hoy sale de allí para llegar en formato de libro a cuantos los quieran apreciar. Visto de esa forma, es un regalo propio de su generosidad que quiere compartir con muchas más personas que las que pueden asistir a sus clases y clínicas. Por eso, gracias Diana. 

* Juez y coleccionista, cofundador y editor de la revista de arte Ramona. Fragmentos de la introducción del libro MDA, apuntes para un aprendizaje del arte.