El Senado de Estados Unidos tratará hoy la Ley de Vigilancia de Inteligencia Extranjera, conocida como FISA por sus siglas en inglés. Si aprueba la extensión de su vigencia –que ya obtuvo el voto favorable de la Cámara de Representantes la semana pasada– se prolongará el espionaje masivo por otros seis años, como se descuenta. La norma permite la recolección de información sobre extranjeros afuera de EEUU, por medio de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) o el FBI con el declamado propósito de combatir al terrorismo. Una de las críticas más fuertes que recibió es que también avanza sobre el derecho a la privacidad de los ciudadanos norteamericanos. Sus correos electrónicos o mensajes en las redes sociales pueden ser interceptados en forma indiscriminada si están en comunicación con personas que viven en otros países.
El Senado está obligado a votar la ley antes del próximo viernes 19, porque ese día expira su validez. Ahí el Partido Republicano tiene una mayoría estrecha, al contrario de la Cámara Baja donde impuso su mayoría por 256 a 164 con el respaldo de medio centenar de demócratas. En rigor, lo que se tratará es el artículo 702 (o sección, como lo denominan en EEUU) de la FISA. Esta parte de la norma fue aprobada en 2008 durante el gobierno de George W. Bush.
La Ley de Vigilancia de la Inteligencia Extranjera tiene una historia curiosa. Fue una iniciativa del senador demócrata Ted Kennedy que la presentó el 18 de mayo de 1977 y quedó vigente durante la presidencia de James Carter en 1978. Desde hace cuarenta años ha sufrido varias modificaciones que transformaron su objetivo original.
Había surgido como una iniciativa del Senado contra el uso del espionaje interno durante la presidencia de Richard Nixon. El caso Watergate fue el más difundido, pero no el único que hubo contra opositores y activistas. Estados Unidos tiene una larga tradición de espiar a grupos y líderes de la sociedad civil en su propio territorio y también en el exterior. El Programa de Contrainteligencia Cointelpro (1956-1971) le permitió al FBI seguir los pasos de Martin Luther King –ayer fue feriado en EEUU porque se cumplió el 89º aniversario de su nacimiento– o el preso político más antiguo del país, Leonard Peltier, un referente de los pueblos originarios condenado en 1977 por dos crímenes que niega haber cometido hasta hoy.
La FISA se extenderá seis años más por lo que Paul Ryan, el presidente de la Cámara de Representantes, definió como “poder enviar información a las autoridades para prevenir ataques terroristas”. El dirigente republicano la justificó por un caso que ubicó en marzo de 2016: “Nos dio la inteligencia que necesitábamos para perseguir y matar al ministro de finanzas del Estado Islámico (EI). Gracias a la información recabada bajo este programa, un terrorista extranjero en suelo extranjero, el número dos del EI, que estaba en línea para convertirse en el próximo líder…”.
Uno de los críticos de la ley, el senador republicano por Kentucky, Rand Paul, dijo que “ningún estadounidense debería perder su derecho a la privacidad”. Con palabras similares viene pidiendo cambios en la norma el ex precandidato a presidente demócrata y también senador, Bernie Sanders: “Está claro que debemos reformar significativamente la FISA para evitar el espionaje al por mayor en el pueblo estadounidense”. Para Paul “recolectamos una gran cantidad de información sobre extranjeros. Pero ellos hablan con los estadounidenses. Entonces, después de reunir millones y miles de millones de bits de información, resulta que hay muchos estadounidenses en la base de datos”.
Los detractores de la ley argumentan también que permite recolectar información sin una orden judicial. El sitio libertario It’s Going Down que tiene más de 32 mil seguidores en su cuenta de twitter, remarcó que la norma fue aprobada en la Cámara de Representantes con el voto de unos cincuenta demócratas: “Aunque la FISA está redactada para implicar a ciudadanos no estadounidenses, la NSA barre de forma rutinaria las comunicaciones de millones de estadounidenses y permite a los agentes del FBI buscar a través de sus datos”.
El sistema de búsqueda de información privada quedó expuesto en 2013 por una denuncia de Edward Snowden. Filtró a los medios de comunicación que una orden basada en la FISA requería a la compañía Verizon entregar datos telefónicos diariamente –incluyendo los domésticos– a la NSA. En el pasado, él había trabajado como contratista para esa agencia. Hoy se encuentra asilado en Rusia. Sus declaraciones dejaron a la intemperie cómo un programa secreto le permitió a aquel organismo de espionaje ingresar directamente a los servidores de Google, Facebook, Skype, Microsoft y Apple.