PáginaI12 En Chile
Desde Santiago
Tras 15 horas de vuelo –el más largo de su pontificado– y sesenta minutos antes de lo previsto, pasadas las 19.20 horas (la misma que en Argentina), el papa Francisco pisó suelo chileno. Como señala la costumbre, levantó una de sus manos y saludó a quienes llegaron al Aeropuerto Internacional de Santiago. A los pocos minutos, recibió el abrazo de la presidenta Michelle Bachelet y miembros del Gobierno, para que luego sendas caravanas comenzaran a movilizar a su comitiva, liderada por el Hyundai azul (auto híbrido y pensado en la huella medioambiental que quiere dejar) que llevaba al Pontífice, quien –lejos de todo acto de grandeza– se acomodó en el asiento del copiloto, con destino hacia la Nunciatura Apostólica. Ya en el centro de Santiago, cambió de vehículo para subirse al Papamóvil, un Jeep altamente reforzado. También aprovechó el recorrido para visitar y rezar frente la tumba del Obispo de Los Pobres en la populosa comuna de Pudahuel.
En el trayecto, miles de personas apostadas en las veredas y calles del recorrido, lo saludaron visiblemente emocionados. Muchos argentinos, de vacaciones y que viajaron para la ocasión, fueron parte de este saludo masivo que recibió Jorge Mario Bergoglio, que si bien convocó a muchos, no fue una aglomeración tan numerosa como se esperaba. Los vendedores ambulantes dieron más colorido a una jornada histórica.
En ese mismo momento, los miles de carabineros dispuestos para garantizar su seguridad, se pusieron en guardia para que nada falle en los días en que los ojos de la Iglesia Católica y los millones de creyentes desparramados por el mundo estarán posados en lo que haga, diga y piense el Santo Padre.
“No será un viaje simple”, decían los cercanos al Papa en Roma, antes de subirse al Pastor 1, el Boeing 777 de Alitalia que lo trajo a Chile. “Les pido que me acompañen con la oración en este viaje apostólico”, pidió Bergoglio el domingo desde el Palacio Apostólico, en un mensaje con la situación mundial de los migrantes y refugiados aún sobrevolando la Basílica de San Pedro. Ya en el avión, los últimos acontecimientos ocurridos en la primera escala de este periplo, como los ataques –algunos incendiarios– a seis templos católicos, la situación compleja provocada por los diversos abusos sexuales de curas chilenos, que han llevado a un quiebre entre buena parte de la ciudadanía y la Iglesia, mantuvieron inquieto al Santo Padre. Tal vez, los recuerdos de su estadía en Chile, a comienzos de su vida religiosa, lograron calmar la ansiedad de una aventura que además lo llevará a Perú en su cuarto arribo a Sudamérica desde que asumió la cabeza de la Santa Sede. “Yo conozco Chile”, repitió varias veces.
Según el Vatican News, el secretario de Estado, Pietro Parolin, quien acompaña al Pontífice durante su recorrido por Chile y Perú, sostuvo que “el Papa, como pastor de la Iglesia universal, va a encontrar a las iglesias locales (…), iglesias particularmente activas, pero que tienen que enfrentar numerosos desafíos”.
Estos serían la situación de las poblaciones indígenas –un tema que el Papa abordaría durante su visita a Temuco, en el sur, en pleno territorio mapuche– y la corrupción que, aseguró, “impide el desarrollo y la superación de la pobreza y de la miseria”.
Andrea Tornielli, uno de los periodistas más cercanos al Pontífice y editor del sitio especializado Vatican Insider, dijo en La Tercera que la visita de Francisco a Chile será un viaje complejo. “Las protestas en Santiago, el resentimiento hacia la Iglesia por los casos de pedofilia y la cuestión mapuche hacen difícil la visita, en especial por la reciente revelación de una carta en la que el Papa reconoce ante el episcopado chileno los problemas de la situación del obispo de Osorno, Juan Barros (acusado de abusos).
Tornielli agrega que para salir al cruce de esta pérdida de credibilidad de la Iglesia chilena en la opinión pública, “deberá saber moverse fuera de los programas preestablecidos y de los protocolos de un viaje que se preanuncia complicado. Incluso puede ser el más complejo de sus cinco años de pontificado”.
“Hemos tenido problemas serios de abusos que no sólo se han publicado, el periodismo te busca y te revuelca, eso ha generado una desconfianza en la Iglesia. No sólo los políticos y las instituciones perdieron credibilidad en los últimos años. Por esto la misma Iglesia es hoy, dentro de América Latina, la menos prestigiada”, aseguró Fernando Montes, sacerdote y amigo de vieja data del Papa, con quien coincidió como provincial de la Compañía de Jesús en Chile, en La Stampa.
“Todos tienen aún en la memoria el caso de Fernando Karadima. Un poderoso sacerdote, párroco de una tradicional iglesia de un barrio acomodado en Santiago, formador de vocaciones y “hacedor” de obispos. Su obra, que incluía una asociación pía, se derrumbó cuando se conoció su propensión a abusar de jóvenes bajo su cuidado”, agrega la publicación italiana.
El sábado y siguiendo con la tradición, antes de cada viaje, Francisco visitó la Basílica de Santa María Mayor en Roma para encomendarle su peregrinaje a la Virgen. En la celebración Bergoglio hizo un fuerte llamado a acoger a los migrantes, pese a lo que calificó de “legítimos temores y dudas que su llegada genera en las poblaciones locales”. La declaración se da en un escenario que en Chile se ha vuelto complicado con la llegada masiva de migrantes, ya no solo peruanos ni bolivianos sino que también colombianos y haitianos, que, en un gran número, han tenido problemas de adaptación, laborales, actos xenófobos y abusos. La ley chilena debe modernizarse y de acuerdo a la nueva realidad del país, coinciden muchos actores.
Es esperable, entonces, que el Pontífice reitere lo dicho en Roma: “las expulsiones colectivas y arbitrarias de emigrantes y refugiados no son una solución idónea, sobre todo cuando se realizan hacia países que no pueden garantizar el respeto a la dignidad ni a los derechos fundamentales”.
Su agenda incluye una visita a la Cárcel de Mujeres, en San Joaquín; la Universidad Católica y el encuentro con los jóvenes en Maipú. Su gira tiene planificadas cerca de 10 actividades oficiales, donde no se sabe con certeza que otros temas abordará.
Lo claro es que se juntará con los obispos y el mundo consagrado en la Catedral, donde podría referirse a la situación de la Iglesia mundial y chilena.
El costo de la organización de la visita ha sido otro de los focos de conflicto de este evento, unos 4 mil millones de pesos. Este monto generó de inmediato la molestia de muchos ciudadanos que criticaron que se usara plata del Estado para pagar por la visita del líder de una religión que, si bien es mayoritaria en el país, no representa al total de los chilenos.
Pero las revelaciones de varias denuncias por abuso sexual de parte de sacerdotes en los últimos años, y su encubrimiento por parte de altas autoridades eclesiásticas del país, será el tema más conflictivo que deberá tratar Bergoglio. Se habla que son 78 clérigos los que fueron denunciados públicamente por abuso sexual de menores en Chile, la mayoría de ellos ocurridos a partir del año 2000. Tal situación ha horadado la fe católica y la confianza en la Iglesia. De hecho, se estima que de un 70 por ciento de la población en 1987 (año en que vino Juan Pablo II), los adherentes han bajado a 66 por ciento en 2007 y a 59 por ciento el año pasado.
Según Emol, en Iquique, al extremo norte del país, la misa será dedicada a la Virgen del Carmen, pero, además de la religiosidad popular, los migrantes ocuparán un lugar significativo del mensaje en Tarapacá. El sacerdote Juan Carlos Cortez, que trabaja con inmigrantes haitianos en la Parroquia San Saturnino, explica que “viene a visitarnos un Papa que tiene un corazón muy sensible frente al tema de la migración y que ha hecho llamados internacionales, a todos los gobernantes, a abrir las puertas y tomar una postura de acogida, de integración y de protección, con todos”.
Sobre el posible mensaje que puede dar en Playa Lobito, el presbítero cree que el Papa “no va a adaptar el discurso, sino que mantendrá lo que ya ha dicho anteriormente, que es un llamado a vivir esta realidad con un espíritu de naturalidad. No verlo como un fenómeno amenazante o peligroso, sino que asumir que es una nueva etapa en nuestro proceso demográfico y que el derecho humano no está enmarcado por el lugar de origen de las personas”.
Mate frío y sopaipillas (un plato muy popular) será la comida que compartirá el Papa en su visita al Santuario del Padre Hurtado, donde se reunirá con los jesuitas y distintos rostros de la pobreza en Chile. Un lugar clave para abordar la situación que afecta a los más de dos millones de chilenos que viven bajo la línea de pobreza.
Por el lado político, hoy tras la una reunión con autoridades de la sociedad civil y con el cuerpo diplomático del Palacio de Gobierno, sostendrá un encuentro privado con la presidenta Michelle Bachelet. Además de aquellas autoridades, el presidente electo Sebastián Piñera también estará invitado a la actividad. Sin embargo, según detallaron del Ejecutivo, “no está contemplado” un saludo del Papa al líder de Chile Vamos.
“No está contemplado un saludo al presidente electo”, señaló ayer el canciller Heraldo Muñoz. “El protocolo del Vaticano es que habrá un saludo a la sociedad civil, a las representantes del gobierno, dos discursos y luego una reunión separada de los dos jefes de Estado a solas”, agregó.
Sin embargo, el ministro precisó que “no puedo excluir la posibilidad de que en algún momento lo salude, es algo que no puedo predecir”.
Sin duda “un viaje que no será fácil”, pero que puede cambiar el rumbo de la Iglesia chilena para siempre, tal como hace 30 años Juan Pablo II, pasó a la historia cuando llegó a Chile para aplacar los ánimos en medio de una dictadura que secuestraba, torturaba y secuestraba, a manos del peor dictador de este lado del mundo.