“Es parte de la ofensiva para desarticular lo que desde el gobierno de la provincia de Buenos Aires y en sintonía con el gobierno nacional perciben como un factor de poder que es necesario limitar al máximo”, señaló a PáginaI12 el diputado de Unidad Ciudadana, Hugo Yasky, en referencia a la demonización del sindicalismo que promueve el gobierno al impulsar la desafiliación a los gremios docentes bonaerenses. “Ven los sindicatos como expresiones de una construcción social y colectiva que les es hostil, quisieran hacerlos desaparecer”, agregó el gremialista docente y titular de la CTA de los Trabajadores.
–¿La estrategia del gobierno es pegar la figura de sindicatos con malos ejemplos como el (secretario general de Soeme, Marcelo) Balcedo a otros gremios?
–Ninguno de los movimientos que dan son inocentes. Balcedo les da combustible para prender distintas hogueras, como poner en la misma sintonía la situación de los gremios docentes con la de Balcedo que no tiene absolutamente nada que ver. La agremiación a los sindicatos docentes es absolutamente libre y voluntaria, de hecho en la provincia de Buenos Aires hay varios sindicatos docentes y todos se caracterizan por disputar legítimamente la afiliación apelando a la conciencia y la voluntad de los propios docentes. A Balcedo lo utilizan para establecer un paralelismo forzando la realidad, tratando de generar la idea de que la fortaleza de los gremios docentes responde al mecanismo de la afiliación compulsiva y está claro que es esto lo que les molesta. Les preocupa mucho porque es uno de los obstáculos que, entre otras cosas, tienen para tratar de depreciar el valor de las paritarias en el sector público.
–¿Atacan a las organizaciones populares porque es donde ven el problema para avanzar con sus reformas?
–Acallar las voces disidentes, tratar de disciplinar socialmente a los trabajadores y establecer una especie de toque de queda en el funcionamiento de las organizaciones libres del pueblo forma parte de la razón de ser de un gobierno que podemos definir de los ricos y para los ricos. Para ellos los sindicatos, por representar una voluntad colectiva, forman parte de la disidencia independientemente de como piensen sus dirigentes. Los sindicatos son formaciones populares que ellos creen que deberían desaparecer, ser borrados del mapa. Están convencidos de que la Argentina no puede resolver esa correlación de fuerzas que les impide borrar de cuajo todos los derechos adquiridos y que vinculan con la historia del peronismo. Ven a los sindicatos como expresiones de una construcción social y colectiva que les es hostil. No hay nada de lo que hacen en el continuo de sus decisiones de gobierno que no tenga que ver en algún punto con debilitar, desprestigiar y erosionar las fuerzas de los sindicatos.
–¿La promoción de la desafiliación se inscribe en esta línea?
–Es una ofensiva que forma parte del intento de la reforma laboral que están impulsando. Es parte de la ofensiva para desarticular lo que desde el gobierno de la provincia de buenos aires en sintonía con el gobierno nacional perciben como un factor de poder que es necesario limitar al máximo y en lo posible desarticular que es el movimiento sindical. Para el gobierno de Macri y para el de Vidal el sindicalismo es una expresión que significa de hecho un obstáculo en el objetivo que se han trazado que es bajar el costo laboral, reducir los derechos de los trabajadores para eso y fundamentalmente lo ven como una presencia hostil a su objetivo que es degradar las conquistas laborales y salariales de todos los colectivos de trabajadores porque no lo hacen solo con el sector público sino también con el privado. Hay que recordar la famosa advertencia de (el ministro de Trabajo, Jorge) Triaca respecto de que había una cantidad de organizaciones sindicales que no firmaban convenios y había que reducir el numero de sindicatos. La historia de la derecha tiene esa especie de contradicción que forma parte de su ADN. Desde que Sarmiento dijo “Civilización o Barbarie” ellos fueron la civilización, aun con métodos bárbaros, arrasando la democracia y las libertades públicas, los derechos de los sectores populares. Impusieron una lógica que todavía hoy vincula la práctica de los sindicatos, la libertad de expresión, los movimientos estudiantiles, los derechos de las mujeres, la justicia social, como parte de esa nebulosa que denominan la barbarie, el populismo.