Si la que arenga “Compañeras, nos vemos en las calles” es Myriam Bregman, la cita es posta. Y no es una forma de planear el futuro sino una manera de describir su presente continuo. La calle según Bregman es esa esquina donde se amuchan el espacio público, la organización colectiva, la incidencia política y la movilización social. 

“Queremos desatar la rebeldía. Compañeras, ¡nos vemos en las calles! Pongamos en pie comisiones de mujeres en cada barrio, en cada escuela, en cada universidad y especialmente en cada lugar de trabajo para arrancar nuestros derechos!”, gritó micrófono en mano, enfundada en una camisa celeste de popelin, en el acto que la izquierda hizo el 19 de noviembre en Atlanta. 

Bregman acaba de entregar su banca como diputada del PTS/FIT pero no suelta sus causas: contra la violencia de género, por la paridad legislativa, por la despenalización del aborto, contra “el imperialismo yankee que ahora cambia de manos”, por el Estado laico (“denunciamos la nueva centroizquierda papal, esos que se plantean progresistas pero van a arrodillarse al Vaticano”), contra las jubilaciones de privilegio, por la reparación a las víctimas del colectivo LGBT, por la liberación de Milagro Sala (“pese a las profundas diferencias desde el primer minuto reclamamos su libertad”). 

La creadora del PTS (Partido de los Trabajadores Socialistas) y del CeProDH (Centro de Profesionales por los Derechos Humanos) es hija de un maestro. Creció en Timote, Buenos Aires, un típico pueblo ferroviario donde pasó algo atípico: allí Montoneros mató a Aramburu. Apenas recibida, en los 90, ella ya defendía el proceso de fábricas recuperadas y participaba en juicios por delitos de lesa humanidad.

¿Su origen pueblerino o su cintura política serán los responsables de tanta sencillez y don de gente? Fue mientras estudiaba abogacía y era empleada del Banco Hipotecario que le dio por leer libros sobre la militancia de los 70. “Así me hice de izquierda en general”, contó en una entrevista emitida en La Izquierda Diario TV, plataforma que muestra el uso estratégico que su partido les da a las redes sociales. “Si queremos transformar la vida tenemos que aprender a mirarla a través de los ojos de las mujeres”, repite hoy, citando a Trotsky, la referente de Pan y Rosas. Pan y Rosas es la gran comisión dentro del PTS que nació en el 2003, luego de un Encuentro Nacional de Mujeres, el de Rosario; un colectivo feminista que planta banderas violetas en América latina y en algunos países de Europa.

En España generó polémica un comentario de Pablo Iglesias (Podemos): señaló que la feminización de la política no se logra sólo con incorporar más mujeres a los espacios legislativos. ¿Qué opinás, siendo la paridad uno de tus proyectos como diputada?

Es la discusión que se da también acá. Y es así: no se trata sólo de incorporar mujeres sino de incorporar las medidas que las mujeres necesitan. Siempre pongo el ejemplo de cuando se sacan la foto con el cartel de #NiUnaMenos: no falta nadie, pero después cuando se discute presupuesto no hay presupuesto, no se hacen los refugios necesarios, no hay créditos para la vivienda, no hay prioridad en las vacantes escolares para lxs hijxs de las mujeres víctimas de violencia. Tampoco hay que minimizar la importancia de la representación: no es lo mismo una Constitución que prohíba que seamos presidentas, no es lo mismo si hay voto femenino que si no lo hay. Una cosa es la igualdad real y otra cosa, la formal. Pero también queremos igualdad ante la ley; en los debates a veces se llega al otro extremo de plantear: ¿para qué queremos igualdad ante la ley si es todo mentira? ¡También la queremos aunque sabemos que con eso solo no alcanza! Como dije en el acto de Atlanta: cada una de estas peleas fortalece la lucha de las mujeres.

Lo que ayer era la grieta K/anti K, ¿hoy es la grieta “Ni una menos” y quienes reaccionan “¡Ni uno menos!”?

Claro que hay una brecha entre los que defienden el patriarcado y los que no. Por eso nos enorgullece que nuestros compañeros trabajadores hayan estado a la cabeza de impulsar el paro del 19 de octubre.

¿De que forma incidieron en la vida legislativa el Ni Una Menos y el Paro de Mujeres?

Vemos contradicción entre discursos y hechos. Tras las impresionantes movilizaciones, los reclamos de las mujeres se instalaron en la agenda nacional. Pero siguen sin votarse las leyes que podrían mejorar su situación. Más allá de la opinión de algunas diputadas, la disciplina partidaria ha hecho que durante los años de kirchnerismo no se pueda tratar, por ejemplo, el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo, y en este año de gobierno de Cambiemos se repite la historia. Pero por otra parte, hemos logrado un amplísimo pronunciamiento por la libertad de Belén; acompañamos las iniciativas que proponen la reparación histórica a las víctimas del colectivo LGTB, que sigue siendo objeto de la violencia institucional y del hostigamiento de las fuerzas de seguridad. 

Por el alcance federal de Pan y Rosas, ¿se sienten los beneficios del Protocolo ILE (Interrupción Legal del Embarazo) en las provincias que ya declamaron su adhesión?

El Protocolo fue un paso importante pero se dejó la definición de cómo proceder en manos de cada provincia y de la presión de los sectores más reaccionarios, en especial de la Iglesia. Lo acabamos de ver en la Provincia de Buenos Aires con la negativa a implementarlo por parte de la gobernadora Vidal, o en Salta con caso de Juana, la niña wichi violada. El mapa de nuestro país termina siendo una muestra de cómo el propio Estado garantiza que se puedan vulnerar “legalmente” los derechos de las mujeres.

Como abogada y como militante, ¿qué le recomendarías hacer a una víctima de violencia de género o de homo-lesbo-transfobia?

Sin dudas, la organización con otras personas que sufren la misma situación o que luchan contra esos agravios es clave. Realizar la denuncia y demás, es una decisión personal. Esto no quita que hay que señalar las responsabilidades que tiene el Estado. Hoy las respuestas ante la violencia contra las mujeres y el colectivo LGTB son desastrosas. Ante cada pedido de auxilio, las instituciones del Estado responden culpabilizando a las mujeres. Así pasó con los siete femicidios que ocurrieron en Entre Ríos en las últimas semanas: la mayoría de ellas había realizado la denuncia, había órdenes de restricción perimetral para los femicidas, pero nada de eso fue suficiente. Realizar la denuncia puede ser inevitable, pero más aún lo es organizarse con otras mujeres y colectivos para defender nuestros derechos, para que verdaderamente no haya Ni Una Menos.

¿Te preocupa el futuro del Ministerio Público Fiscal y de la UFEM (Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres)? Por otro lado, hay posibilidades de que el travesticidio de Diana Sacayán quede impune...

Sí, por eso desde el PTS en Frente de Izquierda cuestionamos el proyecto de modificación de la Ley de Ministerio Público. Tiene elementos preocupantes como la creación de una Procuraduría contra el Terrorismo, de tinte persecutorio, y la eliminación de la UFEM. En ese marco todo lo demás es parte de una reforma netamente reaccionaria. No conozco las vicisitudes de la causa judicial, pero estuve hace poco en una audiencia en el Congreso en la que estuvo su hermana y fue increíble, cuando la nombraron fue aplaudida de una manera emocionante. Es una pelea particular porque el poder judicial es misógino, machista y discriminador. Doy fe de que a los abogados les debe costar el doble, porque les toca pelear contra todo un funcionamiento patriarcal de la justicia.

¿Cómo sigue tu vida ahora, después de haber terminado tu ciclo como diputada del FIT?

Vuelvo a estar bien apasionada en defender las fábricas recuperadas. Representan una experiencia maravillosa: el caso Zanon recorrió el mundo. Pero en el mercado capitalista todo es difícil. Hoy a Zanon lo perjudica la caída de la construcción. Enfrentan esta coyuntura difícil y otros problemas de fondo, relacionados con la ausencia de políticas específicas. Estamos preparando una marcha para el 20 de diciembre. Vamos a reclamar, además, por las condiciones laborales de las mujeres que ya eran preocupantes y hoy se agravan: mientras 1 de cada 3 son jefas de hogar, más del 50 por ciento lo hacen en condiciones precarias. La historia de las luchas sociales en Argentina es en gran parte la historia de las mujeres que enfrentaron las crisis políticas, económicas y sociales con su coraje, su abnegación y su combatividad. Hablo de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo pero también de las obreras de Brukman. Por eso en Pan y Rosas resaltamos el peso de la militancia en los lugares de trabajo. Nos merecemos un movimiento de mujeres bien inserto en las fábricas y en los lugares de trabajo porque ahí se siente más la opresión y explotación.

Si pudieras elegir, ¿en qué país del mundo te gustaría volver a ser legisladora?

En cualquier país usaríamos las bancas al servicio de las luchas, verdaderas impulsoras de la transformación social. Pero también, para denunciar que en la mayoría de los casos se legisla para los intereses de las clases dominantes.

 

"La disciplina partidaria ha hecho que durante los años de kirchnerismo no se pueda tratar, por ejemplo, el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo, y en este año de gobierno de Cambiemos se repite la historia. Pero por otra parte, hemos logrado un amplísimo pronunciamiento por la libertad de Belén; acompañamos las iniciativas que proponen la reparación histórica a las víctimas del colectivo LGTB, que sigue siendo objeto de la violencia institucional y del hostigamiento de las fuerzas de seguridad."

Juana Ghersa