Las luces de alarma se encendieron en el sector vitivinícola en las últimas semanas tras los datos oficiales sobre importación de vino. Al 20 de octubre habían ingresado 400 mil litros, mayormente de Chile: al 30 de noviembre se llegó a 1.280.000 litros.
La información fue elaborada por el Instituto Nacional de Vitivinicultura y generó que el sector viñatero saliese a pedir medidas a la Nación: ya hubo una reunión el martes en la Secretaría de Comercio y su titular, Miguel Braun, hizo saber que no habrá controles para aliviar la situación en términos de competitividad. O sea, no se piensa en poner aranceles.
Fuentes del Instituto expresaron a este diario que “el gobierno apuesta claramente a una apertura comercial en el sector, sin controles, y así quedó claro ante los representantes del sector”.
El mayor importador es Chile, que importó desde enero 17 mil hectolitros. De ese total, sólo se fraccionaron 295 hectolitros; esto es, lo que se compró suelto y se etiquetó acá. El resto, 16.790 hectolitros, se compró a granel: llegó la botella directamente a la góndola. Ningún otro país importó a granel a la Argentina. Italia y España son los que más fraccionaron después de Chile, con 216 y 162 hectolitros, respectivamente.
Para Carlos Fiochetta, gerente general de la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar), que agrupa a productores de las provincias vitivinícolas, “hay una relación directa con la última cosecha, que fue la peor en 60 años”. Se estima que la producción cayó un 35 por ciento, y eso llevó a la opción importadora “por una cuestión de competitividad”.
La alternativa de no poner arancel a la importación por parte del gobierno nacional generó mayor nerviosismo. “La única posibilidad sería actuar a nivel provincial, pero el margen es muy limitado. Tal vez se podría innovar en ingresos brutos”, relató a Página/12 el gerente de Coviar.
“Habrá que esperar hasta febrero, cuando sea la vendimia. Yo no veo posibilidad de alguna medida a esta altura. El productor no vería nada, porque ya estamos al final de la etapa de cosecha”, siguió Fiochetta.
Con todo, el gobierno sanjuanino prepara un impuesto para gravar el fraccionamiento de vinos importados. “Tenemos vino en toda la región y las importaciones dificultan obtener un buen precio, que es lo que peleamos siempre con los viñateros”, apuntó Andrés Díaz Cano, ministro de la Producción., quien además criticó la inacción del gobierno nacional. “Eso va en desmedro de la economía provincial, porque tenemos un stock importante de vino en la región. Entendíamos que el apoyo de la Nación debería haber sido no dejar entrar el vino o poner una medida restrictiva, como se hace en cualquier país del mundo”, consideró el funcionario.
Eduardo Córdoba, de la Asociación de Viñateros, estuvo en la reunión con los funcionarios nacionales. “Lo que nos dicen es que la balanza comercial con Chile tiene un saldo positivo de 1600 millones de dólares, y que eso no amerita arancelar la importación. Aparte que eso generaría una respuesta chilena para productos argentinos”, afirmó a este diario.
Según el dirigente viñatero, “modificar las cargas tributarias de los productores sería un alivio, todo lo relativo al Formulario 931 significaría algo positivo”.
Al igual que Fiochetta, ve una causalidad entre la suba de la importación y la mala cosecha. “Hay quienes no pudieron sostener su cadena de producción y comercialización”, apuntó en relación a una cosecha en la que no hubo escasez, pero el vino sobrante fue para tres meses, cuando lo ideal sería a partir de cinco meses.
También consideró que el margen de acción para una acción del estado es escaso, debido a que la vendimia ya está próxima.”Hay que sortear esta etapa y reformular las estrategias de cara a la siguiente cosecha para evitar situaciones como esta”, estimó Córdoba.