El sistema de medios públicos argentinos está siendo desguazado. Con efecto homeopático pero constante, las pantallas estatales sufren un ajuste que pone en peligro –sino su continuidad– al menos su calidad. Ayer le tocó el turno al Canal de la Ciudad, dependiente del gobierno porteño, donde 19 trabajadores fueron despedidos, sumándose a otros cinco que habían corrido la misma suerte la semana anterior. Lo que ocurre en la señal perteneciente al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no parece tratarse de un hecho aislado, sino más bien de una política cultural cada vez más explícita de Cambiemos, que se desnuda ante la evidencia de los hechos. En el último mes, sin ir más lejos, todos los medios públicos sufrieron –sufren– recortes. Una concepción que parece responder a aquella vieja idea de Mauricio Macri, cuando en 2007 y en plena campaña electoral a Jefe de gobierno había anticipado que iba a “cerrar” el canal porque “tenía cero rating”. En aquél momento, ante el rechazo que generaron sus palabras, tuvo que volver sobre sus pasos. Una década después, el fantasma del “vaciamiento” sobrevuela la totalidad del sistema de medios públicos.
Esta vez, los despedidos en el Canal de la Ciudad fueron “notificados” con la informalidad de un mensaje de mail y sin que las autoridades de la señal le dieran la posibilidad de retirar sus pertenencias de sus lugares de trabajo. “Trabajo acá desde hace diez años, ayer empecé las vacaciones y hoy (por ayer) a las 7.37 me llegó el mail de recursos humanos, firmado por Eduardo Cura (director de la señal), que decía que me desvinculaban. Hace diez años que soy editora del canal y edité muchos ciclos y no voy a tener ningún tipo de indemnización ni nada”, contó una editora del canal que fue cesanteada. Los 19 trabajadores despedidos tenían contratos precarios desde hacía años. Las autoridades levantaron la programación de ayer y dispusieron personal policial en la puerta. Ante la falta de respuestas, los trabajadores realizaron una permanencia pacífica en el edificio de la señal, que por la tarde se levantó al conseguir una reunión en la Subsecretaria de Trabajo del gobierno porteño para hoy.
Creado en 2003, bajo el nombre de Ciudad abierta, el canal estatal supo expresar –aún con los cambios en sus administraciones artísticas– las diferentes expresiones culturales que conviven en la Ciudad de Buenos Aires. Los realizadores Adrián Caetano, Mariano Cohn y Gastón Duprat fueron algunos de los directores que –con sus diferencias– le dieron lugar a la movida cultural porteña. Si bien en su campaña a jefe de gobierno Macri había hecho pública sus intenciones de cerrarlo, lo cierto es que la señal se mantuvo –con bajo presupuesto y no sin conflictos– en su gestión y en las de Horacio Rodríguez Larreta.
Aquella visión mercantilista sobre la cultura expresada por el actual presidente (“no lo ve nadie”, “tiene cero rating”, “se gasta mucho dinero”, había argumentado) es la que por estas semanas parece haberse extendido a la totalidad del sistema de medios públicos argentino. Basta repasar lo sucedido en el último mes: se cerró el departamento de contenidos de la TDA (160 trabajadores en la calle); se redujo a la mitad la planta de trabajadores de los canales Encuentro, Pakapaka y DeporTV (34 despedidos y 89 retiros voluntarios); se despidió a 16 trabajadores en Radio Nacional; y en la TV Pública se abrió un plan de jubilaciones anticipadas y los trabajadores denuncian un ajuste.
A la reducción del personal, hay que sumarle la merma en la producción en todo el sistema de medios públicos, que se manifiesta en la calidad de sus programaciones. En la TV Pública, por ejemplo, ya no hay noticieros los fines de semana y el único ciclo que se produce actualmente por fuera del área de noticias es Cocineros argentinos (en realidad se trata de una coproducción con Kapow). En Radio Nacional, la AM 870 replica por la noche la programación de la FM Folclórica y el mes que viene hará lo propio con la de Nacional Rock. En Encuentro, Pakapaka y DeporTV abundan los “enlatados” y las constantes repeticiones. Basta hacer un zapping por sus pantallas para constatar que la oferta audiovisual de los medios públicos cada vez es menos atractiva. Hay un dato que lo confirma: en los últimos dos años, la audiencia de Nacional cayó un 85 por ciento y la de la TV Pública un 57 por ciento.
Pese a lo que para muchos es evidente, ayer Hernán Lombardi volvió a defender su política al frente del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos. “Nosotros –dijo– creemos en los medios públicos, para la democracia argentina es muy importante tener los medios públicos. Creemos que tiene que haber una buena TV Pública, una buena Radio Nacional, Encuentro, Paka Paka, DeporTV, tienen que ser bien programados, de excelencia. Simultáneamente tenemos que tener una política de austeridad. Había habido abusos, eso no quiere decir que no haya muy buena gente, pero cuando yo te digo que el promedio de sueldos es de 85 mil mangos, hay un abuso. Si alguien que ponía el auto para trabajar pedía 28 mil más por mes… Nosotros tenemos que cuidar la guita de los que nos están escuchando. Queremos hacer algo de calidad, saber que hay mucha gente que labura y bien, sin abuso. El sistema se fue deformando, los que estamos en el medio sabemos”.
Bajo el rancio argumento de la “optimización” de los recursos del Estado, el gobierno de Cambiemos parece haber comenzado un proceso de ajuste que viene a revertir la política de ampliación y desarrollo que el kirchnerismo –con sus dificultades y errores– había implementado en los medios públicos, como una manera de equilibrar un sistema de medios con una fuerte impronta comercial. Cada gobierno tiene derecho a imprimirle a cada área su propia impronta. Lo más lógico, en todo caso, es que la explicite con claridad y sin falacias. ¿Cuál es, para la actual gestión, el rol que deberían tener los medios públicos en el mapa audiovisual?