desde El Bolsón
Desde el 2009, año de su nacimiento, el festival de diversidad de El Bolsón puso en discusión aquella consigna turística plasmada en un cartel de la Plaza Pagano: “Aquí lo mágico es natural”. Era necesario poner en tela de juicio esa idea de lo natural en oposición a lo político. Había toda una idea hegemónica de naturaleza reinante que impedía la visibilización de identidades no heterosexuales. Esa fue la semilla de todo. Era necesario mostrar a ese pueblo que pregonaba amor, paz y naturaleza pero que tapaba identidades de disidencia sexual y encubría (encubre) machismos constantes. Desde el comienzo, el Festival propuso la militancia desde el arte, politizar el arte, pensarnos y sentirnos en el intercambio de experiencias, con música, cine, fotografía, muralismo, talleres y jornadas de montaje de carrozas con colores y ramas de árboles. Las primeras ediciones del festival denunciaban con carrozas llenas de Reinas (travas y plebeyas) al machismo degradante de las elecciones de la “Reina Nacional del Lúpulo” (la fiesta popular de El Bolsón). Después se sumaron las invitaciones artísticas, los talleres, y los debates desde Mosquito Sancineto, Susy Shock, Marlene Wayar, Claudia Pía Baudracco, La Cosa Mostra, Gabo Ferro, Flopa, Valeria Cini, Pollerapantalón, hasta Sara Hebe, Torta Golosa, Bife y todas las bandas de este año.
El festival mutó de formas y perspectivas, desde el Primer Festival patagónico por la Diversidad Sexual organizado por Puertas Abiertas al Sur, al actual Festivxl de la Diversidad (sin “sexual”) organizado por una grupa dinámica y cambiante. Pasó de tener apoyo económico del Estado (INADI, Provincia, municipio) a ser un espacio de autogestión y autonomía y a pelear contra la burocracia municipal que exige requisitos incumplibles excusándose en una ordenanza sancionada de urgencia para controlar los eventos culturales del verano. Pasamos de luchar por la Ley de matrimonio igualitario, a denunciar la homonorma del consumo capitalista. Luchamos por la sanción de la Ley de Identidad de Género marchando con Claudia Pía y ahora exigimos su aplicación. Pasamos de luchar por la visibilidad de nuestros afectos y cuerpos, a decir -como dice la Susy Shock- “No queremos ser más esta humanidad”. Pasamos de empezar a gritar “Acá estamos” y nombrarnos como putos, tortas, travas, mostres, a la primera “Cumbre Trava Trans patagónica” y a pensarnos y reconocernos maricas mapuches, no binaries y disidentes. Gritamos contra Bergoglio y a favor del aborto y contra Lewis, Benetton y el saqueo de los territorios.
Después de organizar las primeras cuatro ediciones del festival “Puertas Abiertas al Sur” se disolvió. En 2013 el festival tomó vuelo propio y un grupo decidió sostener la organización. Año tras año, festival tras festival, las discusiones y la cantidad de gente que se acercaba cada verano fue creciendo. Todas fuimos creciendo. Y los contextos fueron cambiando. Este año, sin ir más lejos, el festival se realizó con un territorio militarizado, las fuerzas armadas de la provincia y la gendarmería hicieron campamento en nuestro pueblo e instalaron (recrudecieron) la represión. Con el asesinato a manos de la Prefectura de Rafael Nawel y la desaparición y muerte de Santiago Maldonado se instaló mediáticamente la “necesidad de control” de la Patagonia y el Gobierno Nacional envió sus patrullas para que el turismo “no se espante”. Obviamente el festival no estuvo ajeno a esto. La presencia policial se sintió durante todo el encuentro y profundizó la necesidad de crear estrategias de cuidado colectivo.
Diez años no son nada y a la vez es toda nuestra vida festivalera, los aprendizajes, las discusiones internas y colectivas, las amistades y los cansancios, las amigas y compañeras que ya no están, las que nacen y florecen todos los días. Diez años que nos muestran y demuestran que la herramienta más poderosa que tenemos sigue siendo el encuentro, la insistencia y la existencia: en las calles, en las plazas, en las carpas y en las camas.
“¡Acá están, estas son, las maricas de El Bolsón!”