“La recuperación del consumo masivo no fue como se esperaba en 2017”. Así lo definió la consultora Kantar, que registró que el año pasado hubo una nueva caída de consumo del 1 por ciento. El estudio ya había registrado una contracción del 4 por ciento en 2016 respecto de 2015, pero en el último semestre había asegurado que la recuperación de la economía era firme y que 2017 cerraría con una avance de la demanda de productos masivos. Sin embargo, los datos finales contradijeron ese pronóstico. La información deja en evidencia que el año pasado fue nuevamente de caída del salario real para sectores vulnerables de la sociedad y que el rebote del mercado interno medido por el Indec no llegó a todos por igual.
“El comportamiento del consumo hace que iniciemos con un arrastre bajo para 2018, con expectativas no mayores al uno por ciento de crecimiento para el primer semestre”, dijo Federico Filipponi, director de Kantar. El estudio, tras plantear un fuerte optimismo en 2017 que no se cumplió, ahora se muestra moderado. En la primera parte del año ya se anunciaron ajustes sobre los combustibles, las tarifas de luz y gas y el transporte, que provocarán un nuevo impacto en el poder de compra de la población.
Diciembre, el mes de las fiestas, fue muy malo para el consumo masivo. Cerró con niveles de ventas idénticos a los de diciembre de 2016, cuando se anotaron volúmenes de consumo muy bajos respecto del año anterior. Algunos rubros como las bebidas y el cuidado personal, que habían crecido entre octubre y noviembre, marcaron caídas de 2 y 2,5 por ciento, respectivamente. Los peores resultados se anotaron en las categorías de los lácteos, que cerraron con un retroceso del 5 por ciento en las ventas en el último trimestre y completaron el año con una caída del 7 por ciento.
El pronóstico de consumo privado para 2018 no es alentador. Los sectores de mayor propensión al gasto, es decir jubilados y sectores con programas sociales, recibieron un ajuste en sus ingresos por la reforma previsional, que implica una menor capacidad de compra y, por tanto, un nuevo impacto para el consumo. Los sectores asalariados tendrán dificultades para negociar paritarias por arriba de los precios. El Gobierno quiere ponerle un techo a la suba de los salarios del 15 por ciento, pero en el mercado estiman una inflación para este año arriba del 20 por ciento.