Las francesas ejercen el SAP
Liliana Daunes, comunicadora feminista: He aquí el verdadero Síndrome de Alienación Patriarcal (SAP)” me dije, al leer la carta firmada por las cien glamorosas francesas. Con estas voceras inesperadas se muestra claramente el Síndrome de Alienación Patriarcal. Ya lo decía otra francesa, la querida Simone de Beauvoir: “El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos”. Es negar la historia -o ignorarla- endilgarnos lo de puritanas cuando fuimos las feministas quienes, en tiempos en que las mujeres decían no haber sentido nunca un orgasmo, pusimos en debate el deseo, el placer, las caricias, los juegos eróticos, el clítoris. También demostramos que lo personal es político y que lo sexual es político. Y que somos sujetas de placer, no objetos.
“La seducción insistente no es delito ni la galantería agresión”, escribieron, y estoy de acuerdo. Pero si no hay consentimiento la insistencia es presión y puede volverse acoso. Lo importante es el respeto. Creo que la mayor libertad sexual la trajo el feminismo y quien más atenta contra nuestro derecho al placer es el machismo. Ser mujer no te hace feminista y todas, todos, todes, estamos atravasadas por la cultura y la educación patriarcal, colonialista, sexista, racista, capitalista. Contra todas esas opresiones muchas feministas luchamos.
¿Conoces a algún abusador sexual que lo admita?
María Feliciana Bilat, madre protectora: El manifiesto está plagado de misoginia y machismo en cada una de sus palabras. No responsabilizo a esas mujeres, sino al patriarcado que nos meten en la cabeza desde el momento de nacer. Revictimiza a las mujeres que fueron/son (fuimos/somos) víctimas de acosos sexuales diarios y cuasi glorifican a los pobres varones que “solo se equivocaron al tocar una rodilla” o “tratan de robar un beso”. Tocar una rodilla sin el consentimiento de la otra persona es abuso. Los besos no se roban, se piden. Robarlos implica abusar. “Al borde del ridículo” expresa el manifiesto. Ridículas son sus justificaciones a varones acosadores y violentos. Y odiamos, sí, odiamos a los varones abusadores, pedófilos, violadores, violentos. Odiamos al patriarcado, a los que oprimen.
En Argentina los abusos sexuales que se cometen son de una magnitud alarmante. Como militante sobre los derechos de niñas, niños y adolescentes y como madre protectora escucho relatos casi a diario. En la mayoría de los casos se trata de abusos intrafamiliares. El sistema judicial argentino, también predominante por sus violencias machistas, condena a las madres protectoras. No escucha las voces de niños, niñas y adolescentes y, mucho menos, las toma en cuenta. Aquellas que fuimos víctimas de abusos y/o acosos sexuales y lo denunciamos en la justicia, somos nuevamente víctimas de este poder. Reinventamos herramientas para defendernos, defender a nuestros hijos e hijas, defender a todes les niñes. Porque los abusos sexuales existen. Los acosos también. Me gustaría preguntar, ¿conoces algún abusador sexual que admita serlo?
Los varones no necesitan defensoras
Lilián Abracinskas, feminista uruguaya y Directora de Mujer y Salud en Uruguay (MYSU): La declaración de las francesas me pareció Inoportuna en un momento donde la denuncia sobre acoso y violencia sexual adquiere una dimensión pública inigualable y una adhesión antes inimaginable. También innecesaria porque los varones no necesitan defensoras y menos aún quienes sustenten su derecho a importunar. Si el riesgo es cristalizar a las mujeres en el rol de víctimas como dicen preocuparles tanto peor es continuar sosteniendo su rol de reproductoras de la cultura sexista y los privilegios masculinos. Además, tiene un sesgo generacional: las mujeres firmantes demostraron ser poco sensibles y empáticas ante el hartazgo de las generaciones más jóvenes que no están dispuestas a tolerar más las reglas del juego establecidas y la falta de libertad que conllevan las prácticas y costumbres machistas. Siempre tendremos tiempos y momentos para discutir matices y profundizar sobre posibles sesgos moralizantes, pero no así, ni en este momento.
Por una cultura en donde el buen sexo sea posible
Catalina Ruiz Navarro, feminista colombiana residente en México y editora de Volcánica: Las mujeres que denunciamos la violencia sexual queremos más que simple sexo consentido. Y sí, quizás muy pocos de los hombres con los que hemos tenido sexo pasan ese mínimo. Lejos de ser puritanos, todos los movimientos en los que las mujeres hablamos en voz alta sobre la violencia sexual que vivimos a diario, en todos sus niveles, son movimientos que exigen una cultura en donde el buen sexo, que es el sexo consentido y bienvenido, sea posible. Nadie está negando la agencia de las mujeres ni su capacidad para seducir. Al contrario, estamos pidiendo que la voluntad y los deseos de las mujeres se tomen en cuenta en nuestras prácticas de seducción.
Francia decepciona, las mujeres no
Anaïs Dubois, periodista, corresponsal francesa en Argentina: Cuando descubrí la tribuna, me sentí invadida por la tristeza. La de volver a leer, otra vez, los cinco argumentos que el machismo agita, permanentemente para destruir los movimientos feministas. Estas mujeres educadas cayeron en todas las trampas del patriarcado, incluso la más grande y obvia, la de la división y le hacen el juego a este sistema perverso y desde su lugar de poder y privilegios. Las que eligieron estas palabras siguen alegremente este fenómeno de moda que consagra el hecho de pensar a contra-corriente como un signo indiscutible de inteligencia y valentía.
Estas mujeres, intelectuales, empresarias, periodistas, detienen (quizás inconscientemente) su inteligencia para no pisar una cancha donde no saben jugar este nuevo partido. Un terreno desconocido donde tendrían que reinventar los códigos que hasta ahora fueron los fundamentos de sus vidas exitosas a costa de la libertad de millones de mujeres en el mundo. Sentí tristeza, no decepción. Porque sé que mi país está enfermo. Francia está, desde hace tiempo ya, frente a una crisis política y moral. Y el peso de su “gloriosa historia”, en vez de proporcionarle las herramientas para lidiar con sus demonios parece transformarla en un animal ciego buscando la salida de un laberinto. Francia decepciona, esta tribuna entristece.
Ninguna feminista censura la ficción del arte
Lucia Lijtmaer, periodista y escritora española: La premisa del comunicado es atractiva y por eso se está compartiendo tanto en los medios. Pero es muy tramposa: asimilar que el feminismo es “censor” y “puritano” es dejar de lado que es en esencia la simple defensa de los derechos humanos. Mezclar esa defensa, ese límite social que las mujeres estamos poniendo al abuso sexual, las violaciones, etc. con la censura moral, por ejemplo, de las obras de Balthus me parece espantoso y, sobre todo, muy tramposo. No tiene nada que ver, no conozco a ninguna feminista que censure la ficción del arte. Me parece una estrategia del staus quo para desmontar un movimiento que cuestiona, de una vez por todas, los cimientos del sistema patriarcal.
La recuperación del escrache
Lucía Cholakian Herrera, periodista e investigadora en nuevas discursividades feministas en torno a la violencia: Antes del #MeToo y del debate con las actrices francesas, en América Latina se desató de forma no televisada un fenómeno que, de cierta manera, habilitó lo que hoy sucede en Hollywood. La recuperación del escrache como forma de hacer justicia ante un sistema patriarcal avasallante fue llevado adelante por mujeres sin visibilidad pública, ni poder, ni protección estatal. La dificultad de la visibilización de las violencias es mucho más compleja que una simple reducción a un “puritanismo” o un “fanatismo”: implica una doble operación en la cual se rompe un silencio cómplice con el sistema que nos somete al mismo tiempo que se colectiviza la experiencia para evitar que vuelva a suceder. La carta firmada por las mujeres francesas desconoce los privilegios desde los cuales se enuncia. Es solamente una lista de posibles argumentos para neutralizar el avance del movimiento de mujeres por sobre el desmantelamiento definitivo del sistema de violencias al que se nos ha sometido históricamente.
Por un feminismo antipunitivista
Gabriela Borrelli Azara, escritora y conductora radial: Es un documento anti feminista. Pero podemos capitalizar algo de nuestros propios debates porque cuando dicen puritanismo podemos cambiarlo por punitivismo. Es un debate necesario para que el feminismo no se convierta en una nueva moral. El feminismo es la explosión del deseo. Pero, primero, hay que sacar la opresión.
¿Es posible hablar de libertad sexual?
Eva Rodríguez Agüero, docente-investigadora de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo): El manifiesto de las francesas plantea una falsa dicotomía que opone: “libertad sexual” versus “regreso del puritanismo”, considerado producto de la oleada de denuncias por acoso sexual, impulsada desde el movimiento #MeToo. El escrito alude además, a una pretendida “libertad de decir no”, de la cual se supone gozamos las mujeres y en virtud de la cual no sería necesario agitar campañas contra las diferentes formas de acoso. ¿Es posible hablar de libertad sexual en un contexto de extrema desigualdad? ¿Hasta qué punto podemos ejercer esa libertad - u otras- en un mundo en el que existen groseras desigualdades basadas en las diferencias sexo-genéricas y donde la violencia se deposita privilegiadamente sobre los cuerpos de las mujeres, lesbianas y trans?
El patriarcado va mutando
Florencia Guimaraes, activista travesti: Es realmente lamentable que estas mujeres caigan en la expresión de tildar de puritanas a las feministas y de banalizar la violencia que ejercen los varones al acosarnos. Podríamos haber esperado este tipo de respuesta de ellos al sentirse señalados y tener que de construir algunas actitudes y expresiones que creen normales. Pero bien sabemos el patriarcado va mutando.
El orgullo de un reclamo desde abajo
Luna Miguel, periodista española en Playgorund: El manifiesto es un error en la manera de atacar a las personas que todavía no han denunciado casos gravísimos de acoso y abuso. Puedo estar de acuerdo en que, muchas veces, el #MeToo mal entendido puede llevarnos a banalizar el acoso, pero machacar a las que denuncian a sus acosadores en vez de los acosadores es uno de los grandísimos errores de ese manifiesto. Las críticas tienen que hacerse pero no con una definición de puritanismo. Y la defensa de que los hombres puedan ser babosos es delirante. Es entender la seducción, el sexo y el placer desde una óptica en que el hombre siempre es el protagonista y el que puede tener la razón. Ojalá pudiéramos ver el sexo en el que por fin la mujer sea la que decide lo que quiere y no esté todo basado en consentir al hombre. Y las que lo firman lo hacen desde una situación privilegiada que les puede permitir elegir. El orgullo del #MeToo es que es un reclamo desde debajo de gente que no tiene poder y que, hasta ahora, nunca había tenido herramientas para poder denunciar.
No queremos ser víctimas
Victoria Rodríguez, periodista especializada en temas de género de Santa Fe: Ante nuestras denuncias la primera reacción es que somos exageradas, que nos victimizamos, que los varones no se dan cuenta de lo que hacen. Este documento impacta y duele más porque esas palabras vienen de otras mujeres que, como todas, seguramente han sufrido acoso o algún tipo de violencia por ser mujeres. Pero también son mujeres que, como todxs, nacieron y crecieron en una sociedad machista. No somos tontas ni ingenuas. No queremos ser víctimas. Sabemos qué es el acoso. Sabemos qué deseamos y qué no. Por eso hablar, poner en palabras lo que nos pasa, es nuestra primera herramienta y la más fuerte que tenemos. Cada vez que hablamos la palabra de una hace eco en tantas que las estructuras se mueven y llega la reacción que intenta devolvernos a ese lugar del que salimos.
Esta vez la reacción llegó con la firma de cien mujeres y fue funcional al discurso que nos quiere vender como victimarias. Estas acciones, arengadas desde los medios de comunicación, nos enfrentan entre oprimidas, nos hacen competir y nos distraen del verdadero enemigo: el machismo. El desafío mayor es dejar de medirnos entre nosotras y seguir construyendo juntas una sociedad más justa.
Sin un solo destino
Valeria Licciardi, activista trans y artista múltiple: El machismo perjudica también a los hombres y eso deberían comprenderlo porque les sucede en lo cotidiano. Los varones por ejemplo en un baño público aun no tienen donde poder cambiar un pañal. No se trata de leer infinidad de libros ni de hacer análisis muy profundos simplemente cuando sientas la duda de si lo que estas replicando es desigual dalo vuelta. En los años cincuenta las mujeres pusieron en discusión que su destino en la vida no iba a ser únicamente lavar platos y estar adentro de una casa. Nosotras, las personas travestis, trans en el 2018, estamos discutiendo que nuestro único destino no va hacer el mercado sexual y no porque esté en contra (porque es una decisión personal a que dedicarse) pero el hecho de que la sociedad determine un solo futuro o un solo destino para vos es aberrante.
19 denuncias de abuso por día
Laurana Malacalza, docente y Coordinadora del Observatorio de Violencia de Género de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires: Es importante remarcar el creciente número de denuncias por abuso sexual que se inicia en las dependencias policiales de la Provincia de Buenos Aires. Más de diecinueve denuncias por abuso sexual por día se presentan en las Comisarías de la Mujer y la mayoría de las víctimas son niñas y adolescentes. Resulta llamativa la diferencia que existe entre la cantidad de denuncias por abuso sexual en las dependencias policiales con el reducido número de causas penales que llegan a juicio. Tan solo el 5 por ciento de las causas penales por abuso sexual tienen elevación a juicio en la justicia de la provincia de Buenos Aires, tal como lo señala el Informe estadístico del Observatorio de Violencia de Género de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires. Este número reducido de causas por abuso sexual que se elevan a juicio puede explicarse, en parte, por las exigencias de pruebas que recae en la propia víctima: aportar testigos, certificados médicos o constancias de las lesiones. La mayoría de las medidas adoptadas por los fiscales, supeditan la prueba de la investigación de los hechos a la propia víctima, sin embargo, el estado tienen la obligación de producir la prueba y de evitar la responsabilidad exclusiva de la víctima para acreditar los hechos de violencia sexual. Por otro lado, no podemos dejar de señalar los prejuicios y estereotipos que aún persisten en los operadores judiciales respecto a las mujeres y niñas víctimas de violencias. Es por ello que hay que valorizar en los procesos judiciales el testimonio sobre la violencia sexual sufrida por la mujer que denuncia. No solo porque en la mayoría de los casos la violencia y el abuso sexual ocurren en lugares donde no es posible dar cuenta de testigos, sino para que los hechos que se denuncien no queden impunes.
Me preocupa los intentos por señalar “niveles de victimización de las mujeres” a partir de los grados de letalidad de las violencias. Se refuerza una mayor invisibilidad de aquellas violencias que no adquieren los niveles de letalidad exigidos o ya reconocidos socialmente como las violaciones o los femicidios.
Con nuestra propia voz desde el sur global
Laura Contrera, activista gorda: Una discusión necesaria sobre los métodos y las formas de buscar justicia y reparación ante los abusos sexuales se transformó en la ocasión para que un grupo de mujeres privilegiadas del norte global, con la icónica euroblanca Catherine Deneuve a la cabeza, intente deslegitimar un movimiento masivo, redireccionando la responsabilidad de algunos agentes del sistema cisheteropatriarcal hacia el puritanismo feminista, al asegurar que la actual ola de denuncias sólo responde al odio a los hombres y a la sexualidad. En un notorio esfuerzo retórico que resucita el peor de los dualismos occidentales este grupo privilegiado pisotea las genealogías feministas y las discusiones en torno al placer y peligro de las sexualidades y corporalidades vulnerabilizadas de este sistema, para defender la “libertad de importunar” de algunos sobre otros cuerpos y subjetividades a las que les queda el consuelo de una “libertad interior inviolable”. Este manifiesto muestra cómo se reorganizan las jerarquías sexuales y de género en las sociedades neoliberales y el rol que algunas mujeres quieren jugar en el reparto de privilegios del sistema cisheteropatriarcal. Es importante de pensar interseccional y geopolíticamente este manifiesto para situarnos con nuestra propia y potente voz desde el sur global en contra de las jerarquías, la violencia y la opresión.
No hay puritanismo, hay compañerismo
Azul Cordo, periodista en “Brecha”, de Uruguay: Una seducción torpe es equivocarte en la cena con la que la querés agasajar para la cita o tropezarte mientras te acercás a ella. Todas las demás opciones que tengan que ver con arrinconar a una chica para besarla contra su voluntad apoyándola contra la pared, forzándola a que roce y apriete el pene, no es ninguna torpeza: es acoso. El manifiesto de las francesas es un ejemplo hipermediático de mujeres que le hacen el juego al patriarcado. Nos quieren hacer bajar el volumen y calmarnos mientras seguimos recibiendo mensajes de amigas que dudan si escrachar al que la azuza en Messenger. Nos necesitamos juntas y dándonos fuerzas. Necesitamos convencernos de que no podemos protegerlos más de la acusación pública, de que nuestra palabra vale como prueba y, cuerpa a cuerpa, tenemos que sostenernos. No hay puritanismo, hay compañerismo.