A dos días de cumplirse un año de su asunción al frente del gobierno de Estados Unidos, el presidente Donald Trump arremetió nuevamente contra México al referirse a la construcción de la polémica valla en la frontera: “El Muro será pagado, directa o indirectamente, o a través de un reembolso a largo plazo, por México”. El gobierno mexicano insistió en que no pagará la obra.
En medio de una disputa abierta con su jefe de gabinete, John Kelly, quien había negado que fuese a haber una pared pagada por su vecino del sur, el magnate dijo ayer en Twitter: “El Muro será pagado por México, que tiene un descabellado superávit comercial con los Estados Unidos de 71.000 millones de dólares”, y agregó: “20.000 millones de dólares son ‘migajas’ comparado con lo que gana México de Estados Unidos. ¡Nafta es un mal chiste!” (por las siglas en inglés del Tratado de Libre Comercio del Atlántico Norte, Tlcan), refiriéndose de nuevo a la posibilidad de que el país azteca acabe financiando el muro a través del Tratado, actualmente en renegociación.
Trump se enfureció ayer tras conocer que Kelly dijo a un grupo de legisladores demócratas hispanos que el presidente estaba “desinformado” cuando hizo algunas promesas sobre inmigración en campaña, que su posición ha “evolucionado” y que no habrá valla “por la que México vaya a pagar”. En el primero de sus tuits en respuesta a estas declaraciones, dijo:”El Muro es el Muro”,y sentenció: “No ha cambiado nunca ni ha evolucionado desde el día en el que lo concebí”.
Kelly es el segundo jefe de gabinete que tiene el mandatario desde su llegada a la Casa Blanca en enero de 2017. Asumió el cargo en julio, dejando para ello el de secretario de Seguridad Nacional. En dicho cargo era el responsable de la seguridad en la frontera que Trump quiere tapiar y también de las deportaciones de quienes la cruzan ilegalmente.
Uno de los principales objetivos del jefe de Gabinete ha sido llevar disciplina a la Casa Blanca y en el camino ha ido haciéndose enemigos. Miembros del equipo de gobierno lo han acusado ante Trump de estar aislándolo por los filtros que ha impuesto para acceder a él. Más aún, ayer mismo, según publicó The New York Times, el mandatario recibió llamadas de aliados diciéndole que los comentarios de Kelly socavaban su autoridad.
En este momento, ocho prototipos de barrera están siendo evaluados en la zona fronteriza de San Diego para decidir cuáles se utilizan para tapiar una frontera que tiene ya unos mil kilómetros cerrados por administraciones anteriores.
Trump admitió ya en julio que no pretende cerrarla toda por las barreras naturales existentes y habló de entre 1.100 y 1.500 kilómetros a construir. Su gran problema es que un año después de llegar a la Casa Blanca aún no ha conseguido que el Congreso apruebe una partida para su financiación.
Por su parte, el gobierno mexicano no tardó en responder que no pagará por la frontera vallada y que no negociará en redes sociales el Tlcan ni ningún otro aspecto de la relación bilateral.
En otro de los tuits que publicó ayer, Trump advirtió: “Necesitamos el Muro para la protección y seguridad de nuestro país. Necesitamos el Muro para ayudar a frenar el flujo masivo de drogas desde México, ahora catalogado como el país más peligroso del mundo.¡Si no hay Muro, no hay Acuerdo!”
Tal acuerdo es el que está siendo negociado por republicanos y demócratas para solucionar la situación de más de 700.000 jóvenes indocumentados acogidos a DACA, el programa que el ex presidente Barack Obama aprobó en 2012 para protegerlos de la deportación y que Trump canceló en septiembre.
El presidente ha puesto como condición para firmar una ley que proteja a estos jóvenes, conocidos popularmente como “dreamers” (soñadores), que ésta contenga también financiación para el muro.
Sin embargo, las negociaciones sobre el futuro de estos jóvenes están estancadas desde la reunión de la semana pasada que saltó a los titulares por la calificación como “países de mierda” que Trump dio a Haití, El Salvador y las naciones africanas.
A aquella reunión había acudido un grupo de legisladores de ambos partidos con un acuerdo que prometía poder ser aprobado en el Congreso, pero el mandatario lo rechazó después de pedirles más dinero del que habían incluido para la construcción de la muralla.
Así, intentando asegurarse fondos, vinculó una solución para los “dreamers” con conseguir financiación. No obstante, el fracaso de las negociaciones sobre los jóvenes puede llevar a un “shutdown” o cierre del Gobierno federal (ver recuadro). Esto significa que el gobierno puede suspender la prestación de todos sus servicios, menos los considerados “esenciales”.
Hoy se cumple el plazo para que el Congreso apruebe los nuevos presupuestos para su financiación y los demócratas, cuyos votos son necesarios, han puesto como condición para votarlos que para entonces se haya llegado a una solución para los “dreamers”.
El muro con el que asegura que frenará la inmigración ilegal y la entrada de drogas en Estados Unidos, y la renegociación del Tlcan son dos de los grandes símbolos de la presidencia de Trump, que mañana cumplirá un año.