La magistral lección de democracia entregada por los catalanes al resto el mundo en las elecciones del 21 de diciembre pasado fundó lo que habrá que llamar, de ahora en más, la República de Catalunya. Los neoliberales, las elites madrileñas, pero también las de otros países, presentaron esta elección como un referéndum donde había que elegir entre el neoliberalismo propicio al desarrollo económico y al aumento de la riqueza frente a la solidaridad en el seno de la Nación, lo cual, según ellos, significaba el empobrecimiento de Cataluña. Pero las mentiras tienen patas cortas ya que todo el mundo sabe que el neoliberalismo de Rajoy provocó un desempleo del 23 por ciento de los trabajadores españoles, enriqueció a pocos y empobreció a muchos.
El resultado de las elecciones en Cataluña marca ante todo el rechazo del neoliberalismo impuesto por la ultraderecha castellana. Los catalanes han claramente indicado que sea cual fuere la solución institucional no quieren ya que se aplique el neoliberalismo, porque no sólo esta política ha llevado a situaciones económicas insostenibles sino que España se ha endeudado mas allá de lo razonable con la banca alemana, como en los tiempos de Carlos V, y serán los catalanes los que deberán pagar.
La represión sangrienta de los “Conquistadores” impidiendo el referéndum en Catalunya del 1º de octubre pasado era un claro indicio que rechazaban la expresión democrática de los catalanes. Los periodistas de El País, Cambio 16, El Mundo estipendiados por el capital financiero internacional, la propaganda execrable del Partido Ciudadanos, financiada por el Banco Santander, por Bankia y el quebrado Banco Popular, la masiva propaganda, digna de un país totalitario, ejercida por la televisión estatal y privada madrileña no lograron convencer a los catalanes que debían seguir siendo sometidos a las políticas económicas neoliberales de la extrema derecha española propiciadas y impuestas por Merkel. Los resultados electorales son un nuevo fiasco para el liberalismo.
“¡Es la economía entupido!”, decía James Carville, el estratega de la campaña electoral de Bill Clinton. ¿Cómo imaginar que en un país con una larga historia de luchas por la libertad, la igualdad y la democracia, contra el absolutismo borbónico, se pudiera imponer a los catalanes una política económica neoliberal para empobrecerlos con el objeto de satisfacer sus delirios de fasto e impedir la vigencia de una República?
La pobreza solo engendra pobreza y solo enriquece a unos pocos.
Las políticas económicas neoliberales aplicadas por Rajoy han llevado a España al colapso, ya que la economía está bajo terapia intensiva y la supervivencia depende que se someta o no a los chantajes de la Comisión Europea.
El endeudamiento frente a los bancos alemanes ha sido multiplicado por tres y alcanza el 125 por ciento del PIB. Rajoy tiene suerte y se la debe a Mario Draghi, director del Banco Central Europeo, que no somete al país al garrote alemán aplicado a los griegos. La caída de los salarios reales, la explosión de la pobreza y de la mendicidad, así como el desempleo se agregan a la progresiva desindustrialización e incremento de la importaciones que han provocado un déficit extraordinario de la balanza de pagos, solo solventado por el incremento de la afluencia turística mundial hacia Barcelona.
El frente neoliberal liderado por Rajoy ha provocado una hecatombe económica y social, con una tasa de desempleo del 23 por ciento y un producto interno per capita inferior al 8 por ciento del de 2008. Rajoy es, en lo económico y lo político, como Macri en Argentina, el paradigma de la frustración y el desengaño.
* Doctor en Ciencias Económicas de la Universidad de París. Autor de El peronismo de Perón a Kirchner, Ed. de L’Harmattan, París 2014. Editado en castellano por Ed. de la Universidad de Lanús, 2015.