Si hay algo que caracteriza al hecho artístico y al teatro en forma particular es esa multiplicidad de sentidos que se genera a partir de poner en escena situaciones que, más allá de la óptica de los creadores, están teñidas de la interpretación que los espectadores le dan a partir de sus propias vivencias y de los paradigmas sociales vigentes al momento de ser representada la propuesta artística en cuestión.

Lo obsceno, lo políticamente incorrecto, la incitación a la violencia y a los abusos -sean del signo que fueran- están siempre allí, conviviendo con una sociedad que muchas veces se llama a silencio y pone el grito en el cielo cuando algún espectáculo desnuda con humor inteligente el patetismo de algunas relaciones humanas a lo largo de la historia.

A poco de ser estrenada La denuncia -obra escrita por el actor, director y dramaturgo santafesino Rafael Bruza, bajo la dirección general de Claudio Martínez Bel, dos creadores con una rica trayectoria a nivel nacional e internacional- algunos espectadores se sintieron molestos por el abordaje de una temática que parecería no admitir el humor como parte del juego escénico.

La obra se puede ver todos los viernes a las 21 en el Teatro Municipal La Comedia (Mitre y Ricardone), en el marco del Ciclo "Un verano fresquito", y pareciera contar con la aprobación de un público que se divierte y aplaude, sin dejar de pensar en ciertos códigos aceptados en otras épocas, donde había que salvar "el honor" familiar a cualquier precio.

La denuncia es una iniciativa de Claudio Martínez Bell y su grupo de actores; ellos tenían este viejo sumario policial y querían transformarlo en una obra de teatro. "Como pieza literaria tenía su valor en sí mismo, dada su comicidad y escritura disparatada; sin embargo en algunos intentos de trabajar con ella no le encontraban sus posibilidades teatrales".‑dijo el autor a Rosario/12.

Un elenco de dúctiles comediantes integrado por Gastón Ricaud, Federico Cécere, Nestor Caniglia y Marcelo Curotti, descubre este hecho real, fechado en el 1900 y que todavía se puede rastrear en los juzgados de la época, en los que una mujer viuda deja constancia en la comisaría del lugar de un hecho que era bastante frecuente para la época: abandono y fuga del concubino con las hijas de ella.

Pero lo curioso de la historia es que la mujer en su denuncia solicita se detenga a su ex pareja, Bonifacio Estrella, fogonero del ferrocarril,  no para juzgarlo ni encarcelarlo, sino para que vuelva y decida con quién de las hijas tendrá que casarse, obligándolo a mantener el hogar de las tres mujeres.

"Martínez Bel me convocó como autor en el año 2015 para ver la manera de llevarla al teatro; además de su transformación de pieza literaria a dramática. La consigna era, más allá de los personajes que intervinieran, que tenía que ser posible montarla con cuatro actores", dice Bruza a este diario, dando cuenta del armado inicial de su escritura dramática.

El grupo trabaja sobre creación de escenas basadas en situaciones que estaban detrás del relato y que al decir del autor le permitían la creación de un universo teatral sobre el cual intervendría luego la narración.

"Vengo a presentar una denuncia contra mi ex concubino por abusar de ellas", dijo la infortunada al referirse a las jóvenes adolescentes, en un relato que engrosaría las llamadas "historias de pago chico" y que Bruza y Martínez Bel van a transformar en una propuesta con pinceladas costumbristas, guiños a la comedia del arte con aire criollo y una puesta escénica que pareciera diseñada por Florencio Molina Campos en aquellas históricas semblanzas que ilustraban los viejos almanaques de Alpargatas.

Otro de los atractivos de esta propuesta fue la interpretación de los personajes masculinos y femeninos a cargo de actores que desplegaron su histrionismo en base a la energía de sus cuerpos y la utilización de máscaras y un vestuario acorde con el diseño de la dirección.

"La condición que requería poder ser representada por cuatro actores fue tenida en cuenta en todo el proceso. Estaba claro que cualquier escena que escribiera no podía superar los cuatro personajes, y aún así, tener la posibilidad de cambios de vestuario para la escena siguiente; esto hizo que la obra no estuviera terminada hasta que no empezaran los ensayos, ya que la escena misma fue la que denunciaría la posibilidad para los cambios siguientes", explicó el autor.

La Denuncia, ganadora del premio Luisa Vehil 2016 a la mejor comedia, demuestra el alto grado de profesionalismo con el que abordaron un tema que pone al desnudo los secretos lazos de complicidad tejidos por las familias patriarcales.

"Siempre quisimos que esto no se convirtiera en una especie de burla ni ironía del material original sino que buscamos representar eso que ocurrió y, en ese sentido, las máscaras hacen posible un distanciamiento muy interesante, al mismo tiempo que producen una gran empatía con el espectador", observó el director.

En todo caso, el teatro a través de sus máscaras y el sarcasmo para abordar ciertas tragedias cotidianas no hace más que asumir el reflejo de una sociedad que se niega en parte a reconocer sus ancestrales formas de acunar y proteger lo siniestro dentro de la fortaleza de las "sagradas familias" donde se criaban aquellos que "por su bien... hay que domesticar".