No puede sino amarse un drama histórico que comienza con un cartel que informa al público que en el año 55 antes de Cristo Julio César arribó a Bretaña y “ordenó dar la vuelta a su ejército y se volvió derecho a casa”, para inmediatamente después dar paso a “Hurdy Gurdy Man”, el hit psicodélico grabado por Donovan en 1968: una canción que es también el tema de los títulos de la nueva serie Britannia.
En otras palabras, no parece que este vaya a ser otro pesado intento de volver a narrar la invasión romana a las islas, aunque algunos espectadores atentos pueden sentirse alertados por el hecho de que en los créditos del guión aparezca Jez Butterworth. Este es el primer proyecto televisivo grande para Butterworth, el dramaturgo que suele estar asociado al éxito teatral Jerusalem y cuya nueva obra The Ferryman –que se convirtió en la producción más exitosa desde su estreno en la historia del Royal Court– se está representando actualmente en el West End londinense. Britannia está protagonizada por David Morrissey (a quien los fanáticos de The Walking Dead reconocerán inmediatamente como el inolvidable Gobernador que apareció de la tercera a la quinta temporada), quien se encarga de darle vida al general invasor romano que vuelve para intentar someter a las islas nueve décadas después de aquella retirada del César. Junto a él están Ian McDiarmid (el senador Palpatine y luego Emperador en Star Wars) y Zoe Wanamaker como monarcas británicos rivales, y Mackenzie Crook (The Office, Detectorists) como un alto druida que en un punto parece estar dándole una nueva cara al Coronel Kurtz de Marlon Brando en Apocalypse Now. El horror... el horror!
Todo el asunto es algo loco, pero nunca aburrido. Una especie de relectura algo psicodélica de Game of Thrones, si se quiere, con demonios en lugar de dragones. No puede decirse necesariamente que Butterworth y su hermano y coguionista Tom hayan visto a conciencia la exitosísima serie fantástica de HBO, pero aquellos que buscan algo por el estilo encontrarán algunas similitudes: guerra de aniquilación entre clanes, poderosas figuras femeninas, sangre y tripas y el ocasional pantallazo de un pecho femenino.
“En el pasado sólo he hecho un programa de treinta minutos y eso fue décadas atrás, con lo que esta es mi primera irrupción real en la televisión”, dice Butterworth, a quien la idea de darle forma a un drama ambientado en la antigua Bretaña le fue acercada por el productor ejecutivo James Richardson. “A medida que empezamos a escribir, empecé con una idea que era cómo debe haberse sentido que tuvieras todo tu propio panteón de dioses y de pronto alguien se apareciera con todo un nuevo set”, dice el creador. “La noción me impactó como algo dramático, divertido, trágico...” Los romanos tenían dioses para todo, agrega Butterworth, cuya aproximación a la investigación fue zambullirse de lleno en el asunto y luego intentar olvidarlo todo. “Como soldado romano, desde el momento en que te levantabas en la mañana existía un dios para cada simple proceso”, explica. “Había un dios para el jabón, había un dios para la toalla... era la manera más increíblemente TOC de atravesar el día”.
La versión Butterworth de la antigua Bretaña a veces se siente como un happening psicodélico hippie: el jefe druida Veran de Mackenzie Crook aparece soplando el humo de alguna especie de droga en las bocas de sus víctimas sacrificiales, como un drogota ejercitando el “blowback”. Un ambiente algo tripero que se refuerza con esa canción de Donovan en la banda de sonido. “Mi amor por la música y esa clase de escenas me llevó de regreso a lo que se dedicaban y lo que significaban los druidas en el comienzo”, dice. “Creo que la mayoría de las experiencias con drogas te llevan a esa clase de terrenos. Ciertamente se aplica a las experiencias con alucinógenos. Me acuerdo de las primeras veces que consumí hongos: vi un montón de imágenes que pude reconocer como pertenecientes a culturas de hace mucho, mucho tiempo”.
Mackenzie Crook, convertido en alguien casi irreconocible bajo varias capas de maquillaje que llevaron cinco horas de trabajo en las locaciones en la República Checa (donde se filmó la mayoría de la serie, junto a Gales), trabajó con Butterworth en la puesta original de Jerusalem, en 2009. “Esta puesta es posiblemente el trabajo del que estoy más orgulloso, y el momento más profundo que he tenido en este negocio desde que comencé”, señala. “Obviamente, primero leí el guión, pero en cuanto vi el nombre de Butterworth supe que esto iba a ser buenísimo. En realidad, fue una decisión en la que casi ni tuve que pensar demasiado”. En cuanto a la investigación sobre los druidas, la poderosa casta de sacerdotes de la antigua Bretaña, Crook dice que había muy poco de qué agarrarse. “Sé que esto va a sonar raro, pero de algún modo me inspiré en Springwatch”, dice, refiriéndose a un programa de la BBC que retrata la vida salvaje del país en las diferentes estaciones. “Tiene un aire de estar dirigido a gente grande, pero en realidad es el show más brutal y violento de la televisión, un retrato de la fuerza de la naturaleza”, explica. “Ese sentimentalismo, la simpatía y empatía que tienen los humanos, no existe ahí afuera. Y Veran tiene todo que ver con el mundo natural. El es como las estaciones: no hay lugar al sentimiento, a la simpatía o la empatía”.
Veran es probablemente el individuo más poderoso en una Bretaña hecha de tribus en pie de guerra, un factor en el que algunos espectadores también verán reminiscencias del enfrentamiento de facciones entre Westeros y Essos en Game of Thrones. Hay algo de Cersei Lannister en la Reina Antedia de Zoe Wanamaker, por ejemplo. La aspirante a reina Kerra (interpretada por Kelly Reilly, vista en El Vuelo y el Sherlock Holmes de Robert Downey Jr.) es una especie de Daenerys Targaryen, y así. Pero sería un error avanzar demasiado en las comparaciones con Game of Thrones, porque Britannia es indudablemente una propia, extraña y altamente original bestia. Quizás tiene más en común con la tradición de horror folklórico de películas como El hombre de mimbre (Robin Hardy, 1973) o A Field in England, la rara lctura de la Guerra Civil dirigida por Ben Wheatley en 2013. En Jerusalem, Butterworth celebró la menguante vena de primitivismo y paganismo británicos. Pero al igual que Game of Thrones, de todos modos, Britannia sí provee una buena serie de personajes femeninos muy fuertes.
“El hecho es que este era un mundo que respetaba a las mujeres, y respetaba la intuición de las mujeres... no era un mundo misógino”, dice Reilly. “Había algo sagrado con respecto en la Tierra que era femenino. Por eso tengo esta pasión por ese período determinado de la historia”. Para Butterworth, tener esa galería de personajes femeninos potentes era una parte importante de su visión del proyecto. “Desde un punto de vista si se quiere egoísta, me entusiasmaba particularmente la idea de escribir estos personajes femeninos centrales, que dominan la acción”, dice. “Y ponerlos justo en el corazón de la historia, que todo pase a través de ellas, presentar sus historias y sus mitos”.
Además de las mencionadas Zoe Wanamaker y Kelly Reilly, en la serie aparece la actriz de 16 años Eleanor Worthington Cox como Cait, una joven que cuando aparece está a punto a atravesar una ceremonia de solsticio que la iniciará en la madurez. Una transición brutalmente interrumpida por los invasores romanos, que la dejan en un estadio medio, ni una joven ni una mujer. “El estómago de Cait queda herido por el ritual, pero ese ritual no queda completado a causa de la invasión romana”, explica Worthington Cox, ganadora de un prestigioso premio Olivier por su trabajo en el musical Matilda. “Realmente parece que aquella fue una sociedad mucho más igualitaria”, dice Tom Butterworth. “No era un sistema de cortes, era más bien una tribu. Quiero decir, las mujeres tenían permitido tener varios esposos, y si podías pelear podías ser una guerrera. En ese mundo, una mujer podía ser lo que quisiera”.
El guionista señala que “más allá del consenso que existe acerca de que los romanos definitivamente invadieron en el año 43 antes de Cristo, fue un alivio descubrir que lo que realmente ocurrió durante la invasión está poco documentado. Hay mucha arqueología perteneciente a esa época pero no hay muchos detalles históricos, algo que de algún modo nos dio licencia para hacer las cosas, seguir nuestros instintos sobre el tema. Fue una cuestión que nos resultó irresistible”, dice. “Para nosotros no se trataba de pintar un idílico paisaje pastoral que era invadido por los horribles romanos, se trata mucho más del arribo de los romanos a un lugar que ya se encontraba en un estado de guerra civil, un lugar muy sectario y violento”.
Este estado de las cosas, con una Bretaña aislada y dividida, amenazada por un superpoder europeo, quizá lleve de manera inevitable a que Britannia quede abierta a alusiones contemporáneas. “Es gracioso porque, cuando empezamos a escribir la serie, el Brexit recién estaba por suceder, o en realidad no sabíamos que estaba a punto de suceder”, dice Tom Butterworth. “Pero puede decirse que las cosas se estaban cocinando en el fondo. Cuando empezamos el trabajo tuvimos una charla sobre qué podía significar para la serie si se aprobaba el Brexit, si podía ser bueno o malo. Pero no estábamos buscando paralelismos que pudiéramos hacer jugar en la historia, algo como tener un Boris Johnson celta”, dice, en alusión al líder político británico que fue uno de los mayores impulsores del Brexit. “Pero pienso que es algo que está de manera inevitable ahí, en los huesos de esta ficción, porque la historia de qué es lo que sucede cuando un pueblo ocupa a otro ha existido desde siempre.”
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.