Un grupo de vecinos de El Palomar se concentró ayer frente a la base aérea de esa ciudad para manifestar, una vez más, su rechazo al aeropuerto que el gobierno quiere instalar allí, en donde operarán las aerolíneas low cost FlyBondi y Norwegian Air. Los vecinos denunciaron que a pesar de la orden emitida hace diez días por la jueza federal Martina Forns para que cesaran las obras en el predio, las máquinas y los obreros siguen con su trabajo. Entre los principales problemas que traería el aeropuerto, los vecinos señalaron a PáginaI12 que les preocupa la contaminación ambiental y sonora en la zona, la destrucción de espacios naturales protegidos y los riesgos a zonas residenciales y escuelas. Además, denunciaron que el aeropuerto se instalará sobre el lugar en donde funcionó la I Brigada Aérea El Palomar, desde donde partían los vuelos de la muerte durante la dictadura, declarado Sitio de Memoria y una prueba fundamental en los juicios de lesa humanidad.
“La jueza Forns dio lugar al recurso de amparo presentado por el abogado Lucas Marisi. Decretó el cese de las obras, pero, como se ve, nada ha cambiado. Siguen trabajando como si nada hubiera sucedido”, explicó Fabián, que vive en Ciudad Jardín, barrio de El Palomar, desde hace más de 25 años. Los vecinos que se juntaron ayer en el cruce de Itacumbú y Matienzo, frente a la entrada de la base, tuvieron que franquear las máquinas y los camiones que dentro y fuera del predio seguían en obra. Fabián señaló un edificio de techo de tejas dentro de la base, en donde un grupo de obreros vestidos de mameluco y con cascos entraba y salía: “Ese es el Sitio de Memoria. Ahí funcionaba un centro de detención clandestina, de aquí salían los vuelos de la muerte. Hace un par de semana estuvieron las Madres de Plaza de Mayo con la jueza Forns. Tanto las Madres como algunas personas que estuvieron detenidas acá confirmaron que ahí funcionaba el Sitio”, advirtió.
Desde que se publicó el decreto 1092/2017 el 26 de diciembre, que incorporó la base al Sistema Nacional de Aeropuertos, los vecinos de los barrios linderos se movilizaron, reparten panfletos, pusieron mesas frente a la estación de El Palomar para contar lo que ocurre a quienes no están enterados, y llevan adelante un incesante trabajo en redes sociales. “Queremos ser cada vez más, necesitamos generar conciencia en todos los vecinos”, apuntó Mabel. “Nos quieren vender el aeropuerto como ‘el progreso’ pero no es más que un negociado para las low cost que va a destruir los barrios de la zona y los espacios verdes”, agregó.
Fabián enumeró algunos de los problemas que traería el aeropuerto: “Muchos vecinos no se imaginan la cantidad de gases tóxicos que emanan los aviones y el sonido que va implicar un despegue cada media hora, que es la frecuencia con la que va a funcionar el aeropuerto al principio. Otra preocupación es el riesgo que siempre hay en las zonas aledañas a los aeropuertos. Las cabeceras de las pistas de aterrizaje y las zonas urbanas no puede haber menos de 700 metros de distancia, acá tenemos a menos de 500 metros de distancia el colegio Emaús y muchas casas”.
Entre los manifestantes se encontraba Cristina Heredia, vecina de Ciudad Jardín y concejal por el FpV-PJ del municipio de Tres de Febrero. “Desde el concejo deliberante hemos presentado un pedido de informes en septiembre, que tiene que ver con la evaluación de impacto ambiental para la obra, pero no hemos tenido respuesta porque el bloque oficialista de Cambiemos no tienen interés en que esto prospere”, indicó Heredia. La falta de un estudio sobre las consecuencias ambientales que traería el aeropuerto, la falta de medidas de seguridad y la violación a la Ley de Sitios de Memoria, fueron los argumentos a partir de los cuales el abogado Lucas Marisi pidió una medida cautelar para que se detuviera la obra, según recordó la concejal. La jueza Forns dio lugar a esa acción de amparo el 10 de enero.
“La construcción de un aeropuerto comercial implicaría la deforestación de unas 200 hectáreas de bosques únicos en Buenos Aires”, explicó Nahuel Franco, vecino de la organización ambientalista y barrial Isla Verde. “Hay bosques de talar, pastizal pampeano y humedales, que son fundamentales para purificar el aire y absorber el agua. Si no existieran, esta zona se inundaría con cualquier lluvia fuerte”, añadió, para aclarar por qué una evaluación de impacto ambiental seria nunca permitiría una obra así. Isla Verde propone desde hace años que en esa zona se haga en el predio una reserva natural, para su protección y para el uso de toda la comunidad.
Informe: Juan Funes.