La estrategia oficial de desdoblar la reforma laboral para evitar muestras de rechazo como las que generó la poda de jubilaciones produce reacciones dispares en los dirigentes sindicales. Para Hugo Yasky, de la CTA de los Trabajadores, la reformulación que hizo pública el jefe de Gabinete, Marcos Peña, al hablar de “varias leyes separadas”, en lugar de un paquete cerrado, no es más que la búsqueda de “vericuetos y atajos” porque “fracasaron cuando copiaron la reforma brasileña”. Héctor Daer, de la conducción de la CGT, valoró en cambio la marcha atrás del gobierno al entender que “se va a poder desagregar más los contenidos y debatirlos más profundamente”. “Me parece una buena medida que se debería haber tomado de entrada”, dijo.
Peña minimizó el viernes el cambio de estrategia. “Fruto del consenso con la CGT, había varias iniciativas que se empaquetaron en una sola ley, pero para nosotros no es de vida o muerte que sea una sola o varias leyes”, declaró. “Va a haber modificaciones normativas que el Congreso definirá si es mejor que sean varias leyes separadas o una ley conjunta”, dijo.
“Tienen una obsesión, que es que los problemas de la Argentina se resuelven con la baja del costo laboral”, remarcó Yasky. Es “un gobierno de ricos para ricos, que piensan con lógica de empresarios”. El dirigente de la CTA recordó que la reforma laboral “la aplica el FMI a los países que son deudores crónicos”. El cambio de enfoque “muestra que retroceden en chancletas” porque saben que “hoy tendrían una conflictividad muy grande” y por eso “buscan vericuetos y atajos”. En su opinión “tuvieron un costo político enorme” con la reforma previsional y luego “fracasaron cuando copiaron la reforma brasileña”. “Todo responde a la lógica de que los trabajadores paguen los platos rotos del endeudamiento”, advirtió. Pero hay “sectores sindicalizados que aspiran a tener un mínimo de distribución de la riqueza”, por lo cual anticipó que habrá “resistencia a esa reforma que propone un viaje al pasado, a la Argentina pre-peronista, a la Década Infame”. “El sector popular está mayoritariamente en contra”, aseguró.
Respecto al modo de resistir los avances contra los trabajadores, Yasky manifestó que “hay que trazar una línea divisoria” en el sindicalismo y distinguió a algunos sectores de la CGT, Pablo Moyano, las dos CTA, movimientos sociales y la Corriente Federal de Trabajadores, de “los que quieren la luna de miel con el Gobierno”. Estos últimos son “un grupo minoritario” anclado en “la mesa chica de la CGT”, que han sido “complacientes” y “le hicieron mucho daño al movimiento obrero”, describió.
Héctor Daer, catalogado en el sector más “dialoguista” con el oficialismo, describió como “una buena iniciativa” el cambio de estrategia del gobierno. Recordó que la CGT venía “tratando tres temas de los cuatro que toma el paquete que se propuso: el blanqueo laboral, la formación profesional y la agencia de tecnología médica”, y celebró el cambio porque “permite desagregar más los contenidos”. “Queremos que al Gobierno le vaya bien y que baje a inflación. Habrá que ver enero, febrero, marzo, para ver cuál es el porcentaje que uno puede olfatear de incremento del costo de vida a lo largo del año. Y después, para tener garantías de que ninguno va a perder, creo que hay que volver a tener en el articulado la cláusula gatillo”, sugirió.