Estimado comprovinciano:
No crea que tomé en saco roto su pregunta. Sólo sucede que he perdido toda confianza en el Derecho y en los jueces, según comparte –quizás parcialmente– mi amigo Eugenio Raúl Zaffaroni (PáginaI12, domingo 21/1/2018), cuyos fundamentos no voy a repetir por innecesario. Me planteo cotidianamente, desde varios puntos de vista, el pesar por haber dedicado mi vida a este rubro académico. Su prisión sólo tiene una explicación política (PáginaI12, 19/1/2018, pág. 10) y, desgraciadamente, de política represiva y persecutoria. Hoy pensé que era cruel no responder a su pregunta, aunque sea de este modo limitado y, de paso, decirle que no estoy de acuerdo con Raúl en la afirmación de que el gobierno de nuestro país no es una dictadura. Una cosa es que a su presunto jefe no le “dé el cuero” para ser un dictador –ni, por supuesto, tampoco un demócrata– y otra muy distinta presuponer que, porque fue elegido en comicios, su propuesta tiene valor democrático. Al menos se debe decir, Ud. como uno de los tantos ejemplos judiciales y los decretazos como ejemplos de gobierno, en un intento por evitar el debate y la decisión parlamentaria, que nuestro país no es hoy una democracia ni un Estado de derecho, pues, por acción u omisión, cada uno de los llamados “poderes” es responsable de esta calificación. Al final, la República de Weimar existió en su Constitución; en la realidad no terminó ni en República ni en democracia.
Mi estimado comprovinciano: lamentablemente le resta sufrir y aguantar, luchar desde el lugar en que lo han colocado por el mero hecho de haber pertenecido a un gobierno “populista”. Algún día esto terminará y, si realmente nos encaminamos hacia una democracia, los jueces que hoy tenemos no serán más jueces, serán expulsados por métodos democráticos y ocuparán el lugar que hoy le destina a Ud. la voluntad de un gobierno antidemocrático. Eso no será venganza, como hoy lo es aquello que a Ud. le sucede, sino simple depuración, que, de vez en cuando, bien viene.
* Profesor Emérito UBA.