Los trabajadores del Hospital Posadas, ubicado en Morón, realizaron ayer un paro de 24 horas para reclamar la reincorporación de los 122 trabajadores despedidos la semana pasada, algunos con veinte años de antigüedad. Hoy definirán en asamblea nuevas medidas para el plan de lucha y mañana acompañarán a las Madres de Plaza de Mayo en su histórica ronda de los jueves. El Posadas finalizó el día con una amenaza de bomba.
Los trabajadores se concentraron desde temprano en la puerta del hospital, pero la movilización no logró concretar el corte que habían decidido por asamblea realizar en el Acceso Oeste, porque Gendarmería impidió el paso, en medio de un fuerte operativo. “Pida la orden de que despejen”, le dijo la madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas al jefe del operativo, pero el uniformado prefirió no responder. “De todas formas, el objetivo que nos dimos de difundir nacionalmente el conflicto se pudo lograr y rompimos el cerco mediático en torno a la pelea por la reincorporación”, dijo Luis Sucher, camillero despedido que trabajaba en el Posadas hace 19 años, sobre la primera medida que los trabajadores se dieron para frenar los despidos.
Los empleados denunciaron que mientras se desvincula a profesionales de hasta 20 años de antigüedad, se incorpora nuevo personal sin experiencia para las mismas áreas, pero en condiciones de contratación más precarias. “Toman monotributistas que entran, incluso, en términos peores que los nuestros, porque no tienen ni relación de dependencia”, explicó Sucher, y agregó: “Esto muestra que lo único que buscan es avanzar en la precarización. Quieren que sea una pelea de pobres contra pobres”.
Entre los cesanteados se cuenta una mayoría de enfermeros que se opusieron al pedido de la dirección del hospital de trabajar 12 horas. Además, se despidió a técnicos con destacadas trayectorias, por lo que algunos servicios como pediatría o tratamiento contra el cáncer quedaron desarticulados.
Las cesantías fueron comunicadas la semana pasada mediante una resolución interna que incluía el listado de los contratos que serían renovados y los que no. Al día siguiente, la policía impidió el ingreso de los trabajadores a sus puestos de trabajo. A fines de marzo vencerá una nueva tanda de contratos, por lo que los trabajadores temen que los 122 despidos actuales sean sólo un anticipo.
Mirta Araceli trabaja hace 18 años en el hospital y es una de las enfermeras desvinculadas. Se enteró de la noticia por una nota pegada en la pared: “No recibí ningún telegrama, ni notificación formal. Me resignan un contrato que hace 16 años que no firmo”, ironizó. La trabajadora denunció que el Gobierno “está creando una emergencia sanitaria: hay áreas críticas cerradas, pacientes internados en estado delicado sin personal que los atienda, es decir que han vaciado los servicios con los pacientes adentro”. Araceli resaltó que la lucha de los trabajadores no es sólo por recuperar los puestos, sino también porque “están poniendo en riesgo a la población”.
El titular de la Federación Sindical de Profesionales de la Salud de la República Argentina (Fesprosa), Jorge Yabkowski, coincidió en el diagnóstico de vaciamiento de la institución: “Desmantelaron por ejemplo la atención del turno noche en las áreas críticas: neonatología, unidad coronaria y terapia intensiva, que quedaron prácticamente sin atención o en manos de personal recientemente contratado”, detalló. El caso de Karina Almirón se destaca en particular: era la única técnica de anatomía patológica especializada en inmunohistoquímica del Hospital Posadas, encargada de definir los tratamientos contra el cáncer. También fue despedida.
La movilización fue acompañada por referentes políticos y de los derechos humanos como Nora Cortiñas, Myriam Bregman y Mónica Macha, además de organizaciones sindicales y sociales como la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud (Cicop), Fesprosa y la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi).