Este fin de semana comenzará el campeonato más atractivo del fútbol argentino (el de la Primera División, que tiene a Boca de líder), pero también el más delirante de todos: el Federal C. La última de todas las categorías es tan última que ni siquiera es de cuarta, pues técnicamente se encuentra en el quinto escalón detrás de la A, la B Nacional, el Federal A y el B. Un engendro de los tantos que creó AFA para repartir favores y distribuir billete a discreción sin tener el cuenta lo que debería ser prioritario (la deportividad), y que ahora planea eliminar una vez que termine la temporada 2018.
Desde Ferro de Ushuaia hasta Güemes de La Quiaca, un total de 351 (¡351!) equipos de todo el país recorrerán hasta junio distancias siderales para quedarse con alguno de los 16 ascensos al Federal B. Aunque la idea era poner en competencia a los campeones de las ligas regionales, los que terminan participando son clubes capaces de financiarse expediciones de provincia a provincia, así hayan terminado últimos. Billetera mata ganar.
Tal es el caso de Racing de Madariaga, que estuvo exactamente dos años sin vencer en un partido en la Liga Madariaguense (que nuclea también a scratchs de Gesell y Pinamar) hasta que una serie de coincidencias nunca del todo claras le permitió fortalecer su plantel y terminar el torneo 2017 tercero, apenas debajo del campeón San Vicente y del sub Juventud Unida, equipo en el que se retiró Verón padre a los 41 años, después de que le rompieran la canilla en mil pedazos en el clásico ante El León. El acceso de la Academia al Federal C se debió a la renuncia de Juventud y también a la de Atlético de Villa Gesell, su rival en el repechaje clasificatorio, luego de que un hincha se suicidara una noche de diciembre, colgándose de un travesaño.
En el medio de todo ese estruendo, en silencio, un muchacho de 21 años recaló en la tierra gaucha con esa cara de sonrisa eterna que parece tener todo japonés. “Me trajo un conocido, la verdad que yo no tenía idea a donde venía”, confiesa Kou Gotou, quien se formó en el Yokohama Marinos, club nipón en el que en los ‘90 brilló Ramón Díaz, e intentó fichar sin éxito en Argentinos y en Riestra antes de recalar en la Liga cordobesa de Bell Ville.
La llegada de Gotou a Madariaga vino a rubricar el surrealismo mágico del fútbol chacarero con una aparición fugaz pero esperanzadora: cayó para la última fecha del torneo local, donde marcó un golazo y asistió otro en el 4-1 de Racing (de Mada) sobre San Lorenzo (de Gesell). Fue su único partido hasta el inicio del Federal C, donde comparte grupo con San Vicente de Pinamar, Atlético de Mar de Cobo y Belgrano de Vidal. De repente, en medio de toda la rosca de la AFA y sus torneos mutantes, equipos que ascienden de prestado y jugadores que se desloman por el honor del amateurismo, un japonés viene a explicarnos que la pelota es la que termina mandando.