RuPaul, la drag afroamericana conocida por el multipremiado reality RuPaul´s Drag Race, es sin duda una de las principales responsables de que en los últimos años la cultura drag, que solía ser cosa de sótanos, haya logrado pegar el salto a la arena mainstream. Pero además de cada vez más masivas, las drag queens ya no son lo que eran en más de un sentido. Con un club drag en prácticamente cualquier gran ciudad que se precie de tal, la tendencia de la escena mundial, cuyos efectos se hacen sentir en estas tierras, parece ser la de hacer implosionar las miradas estrechas de la feminidad. ¿Cuál es el elemento que caracteriza al arte drag de estos tiempos? Posiblemente su capacidad de trascender las fronteras ya no sólo de los géneros, sino de la especie, hacia universos posthumanos y tecno, nuevas y mixturadas mitologías, criaturas salvajes y surrealistas, sin ahorrar ni una pisca de glamour. Lo que conecta a las nuevas drags ya no es solo el efecto de shock que generan con su sola presencia –que ya no se limita a la noche y los clubes–, sino la potencia de expandir los horizontes de lo queer. En estas páginas, un catálogo con algunas de las nuevas mostras locales que barren los binarismos, de género sí, pero también aquellos que separan lo humano de la máquina, lo animal y lo alien.

 

Sebastián Freire

 

Sebastián Freire

 

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