Luego de montar un puñado de fechas y ciclos que fomentaban el sonido electrónico local (de pinchadiscos invitados en la pizzería Piola a fiestones en el sótano del Shamrock), Julián Sorsaburu y Nadin Lisa lanzaron Beathey, plataforma digital de música electrónica que alumbra el ecosistema que flota al costado del mainstream. Después de desarrollarla durante un año, estos jóvenes emprendedores se apoyaron en el concepto de “threadless”, especie de e-commerce colaborativo de artistas emergentes que cuenta con cierto fragor en el underground norteamericano. “Todos los artistas locales hablaban de una problemática: poca exposición de su trabajo, que no ven un centavo por su música y que las cesiones de derechos son totales”, dice Julián.
Detectando esos problemas, Beathey erigió el concepto de comunidad donde los derechos musicales se le ceden al artista, las licencias son Creative Commons y el 100 por ciento de venta lo comisiona el productor. “Nos queremos diferenciar de los modelos de Soundcloud o Spotify”, sigue Sorsaburu. “Queremos tener las mejores cosas de una discográfica pero teniendo una plataforma y siendo una comunidad.”
Quienes forman parte de Beathey aportan unos diez dólares mensuales —“La membresía es lo que vale un trago”, reflexiona Julián— que va destinado a la edición de vinilos y a la organización de fiestas de los artistas del catálogo. “Hacemos un vinyl contest donde los más votados del trimestre son editados en físico y reciben 50 dólares como premio.”
A propósito, hace muy poco sacaron un vinilo doble de la mítica Urban Groove, agrupación pionera de la música electrónica argentina. En palabras de Diego Cid, leyenda de las bandejas y miembro de la Urban: “Ritmos de pista surgió después de un show que hicimos donde sólo pasamos vinilos, y fue algo que pensamos para promocionar la plataforma”. En esta historia, Beathey se encargó de la edición y la distribución. Asimismo, en otra de sus patas, funcionan como una agencia de booking. Entre sus artistas están Hernán Bass, Leandro Di, Club Rayo, Rafa Sorol y otros. Una saludable convivencia de nombres propios y promesas incipientes.
“Entendemos que en la democratización y federalización logramos que todos sientan pertenencia en un proyecto superador a cada uno de nosotros”, continúa su fundador. Por eso, Feder, artista del catálogo, se puso la camiseta al toque: “Más que ser parte, estamos juntos en esto”. Y apura Diego Cid: “El proyecto me parece interesante porque siempre defendí a la electrónica a nivel nacional”. En ese sentido, Gus Bonani, productor musical que habita en la plataforma, comenta: “Ni bien los conocí me sumé porque su concepto tiende a unir a los artistas”. Y, desde Beathey, apelan a esta lógica: “Con talento tenés la misma posibilidad si sos de Buenos Aires o de La Quiaca; la diferencia es mirar de forma diferente algo que ya existe”, señala Sorsaburu en representación de quienes por estos días se encuentran charlando con contactos que cosecharon en Unbound Miami, una juntada de innovación global, y se acaban de aliar con la empresa Vrtify con intención de armar un canal para ver música y videos en realidad virtual, aumentada e inmersiva.