El presidente brasileño Michel Temer intentó marcar distancia con sus predecesores Lula da Silva y Dilma Rousseff, al decir ayer en el Foro Económico Mundial de Davos que el Brasil actual es un país “de la responsabilidad y no del populismo”. La distancia también la marca la población de Brasil, ya que sólo entre el tres y el cinco por ciento aprueba al presidente, mientras que Lula da Silva se presenta como el gran favorito para las elecciones presidenciales de octubre. El discurso de Temer coincidió con el juicio que ratificó la condena al ex mandatario y que podría inhabilitarlo para los comicios (ver página 3).
Ante líderes económicos, el líder conservador destacó su gestión, que incluyó una polémica reforma de las leyes laborales, que implica recortes de derechos, y el lanzamiento de un amplio programa de privatizaciones de empresas estatales. Eludió mencionar en su discurso la corrupción, pero cuando fue preguntado por esta cuestión respondió que las instituciones de Brasil “trabajan muy adecuadamente” para luchar contra esta lacra, y en el país existe una “clara y absoluta separación” de los poderes. En julio del año pasado, Temer fue acusado de corrupción a partir de la denuncia del empresario Joesley Batista, titular del frigorífico JBS, uno de los mayores del mundo y, en septiembre, de integrar una asociación ilícita que cobró ilegalmente 175 millones de dólares.
“Cuando hay una condena, las penas y las sentencias se aplican”, recalcó Temer y aseguró que los inversores saben que las instituciones trabajan adecuadamente y ello genera “seguridad jurídica”. También rechazó el “proteccionismo”, porque su gobierno actúa para “integrar a Brasil cada vez más a la economía global”. Su gestión de tinte neoliberal según él se basa en cinco pilares: responsabilidad, diálogo, eficiencia, racionalidad y apertura.
El mandatario brasileño, que asumió la presidencia en 2016 tras el golpe parlamentario a Dilma Rousseff –de quien fue vicepresidente y se volvió férreo opositor–, aseguró que la inflación está de nuevo bajo control al situarse por debajo del 3 %, los tipos de intereses han alcanzado su nivel “más bajo” con un 7% y las empresas controladas por el Estado vuelven a registrar beneficios.
Al aludir elípticamente al tema que sacude a Brasil, Temer defendió las reformas estructurales de su gobierno y aseguró que “no están amenazadas” por las elecciones que se celebrarán en octubre. “Sé que muchos pueden preguntarse si continuaremos con las reformas, si nuestra jornada está amenazada por las elecciones. Permítanme decirles que no hay una alternativa al paquete de reformas que estamos realizando”.