La apertura comercial encabeza la agenda internacional del gobierno de Mauricio Macri. A la postergada rúbrica del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), las autoridades argentinas volvieron a proponer un acercamiento con la Alianza del Pacífico. Durante un evento en el Foro Económico Mundial de Davos, el canciller Jorge Faurie postuló “la construcción de una convergencia gradual” entre el Mercosur y el bloque compuesto por Chile, Colombia, Perú y México. A los ánimos liberalizadores argentinos se sumó ayer el impulso que pretende darle el gobierno uruguayo a un acuerdo regional con China.
Las declaraciones de los funcionarios del país vecino fueron realizadas al finalizar una visita del vicepresidente chino, Wang Yi, a Montevideo, quien acompañó la propuesta. “Mantenemos una posición abierta de firmar un TLC con Uruguay o con el Mercosur en conjunto porque nunca hemos sentido la distancia geográfica. Estamos cada vez más cerca”, lanzó el dignatario chino. Por su parte, el canciller uruguayo Rodolfo Nin Novoa indicó que cuando su país asuma la próxima presidencia pro tempore del Mercosur impulsará “con fuerza” un TLC con el país asiático.
A pesar del interés oficial por avanzar hacia un TLC con la Alianza del Pacífico, la liberalización comercial de Argentina con los países del bloque ya es muy elevada. A excepción del caso mexicano, las posiciones comerciales sin aranceles con Chile, Perú y Colombia oscilan entre el 90 y 100 por ciento del intercambio total. Todos ellos firmaron acuerdos de libre comercio con Estados Unidos y, salvo los colombianos, participan del Acuerdo Transpacífico. “Argentina tiene acuerdos de libre comercio con Chile, Colombia y Perú, y un acuerdo con México que cubre el 30 por ciento de nuestros flujos comerciales”, explicó Faurie para quien, sin embargo, un acuerdo entre los bloques permitirá liberalizar otros sectores como compras gubernamentales, servicios e inversión.
“Dadas las dimensiones política, económica, comercial, demográfica y territorial, los países del Mercosur y la Alianza del Pacífico tenemos la responsabilidad de promover la integración regional para crear oportunidades, mejorar el comercio, la productividad, la competitividad y, así, poder mejorar la calidad de vida de nuestra gente”, afirmó el canciller argentino. Durante su intervención en una Conferencia Interactiva de Alto Nivel sobre América latina, Faurie señaló que “si bien las nuevas tecnologías pueden causar la destrucción de empleos en la industria manufacturera, también pueden crear otros nuevos, con un alcance y una naturaleza difíciles de prever”.
Un estudio realizado por el Observatorio de Empleo, Producción y Comercio Exterior que depende de la Umet estimó que la firma del acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la (UE) que podría firmarse a mediados de año en Bruselas pone en riesgo 186 mil puestos de trabajo industriales en Argentina. El impacto potencial del tratado que Macri busca reflotar en su gira europea alcanza a 11 de cada 100 empleos en actividades fabriles. El impacto laboral del proceso de desregulación y reducción de aranceles previstos en el tratado será concentrado por los sectores de metalmecánica, calzado, textil, marroquinería, muebles, autopartes, química y automotores.
Las consecuencias potenciales de la apertura sobre las empresas nacionales serán dobles. En primer lugar, el aumento de las importaciones directamente a la Argentina desplaza producción local. La segunda consecuencia de la rebaja en los aranceles llegará porque Argentina bajará su nivel de exportaciones al resto de los integrantes del Mercosur, principalmente Brasil, por el abaratamiento relativo de los productos europeos en sus mercados.