-Cardona y Chichito son lo más grande que hay. De eso tienen que hablar: de lo grande que son en la cancha, no de la vida privada –arenga un señor de chomba rayada que interrumpe su oratoria ante los aplausos del adolescente de remera camuflada para una guerra en blanco y negro. El notero de TyC Sports festeja cuando aparece el cántico. “Dale Boooca”. Y no es necesario ni terminar la frase. El notero se ríe a carcajada plena y llama a uno que tiene bien ubicado y que hace traer hasta la reja de donde se cuelga, en cuero, como alguien a quien se le adivina en la piel el exabrupto. “Vos, vení, vení”, elige con el micrófono. El móvil del canal deportivo está en Mar del Plata y el graph no es una pregunta, es una respuesta: “¿Qué opinan los hinchas de las inconductas de los jugadores de Boca?”
–Y yo pienso que los perjudicaron a ellos y los audios y todo lo que se escuchó es todo mentira... no defrauda el encuerado.
–¿Les creés a los jugadores? –tira, como si acomodara la pelota para patear un penal sin arquero, el cronista.
–Les creo a los jugadores –da su veredicto el hincha. Y, si es correcto, que les den una sanción y listo –propone.
–¿Usted? –trata con formalidad a su futuro entrevistado, con camiseta de Boca y menos de 18 años, sin necesidad de presentar DNI.
–Si es todo verdad que les den sanción económica y, sino, es todo mentira –dice el adolescente, en una balanza que parece no conformar al dueño del micrófono.
–¿Bancás a los jugadores? –repregunta para que no queden dudas, como si fuera un Boca -River entre denunciantes de abuso y denunciados, el notero. Y saca conclusiones que, ni siquiera, son las conclusiones de los jóvenes hinchas. Hay algunas chicas entre las fans, pero les saltea el micrófono. Y entonces llega al clímax. Un nene de menos de 12 años apoyado contra las vallas, dispuesto a darlo todo.
–Las chicas hacen quilombo porque quieren plata –afirma el niño.
–Lo mismo –dice su padre que, todavía, lo tiene a upa, como si hiciera falta decir que el chico repite el discurso inculcado por el DT del patriarcado. Pero por si el machismo se había quedado corto, agrega:
–Están buscando prensa, plata, no se, algo están buscando.
Algo están buscando, sí. Justicia, consuelo, sosiego, reparación, contención, esperanza o algo que sea su decisión y no el derecho de otros a decidir sobre sus cuerpos y sus ganas. La televisión y el periodismo deportivo busca mostrar que la violencia machista es parte del folclore del fútbol y que los hinchas bancan la violación, el abuso, los golpes y los insultos como parte de los botines que se pueden calzar los jugadores.
El 16 de enero de 2018 dos mujeres –C. J. y A. A.– denunciaron a los jugadores de Boca Juniors Edwin Cardona y Wilmar Barrios por abuso sexual, amenazas y lesiones leves, en la madrugada del sábado 13 y el comienzo del domingo 14 de enero, en el Hotel Faena, de Puerto Madero. Mientras que los jugadores dijeron que las chicas les pidieron una foto y los están extorsionando. El problema no es solo el problema. O que haya abusadores entre los jugadores, igual que entre padres, docentes, actores, sacerdotes, políticos, abogados, funcionarios públicos, periodistas, escritores, albañiles, etc. El problema es que, además, la cobertura de una parte del periodismo deportivo amplifica la violencia intentando hacer de la gente una arenga contra las chicas que denuncian y en defensa de los acusados de violentos como si tuviera que cubrir el arco ante la definición de un Mundial. Pero lo que está en juego no es un Mundial, sino las lecciones que se le dan a las chicas para que no denuncien (porque no van a ser creíbles y van a ser juzgadas y revictimizadas por la pantalla y las redes sociales) y, muy especialmente, la pedagogía de la masculinidad sobre varones niños, adolescentes y jóvenes que aparecen marcados por la idea del apañamiento del machismo violento como parte del código de machos que ponen huevos y se defienden entre ellos. Y como si las rivales fueran las mujeres que no hacen- o no se callan- siempre como los varones mandan.
O, como cuando en España una mujer denunció a un grupo de varones (“la manada”) por violación y los acusados le pusieron un detective para investigarla a ella. Si las víctimas no son vistas como atractivas para la mirada social –que uniforma la idea de belleza– se le baja el pulgar en el circo romano de los medios porque no es verificable que sean deseables en una balanza del deseo descompuesta de estereotipos de ficción. Y si las víctimas son atractivas, divertidas, bailan o salen de noche -como se espera de ellas para que sean atractivas en el termómetro de los imaginarios sociales- también se les baja el pulgar porque las chicas atractivas tampoco son creíbles. Nunca son creíbles. Siempre son juzgadas. Y las víctimas no necesitan ser buenas, ni serias, ni dar lastima, ni encerrarse a llorar, ni estar en un convento o dar pena. Son lo que quieren ser. Sin embargo, los medios publicaron sus nombres y sus fotos. Y el prontuario con el sello de “hot” como si la idea de caliente las hiciera tener que someterse al deseo ajeno y no al propio.
En los últimos días fueron diversos los portales de noticias que publicaron notas vinculadas a videos e imágenes de una de las denunciantes. Esto se puede observar a partir de algunos de los titulares: “Para el infarto: los bailes hot de la denunciante de Cardona y Barrios” o “La Novia del Fútbol Argentino: las fotos hot de Katherine Alayo: la denunciante de Cardona y Barrios”. Esto da cuenta de que si bien se trataría de un caso de violencia contra las mujeres, al producir una nota sobre el tema se elige analizar y difundir imágenes del comportamiento de las mujeres infiriendo sobre el estilo de vida de las mismas, poniendo en tela de juicio –o, cuando menos, relativizando el valor– de su testimonio. “La violencia contra las mujeres es un delito en sí mismo, y que su crónica o reporte no exige la exhibición del cuerpo, detalle de conductas o comportamiento de las denunciantes”, destacó el Observatorio de Violencia contra las Mujeres del Instituto Nacional de las Mujeres (INAM) que remarcó que revictimizar y cosificar a las mujeres es violencia mediática como lo marca la ley 24.685 para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres.
En medio de las denuncias de abuso instaladas en los medios se conoció otro caso de violencia protagonizado por un futbolista. El 18 de enero se difundió un video en donde el jugador Fernando Tobio, de Rosario Central, empujó e intentó golpear a una mujer e insulta a otra en la vereda del bar “Growler Garage”, de Rosario. Por lo menos la decisión de la comisión directiva de Rosario Central no fue una apología de la violencia. Le aplicó una sanción económica que, dijeron, van a destinar a acciones de prevención contra la violencia de género. Un comunicado oficial de Rosario Central, del 19 de enero, informó: “Nuestra Comisión Directiva tuvo una charla con el jugador en la que se trasmitió la reprobación por su inconducta. El Club se puso a disposición del Instituto de la Mujer de la Municipalidad de Rosario para coordinar acciones en conjunto. Se le aplicará una sanción económica que será destinada a acciones de prevención contra la violencia de género y a nuestras divisiones inferiores para intensificar la formación y educación en la materia”.
La medida, al menos, es un paso. Aunque se puede empezar a caminar antes. La periodista de “Minutouno” Bárbara García Crespo cuestiona: “Esta decisión que parece acertada, llega tarde. Los casos de violencia de género que salieron a la luz en los últimos días no son hechos aislados. Los clubes de fútbol tienen una innegable función social, por lo tanto, es urgente que traten estos temas con el plantel”. El periodista deportivo y editor de deportes de “Tiempo” Alejandro Wall marca la cancha en las redes sociales sobre el peligro de tildar de indisciplina golpear en la cara, violar o insultar a una mujer y, a la vez, rescata el gesto del club rosarino: “Cuando en el fútbol se habla de falta de disciplina no se puede ver la particularidad de la violencia contra las mujeres. Es habitual que te digan sobre el caso de un jugador acusado de violencia, como a (Ricardo) Centurión, ‘le levantó la denuncia’ sin entender que en la violencia de género muchas mujeres vuelven con un golpeador. Y lo comparan con faltar a un entrenamiento o salir de noche y tomar de más. En ese combo se confunden con golpes y abusos y la indisciplina es un eufemismo. El fútbol llega a sectores populares donde, muchas veces, se sufre más silencio. En este contexto es importante como reacciona Rosario Central”.
“El periodismo deportivo tiene mucho que aprender respecto a la violencia de género para trasladarlo al televidente, lector u oyente, hay que ser cuidadosos e incorporar un nuevo lenguaje”, apuesta Matías Canillan, integrante de la plataforma “Relatores”, de Víctor Hugo Morales. “Hay que separar la violencia de género de otras acciones de indisciplina. Y tenemos que tener en cuenta que es un mundo donde hay un machismo casi cavernícola en donde todo el tiempo en los cantitos se habla del sometimiento del macho a la hembra y de denigrar al otro llamándolo puto o cagón asimilándolo a la falta de valentía y coraje. Y a eso se suma una mirada que nunca se pone en el lugar de la mujer”.
La periodista Debora D´Amato refleja como el periodismo deportivo encubre la violencia machista: “Si una mujer denuncia ella se lo buscó y pobres de ellos que vienen de muy abajo y se encuentran de golpe con mucho dinero, mujeres y flashes. Ni qué hablar si son figuras: los propios clubes los amparan y, si se les va de las manos, arreglan económicamente. El feminismo lucha por la igualdad de derechos, por una cotidianidad justa, equilibrada: par. Recién se dieron los primeros pasos pero aún faltan años y kilómetros por caminar. Todo cambio precisa de una revolución y en esa lucha estamos paradas, firmes y estoicas.”
Una de las potencialidades para democratizar el fútbol es que más mujeres hablen desde y en la cancha como lo hace la periodista Angela Lerena o lo hizo Viviana Vila. La periodista deportiva Débora D’Amato, en “Récord México” y panelista de “Intrusos” cuenta los obstáculos machistas para las que cubren deportes (y que no casualmente son pocas y que no lo son sin sufrir machismo): “Estar rodeada de hombres deportistas y conseguir primicias, entrevistas exclusivas o manejar buena información va a ser generador de suspicacias, especulaciones espantosas y sobre todo, una denigración (en lo posible sexual) ante el logro obtenido. Porque claro, para los machistas la mejor manera de manchar la capacidad de una mujer es con sexo especulando las canalladas más miserables solo dignas de un cerebro machista. Absolutamente jamás van a valorar el paso conseguido: vos siempre lo vas a obtener porque el otro está caliente con vos, porque vos buscaste calentarlo o porque intimaste con él. Jamás será mérito propio o capacidad profesional”. El machismo existe. No es gratis. Y se cobra precios altos. “El machismo es algo con lo que las mujeres nos chocamos permanentemente. ¿Duele? Claro que duele. La agresión, la mentira, la denigración, la subestimación son caramelos constantes que debemos comernos. Desde no cobrar los mismos haberes por más que realicemos las mismas tareas hasta un destrato cotidiano permanente: te liman. Más logras, más te destruyen. Más grande es el medio mayor es la acusación. Es casi sistemático. Varias veces a la semana te encontrarás llorando en tu casa por alguna mentira miserable. Son los propios colegas los que se encargan de decir que estás ahí porque el poder de turno te eligió para revolcarte en sus sábanas o que hiciste determinada nota o tienes determinada información porque llevaste a tus sábanas al protagonista subestimando incluso la propia integridad masculina ubicándola en la prehistoria ya que parece irrefutable que un hombre, ante una propuesta poco digna, debe caer sin tener otro remedio que acceder a los encantos femeninos que solo pueden brindarle placer por hora”, describe y rescata: “Celebro con mis puños en alto, que nos animemos a hablar, a denunciar, a decir: basta”
La abogada Florencia Arietto, ex jefa de seguridad de Independiente e integrante del Frente Renovador, resalta: “Si hay un espacio en donde el machismo se manifiesta en su faceta más brutal es en el fútbol. Misoginia y homofobia son las consecuencias naturales para pertenecer a ese ambiente. ¿No hay jugadores gays? ¿O los hay pero si salen del closet se les termina la carrera? ¿No hay acaso varones amorosos que les gustaría participar del cambio de paradigma respecto del patriarcado porque entienden que no es sólo buscar la equidad entre varones y mujeres, sino que es liberar al varón de las imposiciones que los terminan esclavizando? Tenemos mucho por hacer, por empezar tenderle la mano a todos aquellos varones que forman parte del fútbol y que no respetan al Bambino Veira, ni aplauden a los abusadores y quieren a (Alexis) Zárate (sentenciado por violación) preso. No va a ser fácil porque las estructuras patriarcales en el ámbito del fútbol se potencian en su fase más brutal, pero es urgente y necesario que pongamos los ojos ahí”.
Una de las muchas salidas posibles son talleres para varones en clubes de fútbol y también la integración de chicas y chicos en las primeras jugadas. Canillan cuenta una buena experiencia: “Mi hijo tiene diez años y juega en el club Pedro Lozano, de Villa Devoto, y hay una convivencia completa con una compañera de colegio que también juega. Ella da indicaciones y se le pide consejo y compiten con otros equipos que también tienen nenas, como El Talar, en donde compiten con compañeritas que juegan a la pelota de igual a igual. El deporte puede aportar cosas fabulosas a la convivencia de género”.