El acoso callejero es una de las violencias más naturalizadas en la sociedad. Se da mediante roces intencionados, tocamientos, miradas intimidantes, masturbación, abuso, exhibicionismo, silbidos, frases, gestos obscenos, persecución, arrinconamientos, fotografías, grabaciones no consentidas. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) la ley 5.742 lo incorporó al Código Contravencional. El artículo 65 bis establece sanciones para el acosador. Aunque, si estamos frente a una forma de violencia, deberían establecerse sanciones más severas y no permitirse mediaciones. En un marco de violencia es imposible negociar, mediar con el violento porque hay un desequilibrio de poder. Y, mucho más, cuando la propia Ley 26.485, en su artículo 28, prohíbe las audiencias de mediación en contextos de violencia. En la provincia de Buenos Aires aún existe un vacío legal y se está trabajando a fin de modificar el Código de Faltas Provincial para incorporarlo como una forma más de violencia en el espacio público. Mientras que la Cámara de Diputados aprobó y giró al Senado un proyecto para modificar la Ley nacional 26.485.

Se llevó a cabo una encuesta a 1.300 mujeres, de entre 13 a 80 años, en once ciudades del país (Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Gran Buenos Aires, Córdoba, Salta, Corrientes, Tucumán, Mar del Plata, Mendoza, Neuquén, Rosario y Santiago del Estero) donde las ciudades que aparecen como más inseguras son Corrientes (92 %), Tucumán (86 %), Santiago del Estero (85 %), el Gran Buenos Aires (83 %) y CABA con un 78 %, según el Informe “Violencia contra las mujeres en el espacio público. La inseguridad de la que nadie habla”, realizado por Mumalá en septiembre de 2017. El 80 % refirió que al transitar el espacio público se siente insegura, particularmente en la noche, en zonas pocas transitadas (75 %) y pocos iluminadas (51 %).

Ocho de cada diez mujeres prefieren ser acompañadas a las paradas de colectivos o ser esperadas al bajar y dos de cada diez encuestadas contaron que fueron abusadas dentro de un colectivo a través de rozamientos y manoseos. Los taxis y remises son utilizados particularmente en la noche: nueve de cada diez chicas o adultas se mantienen comunicadas para sentirse más seguras mientras viajan en el taxi y tres de cada diez fueron acosadas por el conductor. 

De las mujeres acosadas por parte del chofer, el 74 por ciento prefirió no denunciar el acoso. El 93 por ciento sufrió alguna forma de acoso sexual callejero en su vida y lo alarmante es que el 100 por ciento lleva adelante diferentes estrategias para sentirse más seguras en la vía pública. Moldeamos nuestras vidas a fin de prevenir el acoso callejero priorizando nuestra seguridad. El espacio público se convierte en un espacio de extrema inseguridad para nosotras. Debe existir una férrea voluntad política a fin de incorporarlo en la agenda pública.

Silvina Bentivegna: Abogada especialista en violencia familiar y abuso sexual.