Las declaraciones del presidente de EE.UU., Donald Trump, luego de su reunión privada por fuera del Foro Económico Mundial en Davos con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, avivaron ayer aún más el fuego en torno al conflicto palestino-israelí. El magnate republicano amenazó con retirar más ayuda a los palestinos si no se sientan a negociar la paz. Además, advirtió a Israel de que el reconocimiento de Jerusalén como capital tendrá un costo.
Trump reprochó a los dirigentes de la Autoridad Nacional Palestina haber “faltado el respeto” al “gran vicepresidente estadounidense”, Mike Pence, al negarse a recibirlo en su reciente viaje a la región. El presidente palestino, Mahmud Abbas, no se reunió con Pence en protesta por la decisión estadounidense de reconocer Jerusalén como capital de Israel el pasado 6 de diciembre, momento desde el que considera que EE.UU. se ha “descalificado” como mediador para la paz. Esta razón, considerada un desaire, le dio pie al mandatario estadounidense para recordar que su gobierno decidió congelar la ayuda de 65 millones de dólares que aporta al presupuesto regular de la agencia de la ONU para Refugiados Palestinos y suspender 45 millones en ayuda alimentaria. “Ese dinero está en la mesa, y el dinero no va a ir a ellos (los palestinos) a menos que se sienten y negocien la paz”, aseveró.
Más aún, Trump defiende su controvertida decisión de reconocer Jerusalén como capital de Israel y asegura fue un intento de impulsar el proceso de paz entre palestinos e israelíes. “El tema más difícil sobre el que tenían que hablar era Jerusalén. Quitamos Jerusalén de la mesa (de negociaciones). Ya no hay necesidad de hablar más sobre ello”, dijo.
La respuesta palestina no tardó en llegar. “El mensaje de hoy es claro: Trump está chantajeando y presionando al pueblo palestino por luchar y creer en su libertad y derechos humanos por la ley internacional y las resoluciones de la ONU”,dijo el secretario general de la Organización para la Liberación Palestina (OLP), Saeb Erekat, en un comunicado, y agregó: “Quien diga que Jerusalén está fuera de la mesa de negociaciones dice que la paz está fuera de la mesa”. También, acusó a EE.UU. de estar “fuera del consenso internacional”. Y no se equivoca. La posición de Washington rompió con décadas de consenso internacional según el cual el estatus de la ciudad debería definirse como parte de un acuerdo entre israelíes y palestinos que vislumbre dos Estados. La disputa por la ciudad proviene desde 1967 cuando el ejército israelí ocupó la Ciudad Vieja de Jerusalén y se dio la reunificación, bajo control israelí, de la cuidad que había quedado dividida por la “línea verde” establecida en 1949. “No es un juego para los palestinos. Se trata de nuestra existencia, que sigue siendo negada por Israel con todo el apoyo de EE.UU.”, concluyó Erekat.
Por su parte, Netanyahu aplaudió de nuevo la decisión de Trump de trasladar la embajada estadounidense a Jerusalén (que se llevará a cabo a fines de 2019) como “una decisión histórica” y subrayó que supone “un avance para la paz porque reconoce la historia, y la realidad presente, y la paz solo puede ser construida sobre la verdad”. Sin embargo, Trump dijo que el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel tendrá un costo para el Primer Ministro israelí: “Ganas en un aspecto y tendrás que ceder en algunos más adelante en la negociación” si ésta se reanuda alguna vez, señaló.