Como muchos personajes famosos surgidos de los diarios, Patoruzú tuvo más de un nacimiento en sociedad y arrancando de partenaire. La primera (1928) ocurre dentro de la tira Don Gil Contento, un “boludo alegre” que Quinterno había creado en Crítica y que por motivos que aún se desconocen discontinua de manera abrupta apenas dos días de aparecido el indio (una versión prematura y de rasgos poco definidos). El dibujante emigra a La Razón donde arranca Julián de Montepío, un versión previa de Isidoro que al cabo de dos años se desayuna –de nuevo– con llegada de un indio del sur llamado Patoruzú; un tehuelche bruto pero millonario que despierta su interés. A partir de entonces, el interés de los lectores va en aumento. Y como sucedería años más tarde con Clemente y Bartolo de Caloi o Matías y Prudencio de Sendra, Patoruzú termina por ganarle la titularidad de la tira a Montepío y convertirse en personaje mayor. De esos que todos se apuran por leer cada día. Atento entonces a la repercusión creciente, Quinterno pone fin a su vínculo con La Razón y se lleva su creación a El Mundo, donde lo hace nacer por tercera vez pero ya con Isidoro como contracara y con una fisonomía mucho más definida: el Patoruzú fibroso, entrañable y narigón que conocemos hoy.