El sueño de volver a ver impresas las primeras aventuras de Patoruzú es un viejo anhelo de los coleccionistas que Sapia pudo empezar a concretar luego de una charla cuasi fortuita con los herederos de Quinterno al finalizar un programa en encuentro dedicado a su obra que compartió con Sasturain y el dibujante Eduardo Maicas. “Yo los conocía (a los herederos) de una muestra que había organizado en El Recoleta sobre Patoruzú. Y aproveché para insistirles con la idea de volver a publicar de manera prolija y restaurada aquellas primeras aventuras inconseguibles.” Al principio no tuvo mucho eco, pero cuando Sapia les mostró lo que en Estados Unidos habían hecho con Popeye y otros clásicos del comic, le dieron el visto bueno. “Les dije que teníamos que rescatar su obra como se había hecho acá con la de Molina Campos, cuyos dibujos y pinturas hoy están mucho más accesible a todos”, cuenta Sapia, que se ocupó de restaurar de manera artesanal cada una de las tiras (o sea, recuperando el brillo con el que fueron publicadas; respetando trazos originales y eliminando manchas de humedad, errores de impresión o deterioros de cualquier tipo) con un insumo de tiempo que podía ir de una a doce horas por ejemplar. “A veces me ponía unos tangos de Gardel o de Troilo, lo que se escuchaba en los años que se publicaban, y me imaginaba que tenía a Quinterno a mis espaldas, como solía hacer con los dibujantes en su editorial, aprobando con una sonrisa cada vez que superaba alguna dificultad.”
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