Hay un urbanista cínico que explica el tema con una metáfora socarrona: nuestras ciudades son tan sucias porque lo único que lavan los argentinos es el auto. El hombre no se refiere a eso de no tirar papelitos en la calle o al grado mayor o menor de pulcritud de cada hogar. La metáfora es a la enorme reluctancia de todos y cada uno hacia eso de mantener su pedacito de ciudad, la fachada de cada uno, la noción de que es un gasto desagradable, a evitar hasta el fin. Nuestras ciudades son una colección de frentes agrisados, mal llevados, donde un edificio realmente limpio es una salvedad.
Lo mismo ocurre, en particular en esta Buenos Aires, con cierta noción del espacio público. Los porteños de cierta edad recuerdan la figura del guardián de la plaza, empleado permanente que cortaba el pasto, podaba, barría las hojas, pintaba los bancos, cambiaba lamparitas y hasta trapeaba el monumento. Entre su equipo había un rastrillo de los grandes y bolsas de ladrillo molido para peinar y reparar los senderos. La única presencia externa en la plaza era a la hora de reparar veredas o reemplazar objetos ya inemparchables. Esta tradición se abandonó en tiempos de De la Rúa a favor de la plaza terminalmente destruida que permite llamar a licitación, hacerla de nuevo, conceder lindos contratos y sacar la foto de la inauguración.
En tantos otros ámbitos se perdió por completo esto de hacer mantenimiento cotidiano, sin grandes contratos ni gestos. Es el caso de la Línea H del subte porteño, que con apenas más de dos años ya está mostrando una vejez acelerada debida a dos factores, la pobreza de sus materiales constructivos y la fiaca terminal a limpiar las estaciones como se debe. Las estaciones van creciendo en gris y en polvo de norte a sur, como un reflejo del imaginario social de la ciudad, con Las Heras la más limpia y Venezuela, Humberto Primo y Parque Patricios entre las más sucias.
El primer elemento a tener en cuenta es la pobre elección de materiales que se usaron en las estaciones. Las tantas baldosas amarillas resultaron una porquería porosa a la que se le pega la suciedad con pasión hasta que simplemente se gasta la capa colorida y asoma un gris todavía más sucio del material interno. Los muros parecen condenados a tres variantes, la venecita fea y mal elegida pero que al menos se puede lavar, la pintura común y corriente, sin ninguna consideración hacia el uso masivo del lugar, o los paneles de un material plástico y poroso, al que se pega la grasitud de un modo aparentemente irremovible. Como se ve en las fotos, todo termina agrisado y pringoso de un modo impresentable.
Cada estación tiene alguien que hace la limpieza, pero la hace con un carrito con un balde, un par de escobillones y un secador, cosa que a lo sumo permite tener los pisos presentables. Nadie nunca limpió los tubos de aire acondicionado que se colgaron a la vista pintados de algún color supuestamente alegre, que ahora muestran una gruesa capa de polvo por arriba. Lo mismo con las lámparas colgantes y hasta con los absurdos aleros de vidrio que rematan los “puentes” de las estaciones, un agregado perfectamente inútil y difícil de limpiar porque los arquitectos no hicieron un acceso claro. En Las Heras cada tanto los limpian, buena voluntad del personal a cargo, pero en otras estaciones con depósito de polvo engrasado por la ionización del tren.
Por una cuestión de tacto, no se va a tocar siquiera el estado de los baños de las estaciones que los tienen...
Una línea de subtes como la H costó cientos o miles de millones de pesos, con lo que vale la pregunta de por qué nadie invierte un poco en mantenerla a 25 meses de su inauguración. La respuesta es simple: los millones lo puso la Ciudad, la línea es de la Ciudad, al concesionario no le importa ni conviene preocuparse tanto de mantener una infraestructura que no le pertenece. Es válido pensar, o sospechar, que el capítulo al respecto en los contratos de Metrovías debe ser bastante genérico.
En fin, un día de estos nos vamos a enterar que se hizo una linda licitación para limpiar a fondos las estaciones, desengrasar paneles y desempolvar vidrios. Y va a haber foto de funcionarios y campaña publicitaria sobre puestas en valor, renovaciones, mejores servicios.