Faye Dunaway y Warren Beatty subieron al escenario del Dolby Theatre para anunciar la ganadora del Oscar a Mejor Película de 2017. Abrieron el sobre, dudaron, se miraron, y finalmente ella tomó la iniciativa diciendo en voz alta “La La Land”. Unos segundos después, ante un desconcierto generalizado que nadie podía disimilar, y mientras el equipo de la ganadora celebraba ante los ojos del mundo, uno de los productores interrumpió su discurso de agradecimiento para decir lo que algunos sabían pero callaban: la elegida era Luz de Luna, y Dunaway había leído el sobre de Mejor Actriz (Emma Stone) y no el de Mejor Película. Casi un año después del papelón más grande en la historia del Oscar y, por qué no, de todo el show business estadounidense, la consultora a cargo del proceso de votación y la custodia de los sobres, PwC, tendrá la chance de redimirse en la próxima gala de los premios de la Academia de Hollywood, a realizarse el 4 de marzo. Allí habrá, como era de esperarse, nuevos procedimientos formales para evitar otro domingo negro.
“Una de las cosas más decepcionantes para mí fue que hicimos un gran trabajo alrededor de la precisión y la confidencialidad de todo el proceso, y donde nos equivocamos fue en la entrega del sobre”, se lamentó ante la agencia The Associated Press (AP) el presidente y uno de los socios mayoritarios de la consultora, Tim Ryan, quien aseguró haber estado largos meses pidiéndole disculpas cara a cara a todos los involucrados y prometió hacerse cargo personalmente de la organización. Tamaña disponibilidad se debe a que PwC está cargo no sólo del proceso eleccionario desde hace 83 años (casi desde el inicio del Oscar), sino también de la contaduría de la Academia, incluyendo auditorías internas y pago de impuestos. Un cliente con tantos ceros en su cuenta bancaria y visibilidad mediática mundial ameritaba una agachada de cabeza. Del otro lado devolvieron gentilezas decidiendo no tirar por la borda décadas de seriedad y discreción de PwC por un “enorme error humano”. “No creo que esto vuelva a repetirse”, dijo a AP la directora ejecutiva de la Academia, Dawn Hudson, “pero, aunque todo el mundo estará enfocado en hacerlo bien, igual pondremos en marcha varios protocolos para evitarlo”.
Brian Cullinan y Martha Ruiz, que solían pavonearse exhibiendo el maletín con la nómina de ganadores en la alfombra roja, eran los socios encargados de entregar el sobre correspondiente a cada presentador. En ellos recayó la autoría intelectual del bochorno cuando le dieron a Dunaway y Beatty el mismo que había sido leído minutos antes. Aquella noche Cullinan estaba del lado izquierdo del escenario y Ruiz del derecho. En el premio previo al de Mejor Película, el de Mejor Actriz, Leonardo DiCaprio entregó la estatuilla y salió por el lado derecho, por lo que devolvió el sobre a Ruiz. Su compañero tendría que haber descartado la otra copia, pero no lo hizo porque estaba muy ocupado babeándose y sacándole fotos a la pecosa Emma Stone con su flamante Oscar para subir a Twitter. Un tweet que, ni lento ni perezoso, borró inmediatamente después del escándalo. En esa línea, Ryan confirmó a AP algo que ya había adelantado un par de meses atrás: ninguno de los miembros de PwC podrá ingresar al recinto con un dispositivo tecnológico ni mucho menos usar redes sociales. Será, al menos para ellos, una velada íntegramente analógica.
Al contrario de lo que podría suponerse, nadie pidió las cabezas de Cullinan y Ruiz. Incluso siguen al servicio de la empresa aunque en otras áreas. Obviamente no estarán ni cerca del Dolby Theatre en la próxima gala. Los reemplazarán tras bambalinas otro socio, Rick Rosas, quien trabajó en ese lugar durante 14 años, y su colega Kimberly Bourdon, proveniente de la oficina de Los Ángeles. La novedad es que habrá un tercer miembro de PwC monitoreando el proceso desde el control central junto a los productores y la cúpula organizativa. “Piensen en esta medida como un control de seguridad”, justificó Ryan. Los tres tendrán un juego completo extra de sobres y sabrán de memoria la nómina de ganadores, cuestión de extinguir rápidamente cualquier chispa que amanece con incendiar la ceremonia.
Esa falta de reacción fue uno de las causas del suceso. A Dunaway y Beatty les pegaron duro por no remendar el error al darse cuenta que la papeleta no se correspondía con la terna en cuestión. ¿Por qué no dijeron nada? Porque, en una gala ensayada hasta el último movimiento, nadie había calculado un imprevisto en la entrega de sobres, el eslabón a priori más sencillo de toda la cadena eleccionaria. Conscientes de que hasta eso, parafraseando a Tu Sam, puede fallar, los tres miembros de PwC asistirán a los ensayos de la gala 2018 y practicarán qué hacer ante una emergencia. “Como todos sabemos, tomó mucho tiempo responder cuando nos dimos cuenta que había un error, entonces estamos practicando formalmente todos los 'qué pasaría si...'”, afirmó Ryan. Además, tanto los presentadores como el coordinador del escenario deberán confirmar con una seña que tienen el sobre correcto. La Academia quiere pasar su gran fiesta en paz, sin errores no forzados.