Gran poeta nacional, Leopoldo Lugones se suicidó ochenta años atrás perdido entre un amor prohibido y las persecuciones de su único hijo, un perverso personaje que introdujo la picana en las cárceles del país, instrumento con el que, en una parábola aciaga, fue torturada su hija, Pirí, intelectual devenida guerrillera, ultimada en un vuelo de la muerte hace ya cuatro décadas. Una saga que representa a la Argentina trágica, y a la que Caras y Caretas dedica su próximo número, que estará mañana en los kioscos opcional con PáginaI12.
En esa línea, María Seoane señala en su editorial que “hay sagas familiares que, en su decurso, revelan tiempos rabiosos y enigmas profundos: son el gran caleidoscopio de la historia nacional”. Y relata el caso de Leandro Antonio Alen, padre de Leandro N. Alem, fusilado por haber integrado la Mazorca y la Sociedad Popular Restauradora en tiempos de Rosas; y de los Alsogaray, El Hippie –asesinado en Tucumán– y Julio Jorge, sobrinos de Álvaro, montoneros.
“Leopoldo Lugones es uno de los escritores icónicos de nuestro país. El día del escritor se ha fijado en homenaje a su obra, una obra por cierto intensa, por momentos de gran calidad, pero sinuosa ideológicamente”, escribe Felipe Pigna en su editorial. Y dedica otro texto a explicar el viraje del poeta del socialismo al nacionalismo, que lo llevó a apoyar y promover el primer golpe de Estado que sufrió la Argentina, el 6 de septiembre de 1930, cuando el general José Félix Uriburu derrocó al presidente Hipólito Yrigoyen.
Desde la nota de tapa, Vicente Muleiro revela la trama trágica de la familia: “Los Lugones arman un panteón sangrante en un arco que va desde el nacimiento del vate Leopoldo (1874) hasta la desaparición y asesinato de la sacerdotisa cultural y militante montonera Pirí (1978). En poco más de un siglo, entre ellos se hacen pases de magia históricos que también involucran a Polo –Leopoldo (h)–, el torturador de la Patria, y al bohemio setentista Alejandro, hijo de Pirí, bisnieto del fundador de la saga trágica y suicidado como él”.
Isidoro Gilbert contextualiza los años en que se desarrolla la historia. Y la cineasta Paula Hernández cuenta su experiencia al filmar Familia Lugones, documental donde retrata la saga.
Horacio González traza un perfil de Leopoldo Lugones que destaca su producción intelectual y su papel como escritor y poeta. Ricardo Ragendorfer describe con maestría el perfil represivo de Polo Lugones, además de aportar una historia increíble del mundo del hampa que tiene un vínculo inesperado con el gran poeta nacional. Y María Seoane reseña la vida urgente y revolucionaria de Pirí Lugones.
Fernando Amato cuenta sagas familiares similares a las de los Lugones, en las que una generación rompe con las anteriores de modo desenfrenado o tiene diferencias insalvables o contradicciones con su propia generación: Rodolfo Walsh con sus hermanos; los Alsogaray; Gabriela Massuh y su padre; la historia de Jorge Sivak, el banquero comunista; Rafael Perrotta; Helena Holmberg; la hija del represor Etchecolatz, que aborrece a su padre por los crímenes de lesa humanidad que cometió.
Adriana Pérsico destaca la trascendencia de Lugones escritor y poeta: “A lo largo de su trayectoria intelectual, Leopoldo Lugones describe un itinerario zigzagueante que arranca con posturas libertarias, adopta poses paternalistas, cultiva acentos esotéricos y coquetea, en su etapa final, con el fascismo. Revolucionario, anarco, socialista, sublevado. Así saluda Rubén Darío al joven poeta cordobés que arriba a Buenos Aires en 1896, sin más cartas de presentación que sus versos extraños y su prosa enfática. Aunque los epítetos no bastaron para su inclusión en Los raros, es indudable que Lugones practicó con éxito la pose mesiánica y la facundia épica durante una vida que unió literatura y política”.
La edición se completa con dos reportajes: uno con la socióloga y ensayista María Pia López (entrevistada por Pablo Galand) y otro con Tabita Peralta Lugones, hija de Pirí (entrevistada por Virginia Poblet).
Un número imprescindible, con las ilustraciones y los diseños artesanales que caracterizan a Caras y Caretas desde su fundación a fines del siglo XIX hasta la modernidad del siglo XXI.