Fue con bombos, platillos y un globo amarillo medio desinflado, que el embajador de Argentina en el Reino Unido, Renato Carlos Sersale di Cerisano, presentó su relato del diálogo y la nueva política exterior argentina durante una conferencia en King’s College, Universidad de Londres, el pasado miércoles 24 de enero. Tomó como eje central el creciente papel del país en los asuntos regionales y globales, un eco de aquella prometida “llegada al primer mundo” del presidente Carlos Menem y elaborando un poco qué significa la famosa “vuelta al mundo” de la que el presidente Mauricio Macri nunca se cansa de hablar. Fue poco convencedor. Ya pasaron casi dos años y parece que tan lejos estamos de esta vuelta que somos astronautas en el planeta Marte. 

A Su Excelencia también le gusta repetir otros mantras vacíos de María Eugenia Vidal, Elisa Carrió y otros personajes de Cambiemos tan en boga últimamente, como la necesidad del diálogo y de crear una sociedad decente que rechace la violencia. Acá reflexionamos un poco sobre sus apasionadas afirmaciones y cómo en la práctica su comportamiento ha demostrado ser hipócrita, poco diplomático y carente de sustancia. Por ejemplo, nos genera curiosidad cómo su llamada creencia en el “diálogo” encaja con el hecho de que suspendió el Grupo de Apoyo al Diálogo en la Cuestión de las Islas Malvinas, establecido por su predecesora la ex embajadora Alicia Castro, y que reunió a británicos y argentinos para discutir y buscar soluciones a la soberanía de las Islas. Recordamos también que solo unos días después de su nombramiento como embajador, quitaron el mapa de las Malvinas de las paredes del consulado argentino en Londres. Se supone que estaba simplemente siguiendo las órdenes que recibió desde arriba, pero nos preguntamos: ¿esta decisión se tomó porque el Gobierno está más interesado en acercarse a los discípulos de Margaret Thatcher en el gobierno conservador británico para hacer negocios, en lugar de pelear por la soberanía de las islas? No vemos aquí intención alguna de diálogo, sólo capitulación a intereses extranjeros.

Tampoco vimos intenciones de diálogo en la manera escandalosa en que el embajador intentó controlar e interferir en las conferencias públicas que Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, realizó en el Reino Unido en noviembre de 2017. Abordó la historia de la dictadura militar de 1976-83, los 30 mil desaparecidos, la muerte de Santiago Maldonado y las políticas neoliberales del gobierno de Macri. El embajador en su sabiduría escribió una carta a la directora del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Cambridge en la cual anticipaba el contenido de su charla, plasmaba una defensa de las políticas económicas que llevaba adelante el gobierno de Macri, minimizaba la supuesta desaparición forzada de Maldonado y despreciaba a Nora Cortiñas. En una intervención diplomática sin precedentes, según dicha universidad, y sin molestarse en asistir a participar en ningunos de los debates, luego envió una carta parecida a la Universidad de Londres. ¡Pidió a los directores que repartieran una copia de su tesis a cada uno de los cientos de asistentes en la audiencia! Primero como tragedia, luego como farsa como decía Marx.

Hace poco nos enteramos de cómo Sersale di Cerisano pasa su tiempo de relax. Podemos revelar que a diferencia de Alicia Castro, que se cruzó varias veces con el entonces primer ministro David Cameron en defensa de los intereses nacionales, él sigue efusivamente a la premier Teresa May en las redes sociales, hasta retwittear el 16 de diciembre su pedido de que “amenazas de intimidación no son aceptables en la política”. Ahora, ¿cómo se traduce esta noble denuncia a la práctica concreta en el mundo de Walter Mitty del embajador? Precisamente intimidando a voces críticas. Obvio. 

Acá nos referimos a la reciente intimidación extraordinaria contra el académico británico Dan Ozarow. A unos días de que PáginaI12 publicara el análisis de este sociólogo sobre el modelo económico neoliberal del gobierno de Macri titulado “Estamos viendo una vuelta a los 90”, en el que expresó su preocupación por la insostenibilidad del endeudamiento récord y su daño a amplios sectores de la sociedad, el embajador personalmente firmó una carta de queja sobre el contenido de su currículum académico a sus empleadores, usando el membrete oficial de la Embajada. Esta acción insólita de que una embajada extranjera presente una queja sobre un ciudadano británico a una institución británica sería quizás más apropiada de un régimen dictatorial. Pero estaba claramente diseñada para silenciar cualquier crítica académica y dejar que Ozarow supiera que lo estaban observando. Como si se sintiera culpable, Sersale di Cerisano siguió su carta inicial con una segunda dirigida a la directora de operaciones de la Universidad, afirmando que “no tenía la intención de difamar al doctor Ozarow”. Afortunadamente, como en los casos de Cambridge y Londres, fue el embajador quien quedó muy mal parado por estas maniobras mientras que Ozarow recibió el apoyo incondicional de sus empleadores. Pero claramente este episodio representa un acto de violencia simbólica por parte de la Embajada, poniendo en peligro el sustento de un trabajador y violando tanto el principio de libertad de expresión como el principio diplomático de respeto a las convenciones y leyes del país anfitrión.

Tampoco la Embajada tuvo ni la cortesía de responderle a la ONG británica Global Justice Now (GJN) su petición dirigida al embajador y firmada por más de cinco mil ciudadanos del Reino Unido, que lo invitó a revocar la prohibición gubernamental al país de las organizaciones de la sociedad civil británica para asistir a la cumbre de la OMC del mes pasado, a pesar de estar acreditadas para hacerlo. A estas organizaciones de la sociedad civil británica como GJN y Friends of the Earth que critican la las consecuencias dañinas de los acuerdos de libre comercio a ciudadanos de países menos poderosos, junto con 63 otros expertos, periodistas y otras ONG como Oxfam Alemania, les negaron la entrada al país y el embajador no movió un dedo para garantizarles el paso seguro de la misma forma que ocurrió en el caso de Sally Burch, la periodista británica que fue deportada de Argentina.

Para terminar queremos destacar que varios de los integrantes de nuestra campaña (Argentina Solidarity Campaign) han sufrido persecución, racismo y abuso en las redes sociales simplemente por publicitar nuestros eventos, llegando a los extremos de recibir amenazas de ataque con ácido en el caso de una de las mujeres. Confiamos que el embajador lo condenará. Sin embargo, la flagrante negativa de Sersale di Cerisano a apoyar iniciativas que fomenten el diálogo sobre las Malvinas, sus intentos de influir políticamente y controlar espacios de debate sobre la situación económica y social en Argentina, y su intimidación y hostigamiento de voces críticas, ya sean académicos, o defensores de los derechos humanos, son comportamientos que no existen en un vacío social. Representan en cambio la lógica autoritaria del gobierno de Macri y su genuflexión a los intereses del capital extranjero sobre la defensa de la nación. Esta lógica está siendo exportada más allá de las fronteras argentinas a sus embajadas, que en vez de mejorar la imagen del país, la están empeorando. Esta es la violencia simbólica que todos los argentinos decentes que creen en la democracia, los derechos humanos y la libertad tenemos que condenar de todo corazón. Acá en Europa la sociedad está tomando conciencia sobre cómo Argentina se está volviendo cada vez más autoritaria. Cuando los europeos escuchan de la prohibición unilateral a las ONG acreditadas y los expertos internacionales de la cumbre de la OMC, la deportación a periodistas críticos del país, cuando miran las imágenes que salen en la BBC, CNN, The New York Times y otros medios masivos de comunicación de fuerzas de seguridad tirando balas de goma indiscriminadamente contra trabajadores que pretenden salvar sus puestos de trabajo, o contra diputados opositores, o jubilados manifestándose en la Plaza, o la detención arbitraria de periodistas o de ciudadanos por la Gendarmería simplemente por estar andando en la calle, o las noticias sobre cómo los pueblos originarios continúan siendo perseguidos rutinariamente por las fuerzas del Estado, llevando al asesinato del joven mapuche Rafael Nahuel y a la sospechosa muerte de Santiago Maldonado...están espantados. El gato se está saliendo de la bolsa. El carácter autoritario del gobierno de Cambiemos ya es conocido y las embajadas son un fiel reflejo.

Dado que el embajador se rehúsa a entablar un diálogo, pero hasta ahora ha intentado manipular y controlar nuestras actividades, intimidar y hostigar a nuestros miembros y negarse a responder a nuestras iniciativas u otras de la sociedad civil, sólo podemos apelar a él en estas páginas. Entre el 5 y el 7 de febrero de 2018 presentaremos una gira de conferencias para el ganador del Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, aquí en el Reino Unido, donde abordará el declive de los derechos humanos en Argentina y América Latina. Nos gustaría ofrecerle al embajador la oportunidad de cambiar su política y su comportamiento y pedirle que muestre amablemente respeto por la libertad de expresión y decencia en estos eventos, absteniéndose de intentar influirlos políticamente o intimidar a cualquier persona involucrada.