Julián Della Paolera tiene la buena idea de llegar un par de minutos tarde a su departamento de Recoleta: Dante, el encantador bebé que tiene junto a su esposa Sofía Gala resulta un anfitrión impecable y mientras mira unos videos de Iggy Azalea nos canta el estribillo de “Fancy” hasta que su papá lo interrumpe tiernamente y cambia la música: con King Tubby de fondo, el cantante y guitarrista de Ok Pirámides empieza a hablar con indisimulable orgullo de Explota en tu cabeza, segundo disco de su actual banda y décimo de una zigzagueante y saludablemente desconcertante trayectoria musical: “El disco lo hicimos en un par de sesiones que nos regalaron en Catedral (estudios de Fernando Caloia, baterista de Turf y también de las Pirámides). Y estuvo bueno porque no fue tan maratónico como el primero. Éste lo fuimos haciendo de manera bastante instantánea: componíamos un par de temas y ya los grabábamos. Con la historia que tiene la banda física, psíquica, química y humana, podríamos haber tardado tranquilamente ocho años”. En el tono relajado pero canchero del líder de las Pirámides hay una mezcla de jactancia por sus aventuras tóxicas y de conciencia de que también ya era hora de parar un poco con la locura. O quizá solo de ecualizarla. Se percibe el orgullo de haber tomado, como siempre, el camino más difícil: el solo hecho de convocar para la producción a Leo Ramella (Emisor) da una pista sobre sus intenciones artísticas al punto que sorprende gratamente que una banda tan extravagante sea parte del sello indie cool Geiser Discos. Pero basta escuchar un minuto y medio del disco (con el irresistible estribillo de “Claro que si”, quizá el tema más soul de la della Paolera) para comprender el potencial pop de la banda: “Tengo cien canciones registradas, este ya es mi décimo disco, incluyendo bandas anteriores como La Nueva Flor, Victoria Abril y Victoria Mil. Creo que es un mérito que Geiser nos acepte tal cual somos. Veo que en ciertos lugares realmente incomodamos, aunque no se nos da por hacer un punk onda 77 mantenemos ese espíritu: y está bueno que incomodemos en lugares muy caretas como la revista Rolling Stone. No somos un yogurt pasteurizado y apto para todo público. En todos los lugares, cuando hacemos un solo y subimos la viola, se asustan un poco y en alguno hasta nos bajaron la térmica”, comenta mientras llega su partenaire Gonzalo Campos. Con el ex guitarrista de Los Látigos y Daniel Melero, Julián conforma una dupla guitarrística y humana groovera y melodiosa, caótica y elegante. “Siento a la guitarra como un canal: no soy del Club de los Guitarristas”, asegura Campos. “No escucho una banda por el guitarrista. Pero no podemos negar que somos una banda de guitarras”. A pesar de su merecida fama de grupo impredecible y proclive a todo tipo de excesos toxico maníacos, Ok Pirámides quizá esté pasando por su mejor momento. Sus shows en vivo son una muestra del potencial de una banda que se anima a ser original y que le escapa con excelentes reflejos a lo políticamente correcto.
“La verdad es que como banda tenemos una comunicación musical y un diálogo muy fluido”, explica Gonzalo. “Hacer el primer disco fue una cosa muy loca y delirante, y ahora la producción fue más madura. Pero la otra vez leía un comentario sobre el disco y pensaba que en realidad el delirio y la locura no pasa por si te drogás o no, si no por cuál es tu manera de entender la música, tu modo de interpretarla. No es que si no te drogas más pasás a hacer música pop: nuestro estilo de tocar la guitarra no tiene nada que ver con las drogas. Quizá el problema sea que la palabra pop acá en Argentina me resulta patética: el que no es un Carlitos que te quiere contar siempre lo drogado que está, es un Carlitos que atiende todo el negocio y hace todo bien pero se olvida de que tiene que tener canciones. La mayoría de los grupos actuales lo que quieren desde el principio es encajar: quieren estar bien aseaditos y que los pasen por la radio. Y ahí ya perdiste antes de empezar: así no hubiesen existido ni Velvet Underground, ni Roxy Music. Yo estudiaba arquitectura y dejé porque sentía que la música me daba una libertad enorme”. Con temas más cortos y contundentes que en su primer disco (una obra tan fascinante como desmesurada y confesionalmente descontrolada) Explota… incluye temazos como “Lo podés grabar” y el loureediano “Igual y distinto”, y funciona como una especie de rompecabezas que hay que armar mientras se intenta al mismo tiempo, en vano, que no explote la cabeza: una experiencia psicoactiva, peligrosa y a la vez divertida en la que también puso su sello Leo Ramella, que metió sintes y teclados. “Con Leo la producción es casi telepática. Quizá sea por la cercanía que tenemos después de tanto escuchar música juntos durante años, pero siento que Leo está metido dentro del grupo”, explica Julián. “Cuando conocimos a Daniel Melero, eso fue algo que nos marcó un estándar de lo que es hacer un disco, y en ese proceso de crecimiento también me animé a hacer un disco con otra persona que no fuese Daniel. Creo que no hay ninguna banda haciendo lo que hacemos nosotros: lo que hacemos no se parece ni a Victoria Mil, ni a los Látigos ni a Turf”. Gonzalo agrega que, puede gustar o no lo que hacen, pero lo honestos que son con la música es algo que no les puede discutir nadie. “Y es lindo que la banda no encaje”, se entusiasma. Además de lindo es indispensable, como también parece haber sido indispensable cuidarse un poco del seductor lado salvaje de los excesos, siempre esperando a la vuelta de la esquina. “Tampoco vale la pena fritarse la cabeza, pero a mí no me da para renegar de las drogas, ni para dar un mensaje confuso onda: ‘chicos, cuídense’. Porque también me dieron muchas cosas buenas. Pero no digo: ‘yo la controlo’, porque la gente que dice eso o están muertos o quemados. Y aunque creo que yo nunca perdí el rumbo con eso no me considero más duro que la droga: nadie la vence. Si vas a ver quién es más fuerte al final te das cuenta que nadie le gana. La redundancia que hay con el tema entre las drogas y el rock es que nos gustan las drogas, nos gusta el rock pero también nos gusta el amor y la familia. No hay mucho más: a mí me gusta el rock, todavía no entré en el folklore ni el tango; no te digo en la milonga porque suena medio ambiguo”.