El Banco Central presentó la semana pasada el Informe de Política Monetaria (IPOM). Es un documento trimestral en el que la entidad analiza los principales movimientos macroeconómicos locales y globales, en tanto que adelanta el rumbo de la política monetaria. Este último punto dejó de tener sentido porque a partir de finales de diciembre para el mercado quedó claro que es el Poder Ejecutivo el que toma las decisiones de tasa de interés. Pero resulta interesante observar el análisis que hace el Central sobre la evolución de los indicadores económicos a lo largo de 2017 y las justificaciones sobre los datos negativos. La conclusión más divertida del trabajo es sobre la Inversión Extranjera Directa. La costumbre de la autoridad monetaria es justificar por qué las cosas no salieron como lo planeado y en este caso no fue distinto.
El organismo aseguró que la Inversión Extranjera Directa de 2017 fue menor respecto de la de 2015 porque antes había regulaciones y ahora no. El punto es muy poco consistente con el discurso de los últimos años del titular del Central, que aseguraba que liberar al mercado de las regulaciones iba a despertar una catarata de inversiones. El funcionario aseguraba al asumir que la avalancha de capitales productivos entrando al país iba a ser tan grande que el tipo de cambio real de la Argentina podía llegar a estar incluso más apreciado que en 2015. Eso último fue cierto pero no por la llegada de inversiones productivas sino por el ingreso de inversiones especulativas y por el ingreso de deuda con acreedores internacionales.
Los datos que presenta el Central son concluyentes. En 2015 se habían anotado 9577 millones de dólares en inversiones extranjeras directas, cuando en 2017 la cifra fue de 8280 millones y en 2016 había sido de 3687 millones. “El nivel de IED de 2017 es inferior al registrado en 2015 porque en ese entonces las decisiones de inversión de las firmas se encontraban condicionadas por la vigencia de restricciones cambiarias”, planteó la autoridad monetaria. Agregó que “si en 2015 las firmas hubiesen podido girar a las casas matrices un porcentaje de las utilidades devengadas similar a las del período 2004-2011 y no se hubiesen visto forzadas a incrementar su deuda comercial, el flujo de 2015 se hubiese encontrado en torno a los 3200 millones de dólares, nivel inferior al observado en 2017”. No hay vuelta. Pueden ofrecerse mil argumentos pero los datos duros dejan en claro que las inversiones no están.
El planteo del Central acerca de que las regulaciones (decisiones de política económica) hicieron que las inversiones extranjeras en 2015 no hayan sido genuinas podría aplicarse a cualquier ámbito de la macroeconomía. Se podría decir que los más de 60 mil millones de dólares en reservas internacionales que hoy tiene la entidad son artificiales porque se acumularon a partir de una decisión de política económica de colocar bonos de deuda en los mercados internacionales. Pero el Central no aplica la misma vara para este caso y en las últimas conferencias de prensa celebró el avance de las reservas hasta ubicarse en niveles récord. La autoridad monetaria llegó a destacar que los pasivos de Lebac no son preocupantes porque están respaldados con dólares en el Central. Es una verdadera inconsistencia. El stock de Lebac es deuda del Central. Y la mayoría de las reservas son una deuda del país con los acreedores del exterior. ¿Cuál es el respaldo real? Ambos pasivos deberán devolverse más temprano que tarde.