Podemos realizar un prefacio histórico que da comienzo a la culminación en el año 2005 en la Ciudad de Mar del Plata con la frase “No al ALCA”. Es dable mencionar que la Cumbre de las Américas surgió como discusión sobre consensos comunes, búsqueda de soluciones y desarrollo de una visión compartida para el futuro de la región en las áreas económicas, sociales y políticas. El proceso fue guiado al comienzo por principios políticos compartidos de 34 naciones de las Américas con gobiernos elegidos democráticamente que operen con economías de mercado libre. En este sentido, la primera cumbre fue en julio de 1956, donde se fortaleció a la OEA como fuerza guiadora para el desarrollo económico y social de las Américas. La segunda Cumbre, en abril de 1967, tuvo como objetivo fortalecer la Alianza para el Progreso, incluyendo la creación del Mercado Común para América latina. La tercer cumbre, en 1994, tuvo fundamentalmente la reorganización de condiciones políticas, económicas y sociales del mundo y de la región. Con el escenario neoliberal surgió la necesidad y existencia de nuevos participantes y un entendimiento general sobre principios políticos y económicos basado en las doctrinas de economía de libre mercado haciendo posible una cooperación política e integración económica sin precedentes en el Hemisferio, desde Canadá hasta Argentina y Chile. Mecanismos que aseguraran los beneficios de la democracia y reforma económica. La iniciativa más importante que se dio en esta cumbre fue el acuerdo para trabajar para la creación de un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). ¿Qué sería esta nueva irrupción de comercio en Latinoamérica?, claramente se trata de una extensión, en pocas palabras, del tratado de Libre Comercio Norteamericano que existe en la actualidad entre Canadá, México y Los Estados Unidos. Este tratado de libre comercio contempla la reducción arancelaria a las exportaciones realizadas entre las naciones pertenecientes al continente americano. En este contexto, la propuesta de integración para el continente era liderada justamente por el consenso de Washington. El proyecto de los Estados Unidos no se limitaba a un acuerdo de una economía libre a través del comercio desde Alaska a Tierra del Fuego.
La epopeya vivida en aquel 2005 donde los presidentes Néstor Kirchner, Lula da Silva, Evo Morales y Hugo Chávez enmarcaron la lucha de los Pueblos Unidos Latinoamericanos en ponerle fin a la opresión del sistema capitalista instruido por el consenso de Washington culminó en la derrota del proyecto para el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata. Marcó un momento de reconfiguración de la historia reciente de América Latina, en general, y de la integración latinoamericana en particular. El modelo de la “economía libre” o “comercialista integradora”, que había comenzado a ser cuestionado a partir de 1967, quedó desplazado por una tendencia a la repolitización de las iniciativas de políticas entre los países latinoamericanos reconfigurando las economías regionales que estén ligadas a trabajo e inclusión social de los pueblos.
La Cumbre de Mar del Plata marcó un punto de inflexión importantísimo; en decir No al ALCA, significó el “NO” a un acuerdo de apertura indiscriminada de las economías regionales latinoamericanas, protegiendo y acentuando el valor del trabajo de los hombres de los pueblos unidos de América del Sur.
Desde que asumió el gobierno de la “Alianza Cambiemos”, lleva como bandera política económica a través de la “teoría del derrame” la reconversión a un modelo económico regional en virtud del “libre mercado” beneficiando a las grandes corporaciones económicas del país y de la región a través de apertura indiscriminada e ingenua del comercio, quedando desprotegida la industria y el trabajo nacional, similitud durante los ‘90, años de desindustrialización, desempleo, precarización laboral, política que dio pie al derrumbe en 2001, dejando la destrucción de miles de empresas y de puestos de trabajo, un alto endeudamiento y la imposibilidad de aplicar políticas activas que nos permitan alcanzar un desarrollo sustentable como país.
En este escenario local y regional, actualmente el neoliberalismo intenta otra vez someter asentando un rol subordinado y funcional a los intereses de la gran potencia de los pueblos latinoamericanos en general, y en particular a la Argentina a las prácticas económicas benefactoras al poderío de las grandes elites del hemisferio. Pero de las experiencias vividas de luchas, podemos sostener que existe un gran desafío por delante, las generaciones futuras tendrán un precedente, cuando en el 2005 se puso un punto final al Neoliberalismo conquistador que implicaba la subordinación a la gran potencia hegemónica a través de sus prácticas económicas depredadoras a los pueblos de América del sur. En esta ardua batalla de los pueblos latinoamericanos frente el neoliberalismo foráneo, deben existir iniciativas colectivas que integren la idea del regionalismo llevando las banderas de soberanía política, justicia social e independencia económica en favor de los pueblos y de la integración Latinoamericana.
* UNAJ, Fundación Generación del Sur.