El áspero thriller de espías Homeland tiene un modo de incorporar elementos muy reales –como el fenómeno de las “fake news”, la tensión entre el presidente y la comunidad de inteligencia, y la guerra contra el terrorismo– a sus argumentos de gran efecto dramático. La séptima y anteúltima temporada, que se estrenará en la Argentina 12 de febrero a las 22.00 por FOX Premium Series, trae más de esa acción cercana a la actualidad, siempre con la exoficial de inteligencia Carrie Mathison (Claire Danes) como protagonista. Alex Gansa, showrunner, guionista y productor de la serie, habla en esta entrevista sobre cómo (a veces) la pega con los detalles de la recolección de datos de inteligencia, las bondades de filmar en Richmond y algo que inesperadamente tiene en común con el presidente Donald Trump.
–¿En qué punto de la temporada están?
–Estamos filmando el episodio 8 de los 12 que nos encargaron.
–¿Cuáles eran las noticias en el momento que se escribían los guiones?
–Bueno, está poniendo a prueba mi memoria... ¡Pasó de todo desde ese momento! Es increíble. No sólo es terrorífico que todo sea real, sino intentar ir en paralelo en nuestro programa, y estamos preocupados de que las noticias vayan a adelantarse a la historia. Empezamos a pensar en la temporada en abril del año pasado. Eso es cuando hacemos nuestra excursión anual a Washington DC para reunirnos con nuestros consultores, gente de la comunidad de inteligencia y algunos periodistas. En años anteriores, hemos tenido gente que trabaja en la Casa Blanca y el Departamento de Estado, aunque no estábamos al tanto de eso en ese momento. Donald Trump había sido presidente sólo por un par de meses y Corea del Norte era un tema candente. Corea del Norte no figura en nuestra historia de este año, pero había una tremenda preocupación con lo que la administración planeaba en la península norcoreana.
–Entonces, ¿de qué modo la actualidad encontró su modo de filtrarse en la próxima temporada?
–En el país tenemos un presidente aislado y asediado que cree que el “estado profundo” está en su contra. En nuestra historia, tenemos un presidente que se siente del mismo modo. Lo principal es este antagonismo entre un presidente recientemente elegido y la gente que trabaja en el gobierno, que está ahí en una u otra administración. Es ese conflicto esencial entre esos dos campos el que ha influido realmente en el programa. Y también cuán dividido y polarizado está Estados Unidos hoy en día. Cuando encontrás una democracia así de partida al medio, se convierte en un blanco vulnerable para otros países que podrían querer debilitarnos. Así que eso también se convirtió en una gran parte de la historia de esta temporada.
–¿O sea que esta temporada es como el sueño afiebrado de Donald Trump?
–El show no trata en absoluto sobre la administración Trump, es una ficción. Pero parte de lo excitante que tiene escribir Homeland es que escribimos en tiempo real, más o menos, así que no podemos evitar que lo que sucede en el mundo real influya en la historia y en el modo en que la contamos. Cuando aparece una noticia relevante, a veces no se puede evitar prestársela a la historia. Es divertido escribir eso. Y, hasta cierto punto, podemos educar a la gente sobre las dinámicas internas de cómo funciona Washington.
–¿Cómo son esas excursiones que hacen?
–Vamos durante cinco días. Llevamos a todos los guionistas, a Lesli Linka Glatter –nuestro productor ejecutivo– y a Mandy Patinkin y Claire Danes. Somos diez o doce personas, paramos en un viejo club de Georgetown y tenemos visitas de 9 a 18 todos los días. Este año no podría haber sido más distinto a los anteriores... Antes, teníamos gente de la comunidad de inteligencia dándonos informes y luego a un famoso reportero del Washington Post o el New York Times, que nos daba una posición completamente antagónica a lo que habíamos escuchado antes. Este año, por primera vez y de un modo extraño, la comunidad de inteligencia y el cuarto poder estaban en sintonía. Dos comunidades diferente que creen responder a los hechos se habían alineado de un modo que no habíamos visto durante los últimos cuatro años que llevamos haciendo eso. Claramente, hubo muchas filtraciones que de la comunidad de inteligencia hacia los periodistas, una sociedad que no habíamos presenciado antes de este año. En realidad, le da un poco de credibilidad a la paranoia que hay en la Casa Blanca de Trump sobre que hubo fuerzas importantes aliadas contra él.
–¿Qué más cambió?
–En el pasado, nosotros buscábamos una historia que contar. Como en la cuarta temporada, cuando queríamos poner a Carrie en un cargo de oficial en el extranjero, lo que preguntábamos era: “Si fueran a mandarte al extranjero, ¿adónde te gustaría que te mandaran?”. En ese momento, todos decían Afganistán o Pakistán, y ahí fue donde ambientamos la historia. En la sexta temporada, desde que sabíamos que íbamos a salir al aire durante la transición, aprendimos mucho sobre la transición de una administración presidencial a la siguiente. El tiempo que pasamos en Washington no podría haber sido más influyente. Y esta temporada, por supuesto, todo tuvo que ver con Trump. Hablamos de eso todo el tiempo.
–Ustedes tienen muchos fans de alto perfil, como los expresidentes Obama y Clinton, y en el mundo de la inteligencia. ¿Hasta que punto eso los presiona?
–Es un poco intimidante saber que esa gente está mirando. Pero no podemos evitar equivocarnos. La licencia dramática que tenemos que tomarnos hará que algunos de nuestros consultores nos miren raro. Pero lo que más nos satisface es que estamos seguros de que, aunque podamos no tener todo al pie de la letra en este asunto, la mayor parte de las veces acertamos en el espíritu. Ahí es donde marcamos la raya.
–¿Cómo les ha resultado filmar en Virginia?
–Richmond es una ciudad fantástica, es un gran reemplazo para Washington. Usamos muchos edificios oficiales. Filmados desde el ángulo correcto, podrías estar afuera de la Casa Blanca o el Capitolio. Podrías estar en el Mall. Es fantástico lo bien que sale. Además, tenemos planos de situación de la verdadera Washington, así que es un truco muy fácil de hacer. Y la crew ahí es fantástica. El exgobernador de Virginia Terry McAuliffe nos ha ayudado mucho y las exenciones impositivas han hecho posible filmar en Richmond. La ciudad se ha mostrado feliz de que estemos ahí y nosotros también lo estamos. Hubo una fiesta en la que conocimos a mucha gente de negocios y al intendente de Richmond (Levar Stoney, que con 36 años es el más joven de la historia de la ciudad). Ciertamente él es una promesa de la política. Además, somos la única serie que se filma ahí. Seguro sería diferente filmar en Nueva York, donde hay 150 series filmándose al mismo tiempo. Somos como los perros grandes de la ciudad.
–¿Cómo seguirá el programa después?
–Vamos a hacer una temporada más y ya empezamos a pensar en eso. Nos gustaría llevar a Homeland de regreso a donde empezó: Israel. ¿Será viable? Tendremos que verlo.
–¿Por qué ambientaron esta temporada en Washington?
–Si Hillary Clinton hubiese ganado, ¿estaríamos filmando Homeland en Washigton? Creo que no. Hay algo cautivador y –para algunos de nosotros– perturbador acerca de lo que le está pasando al país. Nos da la oportunidad de hablar sobre eso al contar la historia allí. Si Hillary Clinton fuera presidenta, sería lo de siempre. No sería este ciclo de 24 horas de noticias en el que algo delirante pasa todos los días. No creo que hubiera tanta ansiedad sobre dónde estamos y eso se presta para un thriller.
–¿No lo molesta que la gente se enfoque tanto en qué parte del programa está basada en la vida real? ¿En algún momento le dan ganas de decir “vamos, es mentira”?
–No me ofende tanto eso como la gente que cree que somos islamofóbicos. La izquierda nos acusa de islamofóbicos y la derecha siempre nos acusa de ser suaves con la comunidad musulmana. La gente ve en el programa una agenda política que no creo que exista. Lo que intentamos hacer es tomar a un personaje, Carrie Mathison, que fue oficial de inteligencia, y algo que aprendimos al hablar con los oficiales de inteligencia y la gente de esa comunidad es que, pienses lo que pienses sobre ellos, en su mayoría son personas intensamente patrióticas que pasan 24 horas por día tratando de mantenernos a salvo.
–¿Se imagina al presidente Trump viendo el programa?
–Algo me dice que no está mirando dramas de una hora de duración. Quizás esté equivocado... Sería fantástico que mirara este programa. Cuando Obama lo veía nos sentíamos increíblemente honrados. Si llega a verlo Trump, me encantaría tener una conversación con él sobre Homeland.
–¿Qué opina de alguien que no parece mirar televisión salvo por las noticias?
–En realidad, ¡también tengo que ponerme a mí mismo en esa categoría! Estoy literalmente demasiado ocupado como para ver televisión. Estoy esperando poder ver un montón de programas fantásticos, relajarme y disfrutarlos. No he visto ni un episodio de Game of Thrones ni de Downton Abbey.
*The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.