El presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, asumió ayer un segundo mandato consecutivo en medio de protestas de la oposición, que insiste que hubo fraude en las polémicas elecciones de noviembre (ver aparte)
Hernández recibió la banda presidencial en una sesión del Congreso en el Estadio Nacional de la capital, Tegucigalpa, repleto de simpatizantes y fuertemente resguardado debido a las manifestaciones opositoras en la ciudad.
“Prometo cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes”, expresó el mandatario. “Continuaremos de frente la lucha contra el crimen organizado y la violencia. Profundizaremos el combate de la extorsión y el terror con el que maras y pandillas pretenden dominar aldeas, barrios y colonias de nuestras ciudades”, aseguró Hernández.
Mientras sus simpatizantes lo aclamaban en el Estadio Nacional, sus adversarios se concentraron en la colonia capitalina de Miraflores. Una hora antes de que Hernández asumiera, policías y militares dispersaron con gases lacrimógenos la manifestación encabezada por el ex candidato presidencial de la Alianza de Oposición contra la Dictadura, Salvador Nasralla, y su coordinador general, el ex presidente hondureño Manuel Zelaya. Nasralla había dicho el viernes que si el pueblo se aglutinaba en los alrededores del Estadio Nacional, pasaría por encima del Ejército para impedir que Hernández asumiera.
Los manifestantes, coreando “fuera JOH” (las iniciales del reelecto presidente), habían caminado pocos metros en dirección al Estadio Nacional cuando fueron dispersados en el momento en que pasaban por debajo de un puente en un bulevar en el este de la capital hondureña.
“Me sumé a las protestas contra este gobierno fraudulento que asume en forma dictatorial, nos están reprimiendo y matando”, declaró el estudiante universitario Gabriel Bonilla tras huir de una nube de gas en una céntrica zona comercial de Tegucigalpa.
Sin poder ignorar el estado de situación, el mandatario aseguró: “Estoy consciente de que existen diferencias, tenemos que sentarnos a dialogar sin barreras, tenemos que unir al país”. Pero activistas de derechos humanos cuestionan la legitimidad del gobierno que se inicia. “Se ha consolidado la dictadura, es un gobierno que tiene los sellos del Estado pero no tiene legitimidad. Se impone en forma salvaje con los militares en las calles”, dijo Bertha Oliva, coordinadora del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos.
Hernández es reconocido entre la población por la estabilización económica bajo su mandato y por reducir los altos índices de violencia criminal, cuestiones que el líder del Partido Nacional destacó en el discurso. Aseguró que su gobierno continuará “reduciendo la tasa de homicidios”, que pasó de 59 en 2016 a 42,76 en 2017 por cada 100.000 habitantes. Pero, al mismo tiempo, enfrenta duras críticas: lo acusan de autoritario por su férreo control del aparato estatal, y además por varios escándalos de corrupción.