Guionista, director de cine, teatro y televisión, Oscar Barney Finn estrenó Dulce pájaro de juventud, del estadounidense Tennessee Williams, lo cual es, según define en la entrevista con PáginaI12 “un paso más en mi larga relación con este dramaturgo”. Es que el director mantiene un interés renovado por el autor de El zoo de cristal, desde la época en que junto al maestro Carlos Gandolfo y otros directores buscaban experimentar con sus piezas. Recordado por sus puestas de La gata sobre el tejado de zinc caliente, Noches romanas y Oh, querido Tennessee, desde el `94 Barney Finn comenzó a proyectar el estreno de esta misma obra con María Rosa Gallo. Finalmente, el montaje tiene lugar en el Teatro 25 de mayo de Triunvirato al 4000, con un elenco integrado por Beatriz Spelzini, Sergio Surraco, Carlos Kaspar, Malena Figo, Victorio D’Alessandro, Pablo Mariuzzi, Maby Salerno, Pablo Flores Maini, Gastón Ares y Sebastian Dartayete. La música original de Axel Kryeger será interpretada en vivo por el pianista Pablo Viotti.
La acción de la obra transcurre en el estado norteamericano de Misisipi, “el clásico sur segregacionista, violento y de doble moral de todas las obras de Williams”, como apunta el director. Allí es donde confluyen dos historias, la de Chance Wayne, un hombre que vuelve al pequeño pueblo donde su amor adolescente se vio frustrado, entre otras cosas, por el padre de su novia, un ambicioso político, y la de Alexandra del Lago, una actriz en decadencia que llega junto al protagonista. Es esta relación la que habilita las reflexiones sobre el fracaso y la pérdida de la juventud, dos de los temas principales de la pieza. “Busqué darle fluidez a estas dos líneas dramáticas”, explica el director, quien decidió situar todas las escenas en el hotel donde el aspirante a gobernador lanza su campaña.
–Se trata de un texto poco frecuentado…
–La obra no tiene la solidez de sus mejores textos sino que pertenece a la etapa de declinación de Tennessee Williams. Luego del apogeo que significó el estreno de sus grandes obras, el fracaso de Orfeo desciende (1957) marcó el comienzo de su decadencia. Dulce pájaro… fue la obra que siguió a ésta. Y aunque fue llevada al cine por Richard Brooks, con Paul Newman y Geraldine Page, la censura siguió obrando en su contra.
–¿De qué modo?
–Cuando se hizo la versión cinematográfica todavía estaba vigente el Código Hays (serie de restricciones acerca de lo que se podía ver en la pantalla impuesto en 1934 hasta 1968) así que hubo final feliz donde no lo había. Además, Tennessee Williams sentía que no terminaban de aceptarlo y reconocerlo como dramaturgo por su condición homosexual. Esta debilidad existencial del escritor trasunta la precaria vida emocional de la pareja protagónica de esta pieza.
–¿Qué cuenta la relación entre el licencioso Wayne y la declinante Alexandra del Lago?
–Los dos, la actriz y el gigoló, parecen compañeros de viaje en el vagón de un tren. Ninguno de los dos puede escapar a su destino. Wayne es un personaje promiscuo, una especie de taxi boy, y la obra es, en realidad su historia. Aunque Alexandra es, para mí, la imagen del propio autor, de su declinación y fracaso. Como Flaubert, que dijo “Madame Bovary soy yo” Tennessee Williams podría haber dicho lo mismo en relación al personaje de Alexandra.
–Ella es la que encarna el lamento por la pérdida de la juventud…
–Ella dice “no soy vieja sino que ya no soy más joven”. Esto habla de un mundo como el de hoy, donde no están bien vistas las arrugas y las canas. Si uno mira bien, en la televisión y en el teatro no hay más tías ni abuelas. Los habitantes de aquellos viejos caserones del cine hoy estarán en el geriátrico. Me parece terrible que hayan desaparecido esos roles. Así que yo, que me nutrí de aquellas historias, vengo a conjugar aquel pasado con mis ganas actuales de crear.
–¿Cómo está retratado el mundo de la política?
–Mentiroso y corrupto, el político se cree un iluminado, un tocado por la vara de Dios. Su hijo lo secunda junto a un grupo de corte hitleriano. Es que es un defensor del blanco en el sur de Estados Unidos. Y consigue ser nombrado gobernador.
–¿Cuesta estrenar textos como éstos en este momento?
–Muy pocas veces estrené en el teatro oficial. Y sí, cuesta mucho. Pero no me gusta tirar piedras a nadie aunque sí me interesa contribuir a la reflexión. Me parece que hay que darle a la cultura la importancia que tiene en la formación y la transformación de un país.
* Dulce pájaro de juventud, Teatro 25 de Mayo (Triunvirato 4444), de jueves a domingo a las 20.30.