“Con los jóvenes comparto los desafíos que no son los mismos que los de las generaciones anteriores, que son datos históricos para nosotros. Por ejemplo, recuperar la democracia. No es nuestro, es de la generación anterior”, afirmó el jefe del bloque de diputados del macrismo, Nicolás Massot. Sus palabras fueron parte de las declaraciones que generaron numerosas manifestaciones de repudio de organismos de derechos humanos y referentes políticos la semana pasada, por su propuesta de “hacer como en Sudáfrica y llamar a la reconciliación” respecto del terrorismo de Estado y la violencia en los años 70. Pero, ¿cuán compartida es su mirada por quienes forman parte de su generación? ¿Cuánto hay de discurso ideológico en las palabras de Massot y cuánto de cuestión generacional?
Desde diferentes sectores políticos, los diputados Eduardo “Wado” de Pedro y Josefina Mendoza dialogan con esa mirada, plantean sus prioridades y desafíos y sus modos de relacionarse con el pasado. Además, el especialista en juventud Pablo Vommaro aporta su análisis de esa generación incorporada a la política en democracia, que hoy tiene entre alrededor de 20 y 40 años, y suma su mirada como parte de la misma.
Josefina Mendoza se convirtió en diciembre, con sus 25 años, en la diputada nacional más joven del Congreso, y es también la primera presidenta mujer de la Federación Universitaria Argentina (FUA). Se formó en la militancia estudiantil y forma parte de la Juventud Radical, que integra Cambiemos. Wado de Pedro (41) es diputado nacional del Frente para la Victoria y dirigente de La Cámpora. Pablo Vommaro (43) es posdoctor en Ciencias Sociales, niñez y juventud, investigador adjunto del Conicet, profesor de Historia de la UBA y forma parte de la Secretaría Ejecutiva de Clacso. Los tres encuentran en la historia nacional una fuente importante de balances y aprendizajes para pensar la actualidad y, desde ese lugar, coinciden en que el único camino para “sanar heridas” es la justicia.
–¿Qué lugar ocupan los desafíos y experiencias de las generaciones anteriores en su presente?
De Pedro: –Hay quienes prefieren olvidar la historia, no es mi caso. La historia es la herramienta que nos permite proyectar el futuro, aprender de las experiencias virtuosas y evitar recetas que ya fracasaron. Ya lo decía Rodolfo Walsh: “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia para que cada lucha deba empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores”. Hay que tener muy presentes a las generaciones de argentinos que lucharon por la independencia primero, por la soberanía nacional después, y ya en el siglo XX, contra la proscripción del peronismo y la dictadura genocida.
Mendoza: –Los desafíos de hoy no tienen por qué dejar atrás la historia. Además, siempre es bueno y fortalece a una democracia cuando se recuerda lo que costó como sociedad y como país conseguirla, sobre todo a la dirigencia política. Vengo del radicalismo y no puedo no mencionar lo que significó el Juicio a las Juntas y la política central que tomó el gobierno de Raúl Alfonsín cuando decía “queremos una democracia para siempre”. Esto no quita que nos hagamos eco de las necesidades y desafíos de hoy.
–Desde su experiencia como investigador, ¿esa generación cree que mirar al pasado es perder el tiempo?
Vommaro: –No. La noción de memoria es muy importante en esa generación, como la de experiencia y tradiciones. Hay además una recuperación, o al menos un interés, por los años 70 que es fuertemente político, pero también cultural. Massot en su mismo discurso toma una posición política sobre el pasado y contradice un poco sus propias palabras, al decir que es perder el tiempo, porque ocupa mucho tiempo y espacio en reflexionar y disputar los sentidos sobre ese pasado reciente. Ese interés cultural se ve en la búsqueda por recuperar música, gustos y formas de vestirse, producciones artísticas e intelectuales, estilos de vida. Eso de “dar vuelta la página” o “no mirar atrás” es más un mandato adulto que un sentir de las nuevas generaciones. Massot tiene un discurso fuertemente adultocéntrico y reproductor de las generaciones pasadas que no expresa los sentires, anhelos o convicciones de las actuales generaciones.
–¿Cuánto hay de cuestión generacional y cuánto de batalla ideológica en ese llamado a “cerrar capítulos”?
Vommaro: –Massot disfraza un discurso que es ideológico político como discurso generacional. Busca legitimar ideas que ya no tienen consenso en la sociedad argentina disfrazándolas de una ruptura o supuesto cambio de generaciones. Lo que hay es un discurso antiguo que busca renovarse bajo la forma de un discurso de actualidad.
–¿Cuál creen que es la mejor forma de que la sociedad dialogue hoy con los años 70?
Mendoza: –Lo que se necesita es justicia. El perdón lo tienen que dar los familiares de las víctimas o desaparecidos y a nosotros, como sociedad, no nos corresponde nada más que reclamar justicia, sobre todo cuando hablamos de delitos de lesa humanidad, además de acompañar a los familiares.
De Pedro: –Creo que a nuestra generación le toca saldar la etapa de la impunidad, que es verdaderamente nociva para la democracia, y serán las próximas generaciones las que discutan cómo sigue este proceso. La discusión sobre la posibilidad de perdón o reconciliación se podrá dar cuando no haya más impunidad, cuando recuperemos a los 500 nietos robados, cuando sepamos cómo mataron y cuál fue el destino de los cuerpos de los 30 mil desaparecidos. La forma de resolver las marcas que dejó la dictadura es con justicia. La política de memoria, verdad y justicia buscó cerrar siempre el capítulo histórico de la impunidad.
Vommaro: –Si hace falta una reconciliación o acercamiento eso se logra en base a la verdad y la justicia, y no al olvido o la negación. Falta mucha justicia y mucha verdad, así que queda mucho por recorrer para lograr algo así. El problema con el discurso de Massot es que niega otros discursos. Se plantea como “discurso de reconciliación”, pero es en verdad de aniquilamiento simbólico de los que creemos que aún falta mucho por avanzar. Es una suerte de memoria mutilada, no es el discurso de la pluralidad de las nuevas generaciones, sino una mirada vieja, adultocéntrica. Decir que a la generación actual no le interesa mirar el pasado es una falacia que no se sostiene en ninguna investigación empírica. Es un intento de justificar el negacionismo sobre los conflictos que signaron el pasado reciente. Entre los jóvenes hay un interés por recuperar ese pasado, pero no por reproducirlo.
–¿Cuáles creen que son los principales desafíos que encara hoy su generación?
Mendoza: –Sin dudas el principal es lograr que todos tengamos las mismas oportunidades, y un Estado presente para todos, no solo para algunos sectores. En especial de cara a aquellos jóvenes que actualmente son el sector más desfavorecido. Hoy en la Provincia de Buenos Aires hay 850 mil jóvenes que no estudian ni trabajan y que por alguna razón no pudieron acceder a la educación pública, a un empleo o una vivienda. Esas son de las mayores falencias o límites con que se encuentran los jóvenes.
De Pedro: –Como generación que se incorporó a la política fuertemente con Néstor y Cristina, el desafío que tenemos es poner al país en la senda del desarrollo industrial y tecnológico para generar empleo que incluya a los 44 millones de argentinos, y no sólo a 20 millones. Un desarrollo que nos dé relativa autonomía para no estar tan expuestos a los vaivenes de la coyuntura internacional. Además, tenemos que trabajar para alcanzar niveles de solidaridad social que nos permitan vivir en una sociedad más igualitaria y armónica.
–Massot destacó como desafíos políticos propios de su generación de dirigentes el “combate contra la pobreza” y la “generación de trabajo”. ¿Son esas dos preocupaciones importantes para los jóvenes en general?
Vommaro: –En parte sí. El trabajo ocupa uno de los tres primeros lugares en las preocupaciones de esa generación, pero sobre todo en referencia a su calidad o condiciones. Hoy el desempleo juvenil y el primer empleo son grandes problemas, pero también las condiciones de esos empleos, que son en general precarizados, flexibilizados, y no permiten estudiar y trabajar. Además, así como hay desigualdad de género en el salario también hay una desigualdad generacional, por igual trabajo un joven cobra menos que un adulto. La segunda preocupación más importante de los jóvenes se relaciona no tanto con el combate contra la pobreza, sino con el combate contra la desigualdad. Hay una búsqueda por contrarrestar los mecanismos de producción y reproducción de las desigualdades en el país, que tiene mucho que ver con reconocer la diversidad.
–De cara al futuro, ¿hay capítulos de la historia que cree que deberían cerrarse?
De Pedro: –Tanto en la vida de las personas como de las sociedades es necesario resolver los problemas del pasado. Además de la impunidad, otro capítulo infame que pensé que se estaba clausurando, por ejemplo, es el de la deuda externa. Néstor y Cristina empezaron a cerrarlo con el esfuerzo de todos los argentinos pero lamentablemente ese capítulo, que sabemos cómo termina, este Gobierno lo ha vuelto a abrir a una velocidad inusitada. Otra etapa que parecía cerrada después de muchos sufrimientos y ha vuelto a abrir el gobierno del que Massot es parte es el de la violencia entre argentinos: el oficialismo vuelve a usar a las fuerzas de seguridad contra la sociedad y a todo el aparato del Estado para perseguir, domesticar y proscribir a opositores. Lo que intentan hacer con Cristina es el mejor ejemplo.
Informe: Inés Fornassero.