Contra todos los pronósticos, Bruno Mars se alzó en la noche del domingo como el gran ganador de los premios Grammy 2018. El artista, de reciente paso por la Argentina, subió al escenario del Madison Square Garden, de la ciudad de Nueva York, para recoger los trofeos más importantes de la gala: “Canción del año”, de la mano de “That’s What I Like”, “Grabación del año”, por su disco 24K Magic, y “Album del año”, gracias a ese mismo trabajo. “Esto es increíble”, disparó el hawaiano al recibir el último gramófono (de un total de seis), mientras los raperos Jay-Z y Kendrick Lamar, los dos grandes favoritos de esta edición, lo miraban desde el público. Además recordó sus inicios en la música, a los 15 años, en los que lo emocionaba ver a la gente divertirse y bailar con su actuación. Lo mismo que sigue haciendo década y media más tarde, y por lo que la industria se rindió a sus pies. 

Así que el R&B, en su formato más bailable, le ganó esta vez la pulseada al rap, al que los Grammy fundamentales le fueron esquivos una vez más. Más allá de que Kendrick Lamar, devenido en la antípoda de Jay-Z (perdió sus ocho nominaciones), volviera a casa con cinco estatuillas. De las que destacan, aparte de “Mejor álbum de hip hop”, por DAMN, las de interpretación de rap, mejor canción y mejor video. Todas ellas por su canción “Humble”. Pero el revolucionario rapero californiano eligió un potpurrí con sus singles “XXX”, “Lust” y “ADN” para levantar, literalmente, el telón de la ceremonia con una performance incendiaria. Y es que fue fiel al matiz surrealista de sus videos, disparó un poderoso mensaje antirracista, y contó con la participación del humorista Dave Chapelle, al igual que de Bono y The Edge, de U2, quienes volvieron luego a escena para presentar una categoría y para actuar en el Río Hudson. 

Además del de Lamar, los shows más relevantes de la sexagésima entrega del Grammy estuvieron a cargo del tándem conformado por Luis Fonsi y Daddy Yankee, quienes recrearon el hit de 2017, “Despacito”, que perdió en los rubros “Grabación del año” y “Canción del año”, y Kesha.  Presentada por la cantante y actriz Janelle Monae, que en su introducción hizo alusión al maltrato que padecen las mujeres en la industria musical, la intérprete y activista californiana redimió el #MeToo al salir a cantar “Praying”, dedicada contra el acoso sexual, acompañada por Cyndi Lauper y Camila Cabello. Esta última, de ascendencia cubano-mexicana, posteriormente recordó a los “dreamers”, los inmigrantes amenazados con ser deportados. Aunque durante la noche también hubo espacio para sociedades experimentales como la de Sting y Shaggy en “Englishman in New York”, y la de Elton John y Miley Cyrus en “Tiny Dancer”. 

Tampoco faltaron los tributos. El primero lo recibieron Chuck Berry y Fast Domino, de parte de Jon Batiste y Gary Clark Jr, y más tarde Chris Stapleton y Emmylou Harris interpretaron “Wildflowers”, de Tom Petty. Si bien la “Mejor canción de rock” se la llevó Foo Fighters con “Run”,  el “Mejor álbum de rock” lo ganó The War on Drugs con A Deeper Understanding, y la “Artista revelación” fue la canadiense Alessia Cara,  este Grammy será recordado por su tono afro (el último Grammy al “Album del año”, ganado por un negro, lo obtuvo Herbie Hancock en 2008). Y es que nunca hubo tres afrodescendientes  nominados en una misma categoría, ni una sola blanca (Lorde) entre los candidatos a “Album del año”. Esta edición 2018 fue asimismo la de más artistas jóvenes postulados, pues el más veterano fue Jay-Z, con 48 años. En realidad, lo era Leonard Cohen. Pero ya no está entre nosotros.

AFP
Kendrick Lamar abrió la ceremonia con una actuación notable.