A un día de la sesión de investidura en la que los legisladores podrían consagrar un nuevo presidente para la región, Cataluña parece resignada a una comedia de enredos. Es que el titular del Parlament, Roger Torrent, debe decidir si suspende la sesión o la aplaza.

El nombre del depuesto presidente, Carles Puigdemont es el que altera la calma, porque a Mariano Rajoy los cálculos le salieron mal. Tras las elecciones los independentistas consiguieron mayoría. Torrent, de Esquerra Republicana de Catalunya, llegó a la presidencia del Parlament con los votos de su bloque y de los de Junts per Catalunya, la alianza que lidera Puigdemont. Este, que se refugió en Bruselas cuando fue depuesto por la aplicación del artículo 155 de la Constitución de España, evitó la cárcel con su huida, a diferencia de otros altos funcionarios de su gobierno, e insistió en las últimas semanas en recuperar su cago. Incluso llegó a plantear la posibilidad de gobernar desde Bélgica, sabedor de que si pisa suelo español iría a la cárcel.

Rajoy se apuró a impugnar la candidatura de Puigdemont, que con los votos de ERC y Junts per Catalunya podría lograr su cometido, pese a la situación legal y a que los propios letrados del Parlament plantearon que desde el punto de vista jurídico era insostenible una investidura en ausencia. Pese a que no logró el apoyo del Consejo de Estado, Madrid recurrió al Constitucional, que no vio impedimentos en que la sesión se realizara, aunque hizo la salvedad de que Pablo Llarena, el juez que sigue la instrucción del caso, debería permitir la comparecencia de Puigdemont ante los dipuitados. Como no hubo definiciones, Puigdemont presiona a Torrent.

El líder nacionalista envió una carta a Torrent, con quien hace unos día se había reunido en Bruselas, en la que le pide que "como máxima autoridad de la Cámara adopte las medidas necesarias para salvaguardar los derechos y prerrogativas del Parlament y del conjunto de sus miembros", considerando "las actuaciones judiciales y gubernamentales del Estado encaminadas a impedir que pueda asistir al Pleno de investidura programado para el 30 de enero" .

En rigor, Torrent convocó a la sesión de investidura dentro de los plazos correspondientes. La Mesa del Parlament sesionará mañana por la mañana, y allí podría determinarse si hay sesión o no. Torrent incurriría en desobedicencia al Tribunal Constitucional si avalara una sesión con Puigdemont como candidato. De allí que las alternativas sean la suspensión o el levantamiento de la sesión.

En rigor, Torrent podría abrir una ronda de consultas para que se proponga otro nombre al pleno. Eso permitiría al bloque independentista destrabar la situación con una alternativa a Puigdemont. La sesión de investidura requiere 68 de los 130 diputados a favor de un candidato para formar gobierno. Si la primera votación fracasase, está estipulada otra sesión para elegir un presidente por mayoría simple. En ese escenario, la abstención de un grupo parlamentario permitiría la formación de un gobierno. Los tiempos vencen 60 días después de la primera votación. Si mañana se vota y no hay gobierno, el 31 de marzo, Sábado Santo, es el límite para elegir presidente. Ese día quedaría disuelto el Parlament y habría que convocar a nuevas elecciones.

Para complicar aun más las cosas, Puigdemont siembra pistas por las redes sociales respecto de dónde está. En Instagram publicó una foto en una de las calles por las que se accede al Parlament en Barcelona. En su publicación dice que se está a “24 horas de la investidura de KRLS”, tal su nombre en Twitter. Asegura que será  "por el país. Por las libertades. Por nuestras instituciones. Por la democracia. Por la dignidad. Por el futuro. Por ti", y colocó el hashtag #RepúblicaCatalana.

Para más confusión, un diputado de ERC, Ferrán Civit, publicó en Twitter una imagen de una ruta con este texto: "Iniciamos operación retorno bien cargados desde Bélgica. Esperamos que no nos intercepten". 

Y por si fuera poco, agregó una foto de su acompañante, tomado de espalda, con un peinado similar al de Puigdemont, y una frase enigmática: "Toca descansar, porque el viaje será largo y el pleno del Parlament será duro".