Cuando nombramos o escuchamos el nombre "Sandra" no todos recordamos a la misma persona. Muchos suelen pensar en una vecina, compañera, madre, hija, hermana, abuela; sin embargo para otres el nombre significa más que eso. Puntualmente, en Rosario, Sandra interpela la memoria de una manera tan compleja que ‑especialmente políticos, fuerza de seguridad y Poder Judicial‑ prefieren mantener el caso en el olvido.

Sandra Cabrera, la sanjuanina, trabajadora sexual, madre, hija, compañera y secretaria general de la Asociación de Mujeres Meretrices en Rosario, fue asesinada en la madrugada del 27 de enero del 2004 a metros de su casa, con un disparo en la nuca. Su mayor error: ser mujer, de clase baja y trabajadora sexual.

No obstante, de las relaciones que se le adjudica haber tenido con la policía, la actitud que se destaca, era la de denunciar los abusos y lazos corruptos de quienes lideraban esta fuerza. Especialmente corrupción de menores, explotación sexual y trata de personas. Sandra inició quince causas al respecto, incomodando cada vez más las estructuras ilícitas de las fuerzas. Es así como en 2003 terminan de caldearse los ánimos, dados los cambios generados en la policía provincial consecuencia de las denuncias públicas realizadas por AMMAR.

En septiembre del mismo año, se apuntó a los jefes de la División de Moralidad Pública de la Policía de la provincia por cobrar coimas a prostíbulos de la zona de la Terminal de Ómnibus "prometiendo" a las trabajadoras de dichos prostíbulos la eliminación de otras compañeras que trabajaban en la calle, es decir les prometían "eliminar a la competencia". Lo que olvidaban aclarar es que a ellas también le cobraban ‑cincuenta pesos de aquel momento‑ para "evitarles problemas con la ley", además, por supuesto, de ser ciegos, sordos y mudos ante los reiterados casos de trata y proxenetismo.

A catorce años del crimen, la impunidad y el miedo siguen reinando; el único imputado fue sobreseído y varios testigos prefirieron el silencio. Hoy la violencia punitiva, material y simbólica, aparece bajo distintas formas: discriminación, maltrato, estigmatización social.