Leo Genovese opina que el jazz siempre fue una música popular. “Si parece otra cosa –dice– es por el egocentrismo de algunos músicos, y es que el jazz es una música de escucharse unos a otros y no podría hacer egocentrismos, y por la falta de tiempo y de disposición para la escucha. Algún día nos daremos cuenta del daño que nos estmos haciendo con las nuevas formas de escucha: sin reflexión, sin tiempo, sin disposición a abrirnos a universos nuevos”. Pianista prodigio en la niñez y abandonador serial de estudios musicales hasta que se recibió en la Escuela Berklee de Boston, Genovese es uno de los músicos más talentosos y originales de la escena actual. Productor, arreglador, compositor de parte de los temas y factótum de la banda de Esperanza Spalding durante años, ahora –comenta a PáginaI12– tiene “más tiempo para experimentar, para probar nuevas cosas”.
Una de ellas es el trío con el que se presentará hoy a las 21 y a las 24 en Bebop Club (Moreno 364, en el subsuelo del restaurante Aldo’s). El nombre del grupo es el de su ciudad natal, Venado Tuerto, y lo integran junto a él Tony Malaby, uno de los mejores saxofonistas actuales (conviene prestarle atención a sus intervenciones en el disco póstumo de Charlie Haden y su Liberation Music Orchestra, Time/Life, recientemente editado por Impulse), y el notable baterista Fermín Merlo. Compañero de aventuras de gigantes del género como Herbie Hancock o Wayne Shorter, Genovese anduvo de gira por diversas partes de la Argentina con otro trío, Nómades. “El contrabajista Justin Purtill y el percusionista Brahim Fribgane no se conocían y la idea era que lo hicieran, que tomáramos mate por las rutas y que de allí surgiera la música”. En el Venado Tuerto Trío las cosas no son demasiado diferentes. “Era una vieja idea que teníamos con Malaby y cuando surgió la posibilidad, porque él, luego del Festival de Jazz de Buenos Aires, donde estuvo con Tamarindo (William Parker en contrabajo y J. T. Bates en batería), se quedó en la Patagonia, la aprovechamos inmediatamente. Y el baterista tenía que ser Fermín, no había otro”.
Para Genovese, la estética de sus proyectos y los músicos que los integran son una misma cosa. “No sé exactamente cómo surge algo. Se me produce una imagen y me dejo llevar por ella”, cuenta. El disparador de esa imagen puede ser un sonido, una idea rítmica, o el nombre de un intérprete. “El jazz puede ser muchas cosas diferentes, pero siempre incluye, de una manera u otra, la improvisación. Bueno, para mí, eso se amplía. No se trata solamente de la frase, de la escala, del desarrollo que vamos a tocar sino del proyecto mismo”. Y es que ante él, que además del piano toca acordeón e instrumentos de caña de procedencias diversas, se abren siempre perspectivas sumamente variadas. “Al rechazar privilegiar un estilo histórico sobre otro, él fortalece su definición como políglota”, escribió sobre él The New York Times en relación con su disco Seeds, publicado en 2010. Y la revista especializada Down Beat, acerca de ese mismo álbum, habló (inevitablemente) de “naturaleza exploratoria”. “La gran aventura de estar en el cosmos y de hacer música es esa”, reflexiona él. “Ese es el máximo placer; entregarse a algo. Sentir que es la propia música que vamos imaginando la que va definiendo sus reglas. En estos dias de tanto andar y de movimiento espiritual y físico, lo que más me interesa es no escuchar la voz del cansancio, la voz del mercado, la voz del egoísmo o de la arrogancia. Lo que quiero es seguir creciendo y profundizando en esto tan lunático a lo que llaman vida. De ahí surge una música que va mutando como muta toda nuestra información celular. Venado Tuerto Trio surge desde ahí, de algo con genética de adaptacion, integración y compromiso, con y para todas las voces que cantan sin sonido , todavía. No hay nada prefijado. Apenas los puntos de partida y a veces ni eso. Simplemente saber que cada músico, como cada persona, es un universo. Y que hay que dejar que esos universos se toquen, se miren, se escuchen. Se trata, siempre, de escuchar al otro”.