El permiso
(Brian Jánchez / Ediciones Noviembre)
Hacía rato que Jánchez no centraba un relato en el drama. Con la intensidad de este libro, al menos, no desde Shloishim. Y si en ese libro autobiográfico narraba el fallecimiento de su padre y su subsiguiente duelo, en El permiso cuenta el tránsito de una chica cuando a su madre le descubren un tumor. Menos cáustico en su habitual humor (hay apenas dos o tres chistes), lo que sí demuestra el autor es cuánto avanzó en términos formales en la historieta. Aquí exhibe una variedad mayor para componer las páginas, pero también una narrativa limpísima, un uso cada vez más ajustado de los silencios y un dibujo más diáfano que hacen de este libro, si bien breve, de una contundencia enorme.
La vida es buena si no te rindes
(Seth / Salamandra)
Casi de casualidad, Seth descubre a Kalo, un historietista que publicó en la revista The New Yorker bastante antes de su tiempo y queda subyugado. Con un pequeño problema: no hay otras viñetas de Kalo. Ni en el The New Yorker ni en ningún otro lado. La obsesión lleva al autor/protagonista de esta novela gráfica a investigar la vida y obra de su colega y, al mismo tiempo, explorarse a sí mismo, sus obsesiones, sus deseos, sus relaciones y su propia obra. El libro, originalmente serializado en Palookaville, es la primera novela gráfica del canadiense y se publicó en 1996. Su aparición local cubre un bache importante en el género autobiográfico, que tiene buena cabida en la Argentina.
Rondador y Nocturno
(Martín Tejada y Mariano Taibo / Szama Ediciones)
El cineasta y guionista Martín Tejada dirigió un videoclip para la banda del under rockero Bestia Bebé. De ese trabajo surgió la inspiración para esta serie de vigilantes enmascarados. Y aunque es imposible no remitirse a la larga tradición que encuentra en Batman y Robin sus exponentes más acabados, la dupla creativa consigue aquí su propia tónica, más callejera, más a tierra y más humana. Esta, vale la aclaración, es apenas el primer capítulo (24 páginas) de una serie. En ese breve espacio el guión cumple en interesar al lector por los personajes y en generar ganas de esperar la segunda entrega. El dibujo de Taibo también cumple su cometido, especialmente en las secuencias de acción.
¡Viva la caca!
(Gustavo Sala / El Hotel de las ideas)
Sala plantea desde la tapa a ¡Viva la caca! como un libro de chistes asquerosos para chicos, una definición que seguramente muchos padres encontrarán algo osada. Pero en rigor, aquí el humorista gráfico marplatense baja varios cambios a su irreverencia habitual. Los chistes más procaces quedan de lado. Sí ofrece, desde luego, un festival de escatología que pese a todo consigue mantener cierta tónica ingenua y que termina acercándolo al público declarado del libro. Por lo demás, son los recursos habituales del humorista del suplemento No de este diario, que hace del absurdo una de sus mejores armas. A muchos les parecerá una pavada, pero quienes sintonizan su código se cagan de risa.