A la hora de fugar y evadir los argentinos recurren a los principales proveedores de secreto financiero del mundo: Suiza y Estados Unidos. Las dos plazas más habituales para ocultar las fortunas de grandes empresarios, herederos, celebridades y políticos locales, encabezan el índice de secreto financiero (ISF) elaborado por la organización británica Tax Justice Network (TJN). Desde esas guaridas financieras llegaron 43 de cada 100 dólares registrados en el blanqueo de capitales. Fueron más de 50.700 millones de dólares que estaban escondidos a las autoridades fiscales en forma de inversiones y cuentas alojadas en entidades suizas y estadounidenses. El top five del ranking lo completan Islas Caimán, Hong Kong y Singapur.
A diferencia del flamante listado de jurisdicciones no cooperantes en materia fiscal difundido por la Unión Europea, que cuenta con 9 presencias como Palau, Namibia, Samoa y Guam, el índice de secreto financiero de TJN propone una visión más amplia. Desde su perspectiva, los paraísos fiscales forman parte de una red global de servicios financieros offshore que administra y recicla hasta 32 billones de dólares. El ranking elaborado por los expertos británicos combina el grado de secretismo ofrecido por las regulaciones, leyes y tratados de los países con la participación de cada guarida en la industria de servicios financieros offshore. Con esos parámetros, los países desde donde llegaron las dos últimas megafiltraciones, Panamá y Bermuda, ocupan los puestos 12 y 36. Bahamas, donde estaba registrada la compañía mencionada en los Panamá Papers donde Mauricio Macri se desempeñó director, alcanza el puesto 19.
La fuga de capitales hacia los centros financieros offshore constituye un rasgo estructural y permanente de la economía argentina desde mediados de la década del setenta. Origen, volumen y causas variaron a lo largo de los últimos cuarenta años pero la sangría nunca se interrumpió. Dependiendo del método utilizado, la red de guaridas financieras permite que los argentinos oculten entre 260 y 500 mil millones de dólares. La cifra más elevada representa alrededor del 80 por ciento del producto. Los flujos financieros ilícitos tienen como protagonistas las grandes empresas y sus dueños. Los abusos canalizados a través de la red global de servicios financieros offshore relevada por TJN no solo redundan en menores ingresos fiscales sino que constituyen una fuente de inestabilidad macroeconómica al retacear fondos para la inversión y presionar sobre el sector externo. Argentina no figura en el listado conformado por 112 jurisdicciones pero sí están Chile (60), Paraguay (62), Uruguay (67) y Brasil (73).
“El secreto es un facilitador clave de los delitos financieros y los flujos financieros ilícitos, incluido el lavado de dinero, la corrupción y la evasión fiscal. Las jurisdicciones que no lo combaten niegan a los ciudadanos el acceso a los derechos humanos y exacerban la desigualdad global”, indicó la ayer organización británica a través de un comunicado. El primer lugar del ranking nunca estuvo en duda, ni siquiera con la filtración de los datos de clientes en el HSBC de Ginebra que habilitaron investigaciones judiciales por evasión y lavado alrededor del mundo. Ese listado incluía 4040 cuentas que alojaban 3500 millones de dólares abiertas por contribuyentes argentinos. La hegemonía suiza se remonta a 1934 cuando se consagró el secreto bancario. Desde entonces la neutralidad en conflictos bélicos externos, la estabilidad política y los bajos (o nulos) impuestos exigidos por el enclave europeo consagran al sistema financiero helvético en la cima del índice.
El cambio más significativo en el indicador fue para Estados Unidos que, a lo largo de las últimas tres versiones del índice, escaló del sexto al segundo puesto. Las guaridas norteamericanas como Delaware, Nevada, Florida, Wyoming, Arizona y Georgia aumentaron su participación en los servicios financieros offshore hasta el 22,3 por ciento del total. “Estados Unidos sigue siendo una jurisdicción opaca ya que se niega a participar en iniciativas internacionales para intercambiar información tributaria con otros países, y no ha logrado acabar con las sociedades y fideicomisos opacos, comercializados agresivamente por algunos de sus estados. Ahora existe una preocupación real por el daño que esta promoción de los flujos financieros ilícitos está causando a la economía mundial”, sostienen los investigadores de TJN.