Naomi Wolf se hizo famosa con el libro El mito de la belleza y es una de las mas destacadas representantes de la tercera ola del feminismo. Ese mito sería una construcción que engatusa a las mujeres con la promesa de una vida más saludable y gratificante pero cuyo objetivo, en realidad, es el de amansarlas. Obedeciendo los mandatos de una belleza y una delgadez inalcanzables, bajando la autoestima, dejarán de reclamar lo que les corresponde. Se les inculca que la identidad y la autoestima dependen de la apariencia, de que el look es lo que las hace deseables. Y allí hacen su agosto la cirugía plástica, los dietólogos, los laboratorios especializados y múltiples intereses. Por lo tanto, al mito le sobra financiamiento. La tiranía de la belleza se viene formando desde hace un tiempo como consecuencia de factores que conviven en armonía. Son los medios, los líderes de opinión, los diseñadores y productores de moda, los agentes de modelos, los empresarios textiles, los publicistas, todos los que de un modo u otro deciden qué imágenes nos “bombardearán” cada día y moldearán la imagen idealizada de quien no conviene ser. Nuestra imagen corporal está socialmente determinada. Desde que nacemos, la familia, los amigos, el resto del mundo, impactan en nuestra autopercepción del cuerpo.
Cuento ameno y terrible
¿Pies vendados, pies de loto? En China se vendaban los pies de las niñas para que crecieran más cortos, más atractivos. La práctica posiblemente se originó en el siglo X, y pronto se convirtió en una práctica común en la clase alta y la burguesía. A las mujeres pobres les hubiera impedido trabajar. Aún hoy en la ciudad de Cantón, algunas familias se ufanan de tener antepasados con “pies de loto”. En busca de un matrimonio ventajoso se le vendaban los pies a la hija mayor. Sólo a ella. Las otras, al no tener los pies vendados, podían realizar trabajos pesados en el campo, ayudar a sus maridos en sus negocios o afrontar las tareas de ama de casa y crianza de los hijos.
Algunos reformadores cuestionaron la práctica, pero sólo comenzó a declinar a principios del siglo XX. Habían cambiado las condiciones sociales y se comenzaba a reconocer que el vendado provocaba discapacidades motoras de por vida. La costumbre persistió en las zonas rurales. Hasta que en 1949 fue definitivamente prohibida por el gobierno comunista. Se consideraba que los pies pequeños eran sensuales, atractivos y misteriosos, además de un símbolo de riqueza, ya que las mujeres con pies vendados no podían trabajar. Para poder achicar sus pies, era necesario ajustar la venda hasta quebrar el arco. Muchas mujeres terminaban cojas o ni siquiera podían volver a caminar. Incluso, muchas niñas lloraban noches enteras porque no podían dormir ni comer por lo intenso del dolor.
Volvamos a la actualidad. ¿El texto de Naomi Wolf nos invita a sustituir un ideal de belleza por un ideal de descuido corporal? ¿Qué papel juegan en la teoría de la autora y en la nuestra los ideales? ¿Se puede prescindir de los ideales? ¿Qué estamos dispuestos a hacer para vernos jóvenes, sanos, lozanos, armoniosos?
En El malestar en la cultura, Freud advierte cómo en Alemania un exceso de superyó arrasó lo erótico y abrió las puertas a la destructividad. Y ese libro fue publicado en 1930, antes de que triunfara el nazismo. También en Moisés está atento al contexto social, sin el cual el complejo de Edipo serían un cuento bobalicón con la mamá, el nene y la sexualidad como personajes. Después el psicoanálisis se encerró en una torre de marfil.
Si quiere sobrevivir, el psicoanálisis tendrá que ser contemporáneo, ocuparse de lo actual, sacar la cabeza de debajo del ala. Y la actualidad exige comentar Hasta los huesos (To the Bone), la película de Netflix. Cualesquiera que sean los reparos, afronta ciertos aspectos de la anorexia, con la misma intrepidez –según muchos críticos– que 13 Reasons Why afrontó el tema del suicidio. Ambas atraen al público adolescente. 13 Reasons Why acaparó la prensa las semanas previas al estreno. Tan movilizante es, remueve tanto, que llegó a ser prohibida por algunos padres y algunos colegios.
Hasta los huesos no se limita a mostrar los desórdenes alimentarios de una chica, sino que incluye al espectador en su lucha por reconciliarse con ella misma y encontrar el motor vital para seguir.
¿Qué la habrá llevado a la anorexia? ¿La “tiranía de la belleza”? ¿Existe tal tiranía o es un invento de Naomi Wolf? No nos apresuremos. La belleza es uno de los tantos ideales, y los ideales pueden ser destructivos, muy destructivos, incluso mortíferos.
La tiranía de la delgadez ejerce una “violencia simbólica” (complejo concepto de Pierre Bourdieu). Simplificaré. El vendado de los pies era violencia lisa y llana. La violencia actual es más sutil y supuestamente democrática. Cada mujer compraría libremente el proyecto de belleza. Las mujeres han sido consideradas como cuerpo erótico, para el placer de los cuerpos estéticos, para el goce de otros; cuerpo nutricio, para la vida de otros; cuerpo procreador, que da vida a otros y, en este sentido, son reconocidas y valoradas en la medida que cumplan ciertos mandatos.
Hasta los huesos muestra bastante de lo que vemos en nuestra clínica cotidiana: no sólo trastornos alimentarios (bulimia y anorexia), sino también oscilaciones intensas de la autoestima y del sentimiento de identidad; desesperanza; no construcción de la alteridad; inhibiciones diversas; apatía; hipocondría; ausencia de proyectos; crisis de ideales y valores; trastornos en la simbolización; identidades borrosas; impulsiones; adicciones; labilidad en los vínculos; trastornos psicosomáticos.
La “tiranía de la belleza” nos implica también a los varones, no sólo indirectamente. Y porque es uno de los muchos ideales mortíferos socialmente aceptados. ¿Hace falta decir que cada uno de nosotros es mucho más que su aspecto corporal? Por supuesto que hace falta decirlo y repetirlo y creerlo.
* Premio Konex de platino en psicoanálisis (década 1996 a 2006). Sus últimos libros son Las depresiones (Paidós, 2006), Autoestima e identidad (F.C.E., 2011) Las encrucijadas actuales del psicoanálisis (F.C.E, 2013).