El muy documentado World Socialist Web Site (wsws.org) fue elogioso en su crónica hacia The Post, pero no por ello se privó de contar algunos entretelones y detalles acerca de la editora Kay Graham y el director periodístico Ben Bradlee que apenas si están insinuados en la película. El film sugiere en más de un pasaje los vínculos que unían a ambos con el establishment de Washington, relaciones de amistad incluso con presidentes y secretarios de Estado tanto demócratas como republicanos, lo que les causa conflictos de intereses cuando tienen que decidir si publicar o no los benditos Pentagon Papers. La columnista Joanne Laurier del wsws.org va más allá y recuerda que no siempre Kay Graham –presentada como una CEO progresista y feminista avant la lettre en el mundo corporativo– defendió a sus periodistas, tal como sucede en el film, y que en 1975 intentó disolver a la comisión interna del diario, provocando una huelga que terminó con despidos masivos en la redacción, que luego sirvieron de ejemplo punitivo para combatir otros reclamos gremiales durante la administración Reagan. Por su parte, de Bradlee dice que su historia es aún más sórdida. Que provenía de una familia aristocrática de Boston ferozmente anticomunista y que detrás de su amistad personal con John y Jackie Kennedy (de la que el film da cuenta) había sido en su juventud un agente encubierto de la CIA. Para reforzar ese dato, Laurier cita a su vez la necrológica de Bradlee publicada por el periódico británico The Guardian, que dice que el personaje en cuestión “fue durante años un informante encubierto del contra-espionaje estadounidense y un agente no oficial de la CIA”. Entre sus créditos de juventud, habría estado el de hacer en Europa propaganda que justificara la ejecución en 1953 del matrimonio de Ethel y Julius Rosenberg, condenados en los Estados Unidos por supuesto espionaje a favor de la Unión Soviética. (Fuente: http://www.wsws.org/en/articles/2018/01/17/post-j17.html).