Uno de los rasgos más importantes de la comedia romántica en su versión independiente (término que no parece para nada desprovisto de sentido, cuando alude a una sensibilidad determinada) es que lxs candidatxs al romance no son profesionales que lo tienen todo en la vida y a lxs que solo les falta el amor, como podría suceder en alguna película protagonizada por Julia Roberts, Katherine Heigl, Cameron Diaz o la diva de turno. Allí se trataba, a lo sumo, de personas semi exitosas o con la vida resuelta, que podían llegar a estar aburridxs; en el tipo de comedia del que Judd Apatow, productor de The big sick, es una firma importante, los personajes se encuentran siempre a medio hacer: el amor, en Ligeramente embarazada (2007) o en Trainwreck (2015), no es ese plus que le falta a la vida, sino algo así como el pegamento que hace –que puede llegar a hacer– que ese último empujón para entregarse a la vida adulta se realice.
The big sick va enteramente por ese camino, al punto que tiene a sus protagonistas separados durante la mayor parte de las dos horas que dura la película. Solo como punto de entrada se puede hablar de comedia romántica al estilo más puro: hay un meet cute, claro, entre Kumail (Kumail Nanjani), el chico de origen paquistaní que quiere pegarla como comediante en Chicago a pesar de que sus padres tienen otros planes para él, que incluyen carrera de derecho y esposa musulmana, y Emily (Zoe Kazan), la estudiante de psicología que va a verlo a un club. Que la película se asegure el corazón de los espectadores por todo el tiempo que vendrá tiene que ver con la efectividad y el arrobamiento de esas primeras secuencias donde se los ve juntos, compartiendo la domesticidad rústica del departamento de soltero de Kumail, en un tipo de inicio de relación que recuerda a Amor a distancia (2010), con Drew Barrymore y Justin Long: no hay citas encantadoras, hay colchones incómodos, secretos a la vista y mucho abrigo.
Lo que sigue se desvía del género y abre un mundo en el que, por ampliación del foco, lo que se puede ver es una experiencia muy común a las relaciones de mi generación: el amor está, pero la serie de movimientos y transformaciones que hace falta hacer para darle lugar es gigante y esforzada, un verdadero trabajo que no siempre se realiza. Para Kumail llegará cuando Emily termine internada y en un coma inducido, después de que se separen porque él no está dispuesto aún a romper el mandato familiar. Casi sin pensarlo y como se toman las decisiones más importantes, Kumail elige estar ahí, al lado de Emily en el hospital, y allí conoce a los padres de la chica, que inundan la película de humanidad segura, adulta y encantadoramente fallada: Holly Hunter aporta su aspereza magnífica a la madre, un Ray Romano muy contenido y cálido es el padre.
Con un mundo de stand up como fondo que recuerda mucho a Funny People, de Apatow –comediantes que sueñan, entre ellos la increíble Aidy Bryant que es una luz encendida en cada escena–, The Big sick se aparta sin embargo de cualquier influencia de su productor, y brilla en la escritura de Kumail Nanjiani y Emily Gordon, la pareja en la vida real que escribió el guión por el que están nominados al Oscar y contó parte de su historia. Porque en la larga secuencia de internación que tiene a Kumail en acercamiento con los padres de Emily, los largos y cascados diálogos que recuerdan a Noah Baumbach y sus agujereadas relaciones familiares llevan adelante cada escena, fundidos con algo de las pausas y el espíritu del stand-up. Lo que se construye ahí es un giro osado para una película que se plantee como comedia romántica, una visión del amor que no es chispa instantánea a cuidar sino algo que hunde sus raíces hasta lo más profundo de la historia de cada uno y que implica que, como en el caso de Kumail y sus padres, no nos conocemos mucho y quizás ni siquiera nos hemos dicho lo básico, lo más importante.