Acoso y abuso de poder de varones sobre el resto del mundo. Complicidad machista y pérdida de privilegios. De eso se trata la madeja que se está destramando con las denuncias públicas, esa variante del escrache que empezaron las valientes que se animaron a señalar a Cristian Aldana y a José Miguel del Pópolo, dos machitos del rock que abusaron de su condición de ídolos para reducir la voluntad de las pibas, decenas, que finamente pudieron denunciarlos. Y que lo hicieron también amparados en esa gran tribu que funciona como apéndice de la música joven que es el periodismo de rock, y que se despliega especialmente en la radio y la gráfica, con referentes como Mario Pergolini y Andy Kusnetzoff (este suplemento dio cuenta del silencio de ambos frente a las denuncias y la respuesta de Kusnetzoff fue que estamos desinformadas). 

Esta semana, Roberto Pettinato dijo una serie de frases que resumen el manual de buen hijo del patriarcado. Dijo en una entrevista a Infobae que el acoso podría evitarse si las mujeres supiéramos decir que no a tiempo, que filmó a su pareja y se lo mostró a sus amigos sin su consentimiento porque “son cosas de varones, chicas. Hay un mundo de hombres que no lo podemos reventar”. Y después salió a pedir disculpas porque “tiene una novia joven” que le dijo que lo iban a salir a matar. Y acá estamos: sin matarlo como nos matan a nosotras (una víctima de femicidio por día) pero sí reforzando la rabia, la idea de que cada día estamos más unidas, sincronizadas y en tribu para decir basta. Otras locutoras y mujeres de radio, compañeras de trabajo de Pettinato salieron a contar: Señorita Bimbo (quien trabaja en la única radio feminista: Futurock), Fiorella Sargenti, Mariana de Iraola, y hasta Cinthia Fernández hablaron de sus maltratos y descalificaciones. Y más allá del caso concreto (que se completa con hermosas declaraciones de Rolando Hanglin y su versión del macho como imprescindible para defender los intereses de la nación y el episodio de Ari Paluch y su ridícula justificación del “give me five”) la radio parece ser un espacio donde el silencio no es sólo una condición técnica para salir al aire. 

Sargenti empezó su carrera radial en “Gente sexy” como columnista y después con presencia diaria, cuando el programa pasó a Rock and Pop en 2011. “Sé que entré por discriminación positiva, porque necesitaban una mujer y Clemente (Cancela) siempre trató de evitar la de ser 3 o 4 chabones hablando de algo. Pero aún con la gente que tiene buenas intenciones y ganas de diversificar es muy difícil porque vos sos ‘la mujer’. Las mujeres que estamos somos representantes de todo el género. Somos ‘la mina de la mesa’ y todo lo que decimos tiene que, de alguna manera, representarlas ‘a todas’ dice y recalca cómo esa necesidad del medio borra toda marca de individualidad que, en su caso, la llevó a ponerles el freno al equipo de ‘Todos mienten’ cuando festejaron a coro una declaración misógina de La Mona Jiménez. Me han dicho que esas cosas se dicen fuera del aire pero si yo dejo pasar eso, me quedó ahí sentada y no digo nada ¿qué mensaje le queda al oyente de mi feminismo, del feminismo y del lugar de la mujer al aire?” dice. Para ella, el lugar histórico de la locutora está tan estereotipado y bien ejemplificado como podía verse en la serie Mad Men con las secretarias, y luchar contra eso va a llevar mucho tiempo. 

Corina González Tejedor (actualmente en “Todo tiene un límite”, en FM Blue) empezó a los 23 años en la Rock and Pop y si pudo hacer un camino allí fue porque había una especie de libre albedrío que la ayudó a crecer. Pero hasta ahí. “Las radios están llenas de hombres. No hay ni voces ni directoras de radio. Yo he tenido charlas hace muy poco tiempo con gente que me ha dicho que las mujeres no son creíbles en el mundo del rock. Y para mí es gracioso eso. Me da la sensación que las mujeres estamos inescuchadas: por falta de posibilidades en prime time, y las que sí tienen esa posibilidad no son tanto de la radio sino más bien de la tele. Sin desmerecer a nadie con esto. Pero en el resto de las situaciones los equipos son masculinos. Hay radios donde ni siquiera hay un programa conducido por una mujer. Y en general esas figuras tienen que demostrar que son atractivas a la vista para poder hacer radio. Los chistes de las tertulias radiales son masculinos y remanidos, faltan nuestros chistes y la mirada femenina. Mi bastión sigue en pie, me siento bendecida pero también entiendo que tengo una personalidad que lo puede aguantar: no me relajo nunca” dice. 

Mariana de Iraola insiste en el rol de la locutora como algo a desarmar para poder barajar y dar de nuevo en el mundo radial: “Para que un conductor me tuviera en consideración hubo veces en las que tuve que hacer cosas con las que no me sentí cómoda, soportar comentarios sobre mi cuerpo y lo deseable o no que le resultaba a la vista, que se descalifique mi punto de vista, reírme de chistes sin gracia y limitar mis comentarios ácidos o  irónicos para que el señor no se molestara. El aire y la palabra son las herramientas que tenemos para hacer nuestro trabajo, son nuestro patrimonio. Si nos limitan y no nos dejan decir más que el hth (hora, temperatura y humedad), nuestro techo profesional es más bien bajito y nuestra tarea de comunicar se ve nublada. Por eso he celebrado cuando mis jefes/compañeros eran generosos y querían saber qué opinaba y podía hablar de las cosas que nos pasan a las mujeres, pero no sobre la incomodidad de la tanga; las otras cosas. Las que las mujeres conocemos bien. Siento que negociamos lo que podemos por esos minutos de libertad al aire. Y los hacemos valer, en el mejor de los casos, porque sabemos que no abundan. Trabajé siempre rodeada de varones. Adopté una conducta ‘varonil’ según la heteronorma, para ser aceptada por ellos, hasta varié el tono con el que hablaba, para no sonar a ‘mina insoportable’. No me daba cuenta de que estaba cediendo espacios para poder pertenecer. Pero cuando aparecen los que no te quieren dejar asomar la cabeza; eso deja marcas. Me ha costado alejarme de mi lugar de trabajo, que es mi pasión y mi vocación desde pequeña”.