“La generación que está creciendo ahora es la primera que vivirá menos que sus padres, pero al mismo tiempo, los ricos vivirán más que nunca antes en la historia”, plantea el actor sueco Joel Kinnaman, protagonista de Altered Carbon, que Netflix estrena hoy en todo el mundo. “La serie es una exageración de eso y creo que nosotros como sociedad, como seres humanos, no queremos que la brecha de la riqueza se amplíe de esa manera.”

Altered Carbon está basada en la serie de libros de Richard Morgan y plantea un futuro distópico en que la humanidad aprendió a albergar su conciencia en suertes de discos rígidos que se alojan en la base de la nuca y pueden cambiarse de cuerpo a voluntad, pero por un dinero. La excusa de un policial futurista (con bastante de Blade Runner por ahí) permite explorar una sociedad en la que los ricos se convierten a efectos prácticos en inmortales (porque hasta pueden hacer backups de sus memorias en el equivalente a la nube), donde una cadena perpetua consiste en retirar la conciencia de un cuerpo y donde esos mismos cuerpos son cáscaras vacías de las que el Estado puede disponer. Allí el sueco interpreta a Takeshi Kovacs, un antiguo rebelde devuelto a la vida por un inmortal que le pide investigar su propio asesinato.

“Las películas de los 80 se preguntaban qué implicaba ser humano, ahora nos preguntamos qué significa ser inmortal y cómo podés crecer con eso que te permite explorar todo”, plantea la mexicana Martha Higareda, quien interpreta a Ortega, una detective de policía harta del sistema y recelosa del despertar de Kovacs. Mientras la serie sigue su relación y la reticente investigación del guerrillero, también se monta en paralelo un relato de la rebelión original, 300 años atrás, de la relación del cuerpo anterior de Kovacs con su hermana (Dichen Lachman) y con la líder rebelde (Renee Goldsberry).

Durante su paso por la ComicCon Experience de San Pablo, Brasil, los protagonistas de la serie reflexionaron en torno a la inmortalidad, las diferencias de clases sociales y las nuevas formas que adopta la ciencia ficción hoy. “Esta clase de preguntas son necesarias y el mundo de Altered... no parece tan lejano; la serie explora todos estos temas pero de una forma copada”, alude Lachman a la buena dosis de escenas de acción que salpican toda la propuesta. Goldsberry, por ejemplo, tuvo que entrenarse en capoeira para ejecutar algunas de las escenas que exigía el guión. “Al mismo tiempo, si bien una tecnología como la que plantea esta historia puede dar miedo, también tiene otros aspectos muy interesantes. ¿Qué significaría ser libres si nuestros cuerpos son prescindibles? Si podemos elegir el cuerpo, el sexo, nuestra etnia, todo, ¿entonces qué somos? ¿Somos ese stack? ¿Y el alma?”, interroga la estadounidense. “El concepto detrás de la serie es que el significado del cuerpo está cambiando y creo que pudimos explorar esa idea como se merece.”

“A todos nos atrae la idea de vivir para siempre y ver el futuro de la humanidad, pero lo que la serie muestra es que la humanidad misma está completamente vinculada con nuestra mortalidad, así que si alcanzás una, perdés la otra”, reflexiona el sueco. Su compañera de elenco Goldberry ofrece una guía incuestionable: la pelea es contra la muerte, la edad y la enfermedad, pero en última instancia, nadie se lleva nada al otro lado. En esta distopía incluso hay una religión montada en torno a eso, que condena moral, filosófica y espiritualmente a quienes alargan su vida así.

En la mesa, ante un auditorio repleto de fans enfervorizados o en un hotel tranquilo ante la prensa especializada, todos insisten en un punto: en Altered Carbon las mujeres mandan. Aunque el empujón inicial de la historia lo ofrezca un tipo y sea otro el que va de acá para allá dilucidando qué pasó, son ellas las que sostienen la narración. “Es un show muy diverso y representa a las mujeres con fortaleza”, opina Lachman. “En general, en las series a las mujeres no se las representan bien; en Altered Carbon somos fuertes, vulnerables y complejas.”

Además, la serie está calificada como “R”, por su contenido para adultos (más por la sexualidad que se explora que por sus escenas de acción), aunque los actores insisten en que esta calificación les permite explorar las profundidades de la trama y los conceptos que plantean. Y claro, en esa línea también está el notable presupuesto con que contó la producción, que casi fue equivalente al de una de Hollywood. “Fue genial crear un mundo con esos efectos”, asegura Kinnaman, cuyo personaje –tanto en el presente como en el pasado– revolea patadas y dispara armas en cada capítulo. La plata puesta en producción, sin embargo, se advierte en todos lados, no sólo en las peleas. Es que, como señala Higareda, la serie aspira a captar muchos públicos posibles: “Si te copa la ciencia ficción, te va a enganchar. Si te  gusta la acción, hay en todos los capítulos. Y si te gusta la idea de resolver asesinatos, también tiene eso”.